El Santuario de San Expedito en Balvanera recibió a cientos de peregrinos en el día de su fiesta. Hace 20 años, la PArroquia Nuestra Señora de Balvanera recibió al imagen de San Expedito, desde entonces el pueblo lo visita para pedir y agradecer por las causas justas y urgentes que llevan en su corazón.
«No queremos perder la esperanza. Cada uno de nosotros está haciendo un esfuerzo gigante. Háganlo todos, muchachos, por favor. No se aumenten los sueldos, hagámoslo todos. Por eso… Hagámoslo todos, sí«, dijo el Arzobispo Jorge García Cuerva durante la homilía de la misa que celebró durante la tarde.
Pedir y agradecer, son los dos principales motivos por los que los devotos de San Expedito se acercan, en especial el día 19 de abril, a rezar por la intercesión. «Cada uno le viene a dar gracias también, porque sabemos que por más que estamos llenos de dificultades, queremos tener, igual que ese leproso, un corazón agradecido. Queremos ver la parte del vaso llena en la vida, no solamente lo negativo», destacó García Cuerva sobre los cristianos.
Además, insistió sobre la alegría del cristiano: «La persona que es agradecida también es alegre, porque siempre también hay un motivo para estar alegre. No somos tontos, no tenemos esa alegría berreta de un optimismo zonzo, sabemos que hay problemas. Nuestra alegría no es un carnaval, no es que la vida está todo bien y todo es euforia, no«.
Frente a San Expedito, el Arzobispo pidió por las causas justas y urgentes de cada uno y, de manera especial, por la causa justa y urgente de todo el pueblo argentino: «San Expedito, tené compasión de nosotros. Tenemos muchos pedidos en el corazón, pero tenemos uno especial que es de todos juntos. Queremos una Argentina fraterna, unida, que salga adelante, que se termine la crisis. Pero ayudanos, que todos tomen conciencia y que el esfuerzo lo hagamos todos. Por favor».
Homilía Mons. García Cuerva – Fiesta de San Expedito. 19 de abril de 2024 – Santuario de San Expedito, Parroquia Nuestra Señora de Balvanera
Estoy seguro que nosotros también, igual que esos leprosos, venimos acá y le decimos a Jesús a través de San Expedito, Señor, ten compasión de nosotros. Cada uno de nosotros igual que esos leprosos del Evangelio de hoy, viene con sus necesidades, viene con sus pedidos, viene con su clamor al cielo y le pide a San Expedito: «Por favor, intercedé por nosotros». «Por favor, San Expedito, te pido por mi familia, te pido por mi mamá, por mi papá, por mis hijos». «San Expedito, por favor, te pido para conseguir trabajo». «San Expedito, te pido, por favor, para que me alcance la jubilación y pueda tratar de comprar el remedio que necesito». «San Expedito, te pido por mis seres queridos que están lejos o por algún conocido, vecino, familiar que está en el hospital». «Te pido por tantos pibes, por tantos jóvenes atravesados por el drama de la droga».
Cada uno tiene sus pedidos, cada uno hoy viene, como esos leprosos, con un gran clamor y le dice, por favor, a Jesús a través de San Expedito, ten compasión de nosotros. Ayudanos, Señor, por favor.
Pero lo lindo es también que no solamente vienen a pedir, sino que hay uno de ellos que vuelve y agradece. Y en ese me quiero concentrar, en el que vuelve y agradece. Porque también muchos de nosotros venimos a agradecer. Todos juntos le venimos a agradecer que hace 20 años nuestra madre, Nuestra Señora de Balvanera, recibió en su casa a San Expedito. ¡Qué suerte! Porque tenemos un amigo más en el cielo que intercede por nosotros. Y entonces le venimos a dar gracias por estos 20 años. Y también alguno le puede venir a dar gracias porque esa causa justa, esa causa urgente, tuvo buen resultado, tuvo buen término. Cada uno le viene a dar gracias también, porque sabemos que por más que estamos llenos de dificultades, queremos tener, igual que ese leproso, un corazón agradecido. Queremos ver la parte del vaso llena en la vida, no solamente lo negativo. No queremos ser profetas de calamidades, que se la pasan todo el día hablando de lo que está mal, de lo que está difícil, de la inflación, de lo que valen los productos en el chino, del remedio que no pude comprar, de mi suegra, no basta.
En algún momento tenemos que también descubrir que en la vida nos pasan cosas lindas. No podemos solamente mirar lo negativo y por eso, igual que el leproso, venimos hoy a decirle a San Expedito: ¡Gracias». Porque como decían nuestros abuelos, ¿se acuerdan? «Es de gente buena saber dar gracias». Hay que saber dar gracias, porque es reconocer que Dios nos ayuda, reconocer que nuestros seres queridos nos ayudan y que no todo es un desastre. No fuimos arrojados en la vida, fuimos creados por Dios que nos ama y nos pensó a cada uno de nosotros. Por eso, San Expedito, venimos, igual que aquel leproso, a agradecer.
