La celebración de la Solemne Liturgia de la Pasión y Muerte del Señor se realizó con la Catedral Metropolitana colmada de fieles.

El Viernes Santo, único día en el año que no se celebra la Santa Misa, tuvo como acontecimiento central la celebración de la Liturgia de la Pasión, donde además de la adoración de la cruz y el rezo por la iglesia universal, se venera especialmente el dolor y el sufrimiento de la Virgen María.

El Cardenal Mario A. Poli presidió la ceremonia en la Catedral Metropolitana acompañado por obispos, sacerdotes y seminaristas de la diócesis. 

La homilía que estuvo a cargo de Monseñor José Luis Mollaghan, nombrado por el Papa Francisco como miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, centró su mensaje en la imagen de Cristo Crucificado. «Nosotros no somos testigos pasivos, estamos con Jesús en este momento», sostuvo Mollaghan.

«En la cruz, Jesús nos devuelve nuestra dignidad y transforma nuestra vida. Nos invita a preguntarnos: ‘¿Cómo nos encontramos frente a la cruz?’. Es una invitación a renovar nuestra vida», dijo el obispo emérito de Rosario.

Al finalizar la homilía, Monseñor Mollaghan dijo que «la muerte no es la última palabra. La última palabra la tiene Dios y es resurrección». Además destacó la unidad de los cristianos a la Virgen María, que llora serena y dolorosa la muerte de su hijo, pero espera la resurrección.