El Santuario Jesús Misericordioso celebró especialmente la Fiesta de la Misericordia y recibió a todos los fieles y peregrinos que se acercaron a recibir la gracia.
El Cardenal Mario Poli celebró una de las misas del día y reflexionó: «Nos preguntamos qué tocó Tomás que desencadenó esto que Jesús nos dijo: bienaventurados ustedes, todos nosotros, que sin ver ni tocar, van a creer».
«La misericordia no es solamente para los que seguimos a Jesús», recordó el cardenal, «la herida abierta de Jesús en su costado estaban hablando de una multitud: Él murió por todos».
Esta fiesta concluye la octava de Pascua, «La Pascua siempre es un desafío para nosotros», reconoció Poli, «muertos a nuestros pecados, tenemos que ir hacia el paso de la misericordia».
«Esta fiesta siempre nos va a comprometer un poquito más, damos gracias de ser hijos de la misericordia, sus amigos. Sabemos que siempre la vamos a obtener de Él, pero no se la neguemos a los demás», exhortó el arzobispo.
También preguntó a los fieles «¿Saben que la misericordia es una virtud social que puede transformar la política, la economía, nuestra vida?» y agregó «es una virtud social porque si tratamos a los demás con misericordia, cambiamos el mundo».
Poli finalizó la homilía con la invitación a todos los fieles a rezar «Jesús Misericordioso, ayúdanos a anunciarte con nuestra vida».
Durante la jornada, los fieles se acercaron a rezar frente al ícono de Jesús Misericordioso y dejaron a sus pies sus peticiones, inquietudes, pedidos y agradecimientos.
También pudieron acceder al sacramento de la reconciliación, que estuvo disponible durante todo el día, y llevar agua bendita, recuerdo de su bautismo, en la Fuente de la Misericordia.
Por la tarde, la comunidad y los peregrinos recorrieron las calles del barrio con el ícono en alto, dando testimonio de la alegría de esta fiesta y de la misericordia de Jesús que alcanza a todos.