En el marco del Encuentro Anual del EAC (Encuentro Arquidiocesano de Catequistas) celebrado en el Colegio Marianista, el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva, presentó su segunda carta pastoral titulada «Vive Cristo, nuestra esperanza».
Presentación de la carta pastoral
Este documento, que busca ser un faro para la comunidad arquidiocesana, propone una reflexión profunda sobre cómo la alegría y la esperanza pueden ser un motor de transformación en un contexto social complejo. Al respecto Mons. mencionó: «Es importante, desde el título, decir nuestra esperanza es Cristo resucitado, nuestra esperanza es el Señor, Él es nuestra roca firme, Él es nuestro baluarte, en Él nos sostenemos, Dios no miente, por lo tanto, sabemos que cumple sus promesas y esa es la razón más grande de nuestra esperanza, Cristo vive».
Es tarde, pero es madrugada
Mons. García Cuerva enfatiza que esta esperanza no es superficial, sino que nace del encuentro con el Señor y se alimenta del amor misericordioso de Dios y sus promesas. Al respecto aclaró: «Soñamos que las promesas de Dios se cumplen, que el reino de Dios no es una utopía irrealizable, sino que es un sueño concreto por el que nos movilizamos como testigos de la esperanza, todos los días».
El arzobispo planteó a los presentes el concepto de madrugada como forma de iluminar la esperanza: «La madrugada es cuando empieza a iluminarse la vida. Se empieza a iluminar el cielo. Vamos, hermanos. Es madrugada. Tenemos que insistir. Por eso la esperanza la tenemos que pasar por cada uno de nosotros. La tenemos que internalizar. Basta de decir que es tarde. Digamos, en todo caso, es tarde, pero es madrugada».
La esperanza que no defrauda
Para concluir subrayó: «Podemos tener la tentación de pensar que el tema de la alegría ya pasó y que ahora viene el tema de la esperanza, como si fuesen noticias que van pasando y que están totalmente aisladas unas de otras. Esto lo dijo Francisco en una homilía de Santa Marta en el 2016: ‘La alegría hace fuerte a la esperanza y la esperanza florece en la alegría´. Como que van juntas. Cuando se pierde la esperanza, indefectiblemente se apaga la alegría. Es muy raro encontrar, creo que no hay, gente que si pierde la esperanza siga contenta. Es muy raro, ¿no? Y si perdimos la alegría, indudablemente se debe a que hemos perdido la esperanza».