Y la persona que es agradecida también es alegre, porque siempre también hay un motivo para estar alegre. No somos tontos, no tenemos esa alegría berreta de un optimismo zonzo, sabemos que hay problemas. Nuestra alegría no es un carnaval, no es que la vida está todo bien y todo es euforia, no. Viste cuando te encontrás con alguien y le decís: «Hola, ¿cómo estás? ¿Todo bien?». Y, ya está me mataste, porque te quería contar que no está todo bien. Pero no me dejás decirlo, porque me dijiste, ¿todo bien? Ya está, me bajaste la persiana. Sabemos que no está todo bien, pero tampoco queremos ser quejosos, apesadumbrados, porque creemos en un Dios que se llama Jesucristo y que está vivo, ¿sí o no? (Respuesta de la gente: Sí), Siempre digo lo mismo, avísale a tu cara que está vivo, dale. Sonreí, decilo con alegría, ¿Jesús está vivo? (Respuesta de la gente: Sí). Bien ahí. Y ese es el mayor motivo de alegría, un Dios que camina con nosotros, un Dios que nos acompaña, un Dios que nos regala a uno de sus amigos, San Expedito, para que interceda por nuestras causas justas y urgentes.
Mirá si no tenemos motivos para estar alegres. Por supuesto, como dije, que hay un montón de dificultades, pero queremos hoy mirar la parte del vaso llena. Por eso venimos a agradecer por estos 20 años y por eso también venimos con alegría. El corazón también hoy tiene alegría, como aquel leproso.
Y ya que venimos a pedir, que venimos a agradecer, que venimos con alegría, también le venimos a decir a San Expedito, «Agarrános fuerte de la mano, porque estamos viviendo tiempos muy complicados. No queremos perder la esperanza.Cada uno de nosotros está haciendo un esfuerzo gigante. Háganlo todos, muchachos, por favor. No se aumenten los sueldos, hagámoslo todos. (Aplausos) Por eso… Hagámoslo todos, sí. Perdónenme, perdónenme, pero realmente uno ve que cada uno le viene poniendo el lomo. Los abuelos eligen a veces entre comer algo menos para comprarse el remedio. Los papás con los útiles escolares, los que están buscando más laburo, algunos que eligen el día para comer. Dale, hagámoslo todos el esfuerzo, hagámoslo todos. No queremos perder la esperanza, queremos sacar a nuestro país adelante y esa diría que es la causa más justa y más urgente. (Aplausos) Esa es la causa más justa y más urgente. Queremos una Argentina grande, una Argentina fraterna, una Argentina para todos. Queremos todos vivir bien. Por eso hagamos el esfuerzo juntos.
Los obispos estuvimos reunidos en este día y escribimos un documento en el que decimos que hace muchos años que venimos mal, pero a nuestro pueblo le viene poniendo garra y esperanza y por eso no queremos perder la alegría. Por eso seguimos luchando todos juntos. Y hoy quisiera que más allá de las causas justas y urgentes que cada uno tiene en su corazón y que Dios conoce, pongamos esta causa que es la de todos, la de nuestra Argentina. Que sigamos adelante, no bajemos los brazos, no nos dejemos resignar. (Aplausos) Ya está, no aplaudan más. No bajemos los brazos. Vamos a seguir. Pero lo que le pedimos a San Expedito es que el esfuerzo lo hagamos todos. Hagámoslo todos. Y si el bolsillo mío duele, que duele al de todos. Por favor.
San Expedito, hoy entonces, como aquel leproso, venimos a decirte: «Tené compasión de nosotros. Tenemos muchos pedidos en el corazón, pero tenemos uno especial que es de todos juntos. Queremos una Argentina fraterna, unida, que salga adelante, que se termine la crisis. Pero ayudanos, que todos tomen conciencia y que el esfuerzo lo hagamos todos. Por favor».
Y después le venimos a agradecer. Porque como dije, no solamente nos pasan cosas malas, también nos pasan cosas lindas. Y acá tenemos un amigo, San Expedito, que hace 20 años fue recibido por su madre de Balvanera. Y acá está, para escucharnos, para acompañarnos, para consolarnos. Y lo hacemos con alegría. Porque es de buenos cristianos estar alegres. El Papa Francisco dice que la alegría es la respiración del cristiano. Y la alegría nadie nos la va a quitar. Porque nuestro Dios nos ama, nuestro Dios está vivo y acompaña nuestro caminar.
San Expedito, te lo pedimos con fuerza. Agarranos de tu mano. Sostenernos en momentos difíciles. Queremos ser buena gente. Queremos seguir siendo agradecidos, con alegría. Pero permitirnos pedirte como causa justa y urgente por nuestra amada Argentina. Amén.