El Arzobispo estuvo presente en el retiro de la Vicaría de Flores. «Estamos a las puertas del Adviento y me parece que es una linda oportunidad para poder rezar y reflexionar todos juntos», agradeció a todos los participantes. A lo largo del fin de semana, compartieron diferentes actividades, charlas y reflexiones como preparación para el Adviento.
La alegría en tiempos complicados
«Vivimos momentos complicados desde siempre y entonces uno, frente al momento complicado que vive, tiene una enorme tentación en transformarme en un cristiano mala onda, quejoso, apesadumbrado», reconoció el Arzobispo en su predica en el retiro de Vicaría Flores.
Ante esta realidad, recuerda cuál es la verdadera fuente de la alegría cristiana: «La alegría cristiana se sustenta en creer en un Dios que está vivo, en un Dios que venció a la muerte para siempre. Por eso digo en la Carta Pastoral que incluso es fuente de nuestra alegría la cruz, porque en la cruz nosotros no solamente vemos al Hijo de Dios sufriendo, torturado, sino que también vemos el enorme amor que Dios nos tiene que se entrega por nosotros».
«Es importante saber también que la alegría cristiana no es euforia fácil, no es un optimismo berreta de ponernos una sonrisa de plástico y decir que está todo bien. Cuidado, porque eso también pasa en nuestras comunidades», advirtió García Cuerva, y agregó: «La alegría cristiana tampoco es tontería. No es ponerme la sonrisa de plástico y decir ´que lindo todo´. No está lindo todo. Nos pasan cosas difíciles. El tema es cómo con esa alegría profunda de Jesús, saber lidiar con los problemas de la vida«.
Pistas prácticas de la alegría cristiana
El Arzobispo mencionó algunas primeras pistas prácticas para vivir la alegría cristiana: «Saber qué es la alegría y qué no es, ser agradecidos, mirar la parte del vaso llena, dar una mano a los otros y salir del centro y no victimizarte, y elegirla todos los días cuando te levantes».
También fue un poco más allá y compartió algunos modelos de mujeres de los tiempos de Jesús que supieron vivir una alegría plena y profunda. Con una foto de María Magadalena llorando, destacó: «Estoy convencido que para poder recuperar y tener una alegría profunda en el corazón, hay que también animarnos a transitar el dolor y las lágrimas. María Magdalena pudo vaciar su corazón de dolor con las lágrimas y por eso lo llenó de esa alegría desbordante que es la que tuvo y la que ayudó a que se ponga en acción esta fuerza del Dios vivo que nos llega hoy a nosotros».
La segunda mujer que compartió como modelo de la alegría, fue la Virgen María, la madre de Dios. Recordó las primeras palabras del ángel a María: «¿Se acuerdan el mensaje que le dio el ángel? Lo primero que le dijo el ángel Gabriel. Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Con esto, el Arzobispo destaca la alegría como un don del Espíritu Santo, un regalo que se puede pedir.
Una alegría que se comparte
El Arzobispo terminó su prédica con una invitación a hacer un pedido especial a la Virgen: «Les propongo que en este ratito de oración que vamos a hacer ahora le podamos también pedir que nos regale ella ese don. El don no solamente de vivir la alegría nosotros, sino en esta segunda instancia de oración pedir que podamos contagiar esa alegría«.
Y recordó: «Los dones del Espíritu y los frutos del Espíritu como el que estuvimos reflexionando hoy no son para guardármelo para mí, son para contagiar como lo hicieron María y María Magdalena». Así invita a pedir la alegría cristiana, y también a compartirla con todos.
El encuentro de la Iglesia peregrina en la Vicaría de Flores fue un espacio de compartida, crecimiento y reflexión para comenzar el tiempo de Adviento que nos conduce a la mayor alegría de la Iglesia: la llegada de Jesús a la tierra.