Este domingo comienza el tiempo del Adviento para la Iglesia Católica, tiempo de reflexión, de esperanza, de oración; tiempo para hacer del corazón de cada uno un Pesebre cálido, acogedor y siempre abierto para recibir a la Sagrada Familia para el Nacimiento de Dios.
Con la fiesta de Cristo Rey, finalizó el tiempo ordinario durante el año y la Iglesia llega a la puerta de un nuevo año litúrgico con el Adviento: un tiempo de alegría por la venida del Niño Jesús, un tiempo de esperanza y arrepentimiento para recibir al Rey de reyes.
En medio de los eventos de fin de año, de los partidos del mundial, las preocupaciones de una rutina de actividades y responsabilidades, la Iglesia invita la reflexión, a frenar la vorágine de acontecimientos para preparar el Nacimiento de Dios.
Dios que ya estaba en el mundo se hace presente de un modo nuevo en un Niño nacido en un pesebre, en un Niño semejante al hombre que despierta la Fe, la Esperanza y el Amor en la humanidad, para hacer brillar la luz en medio de la noche del mundo.
En este adviento, contemplar el viaje a Belén de la Sagrada familia, el nacimiento de Cristo, la sencillez del pesebre, la fragilidad de un niño recién nacido, recuerda a la humanidad misma, sobre todo, a todos los niños de este mundo y sus realidades.
El Adviento invita a reflexionar cómo es recibida la vida humana desde el nacimiento, qué importancia y cuidado se da a los niños de este mundo.
El Papa Francisco recuerda especialmente en este mes de noviembre «Todavía hay millones de niños y niñas que sufren y viven en condiciones muy parecidas a la esclavitud. No son números: son seres humanos con un nombre, con un rostro propio, con una identidad que Dios les ha dado«.
El pronto nacimiento del Niño Jesús en Navidad, es un recordatorio para la Iglesia de cada niño y niña que sufre en este mundo, que anhela sentirse y saberse amado.
Esa es una de las responsabilidades de la Iglesia acercar el consuelo y el abrazo de Dios Padre a la niñez de cada uno de sus hijos, porque, como dice el Papa: «Un niño abandonado es culpa nuestra. No podemos permitir más que se sientan solos y abandonados; necesitan poder recibir una educación y sentir el amor de una familia para saber que Dios no los olvida».
El Papa Francisco invita a rezar especialmente «para que los niños y niñas que sufren, los que viven en las calles, las víctimas de las guerras y los huérfanos, puedan acceder a la educación y redescubrir el afecto de una familia».
El Adviento es un tiempo de espera vigilante, un tiempo para «estar despiertos y orar», para salir de uno mismo, «un tiempo oportuno para abrir nuestros corazones, para hacernos preguntas concretas sobre cómo y por quién gastamos nuestras vidas» (Papa Francisco, Ángelus 2 de diciembre 2018).
La Iglesia porteña se une a las oraciones del Papa Francisco, especialmente en este inicio del Adviento, por los niños y niñas que sufren, para caminar juntos y gastar la vida por la Vida.