Homilía Mons. García Cuerva – Fiesta de la Medalla Milagrosa, lunes 27 de noviembre de 2023. Santuario Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa
La Madre, la Virgen María, estaban en una fiesta de casamiento donde se celebraban unas bodas.
Quería entonces compartir con ustedes, en primer lugar, pensar en nuestra Madre, la Virgen María, como una mujer profundamente alegre, una mujer que es capaz de celebrar, una mujer que es capaz de hacer fiesta, y no porque en la vida todo le vaya bien, sino porque descubre que la vida tiene motivos para ser celebrados.
Quería pedirle con ustedes hoy a María, entonces, que nos regale también a nosotros un corazón alegre.
Ya estamos cerca de fin de año y estamos cansados, estamos desesperanzados, estamos un poco mal por todo lo que hemos vivido a lo largo de este año y lo que venimos acumulando de tiempos anteriores. Y entonces, podríamos dejarnos ganar por la tristeza, por la desesperanza, por la mala onda. Y creo que hoy María, participando de esas bodas, igual que su hijo y los discípulos, nos dice que la vida vale la pena ser celebrada. Que no nos podemos hundir en los problemas, que no podemos dejar que el desgano, la desesperanza nos gane el corazón.
Veníamos caminando en la procesión y en algún momento quien nos acompañaba en la animación decía “no podemos dejar que nos roben la esperanza”. No dejemos que nos roben la esperanza y tampoco dejemos que nos roben la alegría. Que más allá de las dificultades, siempre en el corazón tengamos motivos para celebrar, para celebrar que estamos vivos, para celebrar que tenemos fe, para celebrar que tenemos gente que nos quiere, para celebrar que a pesar de tantas dificultades seguimos de pie y aquí estamos hoy, celebrando la Medalla Milagrosa.
Pensaba también en que María no solamente es una mujer que sabe celebrar la vida, sino que sabe darse cuenta lo que nos pasa y por eso se da cuenta en ese casamiento que falta el vino. Así como se da cuenta que en tu corazón quizá falta la paz, así como se da cuenta que en tu corazón quizá falta el perdón, así como se da cuenta que en tu corazón falta la esperanza o la alegría. María se da cuenta porque, como madre, con solo mirarnos ya sabe lo que nos pasa y entonces hoy también María nos mira el corazón, dejémonos mirar por ella y que entonces se le acerque a Jesús y le diga “Jesús no tienen paz, Jesús no tienen alegría, Jesús no tienen perdón, Jesús no tienen fraternidad”.
Dejemos que María nos mire el corazón, que con su mirada de madre nos desnude la vida, delante de ella no hay que tener vergüenza, dejemos que ella entonces le cuente a Jesús lo que nos falta.
Y después también son palabras de la Virgen cuando dice “hagan todo lo que Él les diga” y nosotros queremos ser discípulos de Jesús y entonces hoy también queremos hacer lo que Jesús nos pide, queremos más que nunca vivir el mandamiento del amor, queremos más que nunca vivir la fraternidad entre nosotros, queremos más que nunca amarnos a pesar de las diferencias, queremos más que nunca seguir adelante con fe en un país que nos duele profundamente, pero al que amamos tanto que no lo vamos a dejar perderse.
Pidamos entonces hoy todos juntos a la Virgen María primero que nos dé ganas de celebrar la vida como ella, celebremos, no nos dejemos ganar ni por el miedo ni por la desesperanza ni por aquellos que nos dicen que va a estar todo mal, prohibido perder la esperanza. Creo que hoy es revolucionario seguir creyendo, seguir apostando por un país mejor para todos y entonces que cada uno de nosotros ponga lo mejor, lo mejor para reconstruirnos como argentinos.
En segundo lugar, junto con la capacidad de celebrar la vida, mostrarle el corazón a la Virgen y decirle “yo quiero celebrar la vida María, pero me faltan un montón de cosas”, en aquellas fiestas faltaba el vino, en mi corazón capaz que falta paz, capaz que falta tranquilidad, capaz que falta esperanza.
Por favor María, de lo que me falta, hace una oración y llévasela a Jesús.
Y, en tercer lugar, hagan todo lo que Él les diga. De acá nos vamos a volver a nuestras casas, ya es tarde y tenemos una semana por delante y tenemos todo un diciembre por delante. Hagamos todo lo que Él nos diga, tratemos de querernos un poco más, tratemos de perdonarnos, tratemos definitivamente de empezar a cerrar esa herida que duele tanto, que a mí no me gusta llamar grieta, la grieta está en las paredes, la herida está en el seno de nuestro pueblo y duele y sangra, pero también depende de nosotros que cicatrice.
Hagamos lo que Jesús nos pide y amémonos un poco como hermanos, vernos unidos va a ser el mejor regalo que le podemos hacer hoy a la Medalla Milagrosa.
¡Viva la Virgen!