Conversamos con el Padre Andrés Di Ció acerca del Concilio Vaticano II, para conocer la importancia que tiene en la vida de nuestra Iglesia actual y la vigencia que adquiere en el estilo Sinodal que la Arquidiócesis quiere vivir.
El Concilio Vaticano II se inauguró, el 11 de octubre de 1962. Aquel día, más de tres mil participantes desfilaron en la Plaza de San Pedro, entre ellos cardenales, arzobispos, obispos y superiores de familias religiosas. Venían de todo el mundo y representaban a todos los pueblos de la tierra. La Basílica vaticana se había transformado en el Aula Conciliar. Entre estos espacios y momentos de gran intensidad, resonaron las palabras del Papa Juan XXIII en la solemne apertura: «Las gravísimas situaciones y problemas que la humanidad debe afrontar no cambian; de hecho – decía el Papa Roncalli en su discurso en latín – Cristo ocupa siempre el lugar central en la historia y en la vida”.
Hoy, 60 años más tarde, la realidad nos desafía a estar más cerca y continuar el camino que el Concilio nos marcó como Iglesia Universal.