Con la Catedral colmada, y en una celebración muy emotiva, Mons. Enrique Eguía Seguí presidió el domingo 2 de abril la misa del Domingo de Ramos, que da inicio a la Semana Santa, y recordó especialmente a los veteranos y caídos en Malvinas.

«Caminamos con los ramos como símbolo de la paz que nos trae Jesús, el príncipe de la Paz. Y pedimos a Dios que no se repita el daño que produce la guerra», dijo el obispo auxiliar de Buenos Aires antes de peregrinar por el templo para dar comienzo a la Santa Misa del Domingo de Ramos.

En la tradicional celebración, que se realiza hace más de 20 años con la presencia de ex combatientes de la Guerra de Malvinas, se recordó a quienes perdieron la vida. «Sean bienvenidos a esta, que es su casa», les dijo Monseñor Enrique a los miembros de la comisión de los familiares de los caídos.

«Ustedes siguieron caminando, arraigados en la fe, como lo hizo Jesús en esta entrada a Jerusalén para morir por y para nosotros. Darnos vida y vencer el mal y la muerte», continúo el obispo. «Hoy nosotros entramos de la mano con Jesús para ser testigos del triunfo de la vida», sostuvo.

Al finalizar su homilía, el vicario general de la arquidiócesis dijo que «seremos testigos, durante toda la semana, de los gestos de amor de Jesús para participar de su resurrección, y ver el poder de la vida, que vence a la muerte». Y refiriéndose a los familiares que perdieron a sus seres queridos en las Islas dijo que: «Aunque en esta fecha la nostalgia y la tristeza nos invada, tenemos la certeza de la fe, de la fuerza del amor sobre el mal. Sabemos que todos los difuntos viven en la presencia de Jesús resucitado».

Al finalizar la celebración, Monseñor Enrique Eguía Seguí invitó a hacer crecer el amor en cercanía y servicio a los hermanos con la esperanza y el consuelo de la fe. Después de la bendición final todos los presentes entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino en honor a los veteranos y caídos en Malvinas.