EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (25, 31-46)
Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y Él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver».
Los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?»
Y el Rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo».
Luego dirá a los de su izquierda: «Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron»
Éstos, a su vez, le preguntarán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?»
Y Él les responderá: «Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo».
Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna».
Palabra del Señor.
Homilía Mons. García Cuerva – Domingo XXXIV Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. 26 de noviembre de 2023. Catedral Metropolitana
Celebramos hoy la Solemnidad de Cristo Rey, una fiesta litúrgica instaurada por el Papa Pío XI en 1925. Leyendo el texto en el cual el Papa declara esta Solemnidad de Cristo Rey, el Papa lo que quería era instaurar en los corazones de las personas, de los fieles y en el corazón de las sociedades, la figura de Cristo. Que Cristo verdaderamente reine en nuestros corazones, que Cristo verdaderamente reine en nuestros pueblos.
1925 era una época muy difícil en Europa, la época de la posguerra después de la Primera Guerra Mundial. Una gran crisis económica y financiera que desencadenará después en lo que se llama la crisis del 30. Y entonces, frente a esta realidad tan difícil, económica, social, un mundo muy violento, saliendo de una guerra y sabemos que a los años entró en la Segunda Guerra Mundial, el Papa Pío XI declara a Cristo Rey del Universo, queriendo que sea Rey de los corazones, Rey de la sociedad.
Y creo que lo que primero tenemos que pensar hoy nosotros, que vivimos muchos años después, casi 100 años después, pero también vivimos tiempos difíciles. También sabemos que hay muchos lugares del mundo que están en guerra. También sabemos que en nuestros corazones y en nuestra sociedad, muchas veces Jesús fue relegado, no tiene lugar.
Pensar si hoy nosotros también, con el mismo deseo que tenía aquel Papa Pío XI, quisiésemos que Jesús reine, ¿qué es lo que tendríamos que hacer? Y creo que lo primero que tenemos que pensar y que tenemos que hacer es purificar de nuestra imaginación la imagen que tenemos de un Rey.
Cuando pensamos la imagen de un Rey, lo pensamos con una corona de diamantes, lo pensamos sentado en un trono, lo pensamos viviendo en un gran palacio, lo pensamos rodeados de una corte, lo pensamos reconocido y aplaudido y querido por todos.
Sin embargo, me parece que las lecturas de hoy nos ayudan a pensar otra imagen de nuestro Rey Jesucristo, porque justamente el reinado de Jesús no es un reinado de este mundo.
Por eso, para que Jesús reine en mi corazón y para que Jesús reine en nuestra sociedad, como dije, lo primero que tenemos que hacer es purificar la imagen que tenemos de un Rey. Y las lecturas, como dije, nos ayudan a pensar en nuestro Rey Jesucristo.
La primera lectura nos habla de un Rey que es un pastor. La primera lectura habla de un pastor, un pastor que está en medio de su pueblo, un pastor que sale a buscar las ovejas heridas, un pastor que las defiende.
Muchas veces uno ve dirigentes y reyes alejados de la gente, rodeados solamente de una corte. Nuestro Rey es distinto. Nuestro Rey como pastor está en medio del rebaño. Nuestro Rey tiene olor a oveja. Nuestro Rey es un hombre cercano a la gente.
Por eso, esta es la primera idea que, por otro lado, nos la confirma después fuertemente el Salmo. “El Señor es mi pastor”. Él es nuestro Rey. Aquel pastor que da la vida por sus ovejas. Aquel pastor al que le importa lo que nos pasa. Aquel pastor que está bien cerquita de los que sufren, de las ovejas heridas y alejadas.
Y después el Evangelio nos da también otra imagen del Rey, porque justamente en el Evangelio el Rey se identifica con los pequeños. El Rey se identifica con los que sufren. ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento? ¿Cuándo te vimos desnudo o forastero? ¿Cuándo te vimos enfermo y preso y te hemos socorrido? Y la respuesta será, cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.
Quiere decir que el Rey, así como en la primera lectura se identifica con un pastor cercano y también lo hace en el Salmo, en el Evangelio el Rey se identifica con los pequeños, con los que sufren.
Y entonces nos podemos preguntar: ¿Cuándo te vimos Rey del Universo Jesucristo?
Y tendremos que pensar que cada vez que nos encontramos con alguien que está viviendo en situación de calle, que no está en un trono real, sino que está tirado sobre algunos cartones en la vereda, nos estamos encontrando con Jesús.
Cuando visitamos a un enfermo que está en una cama de hospital, que no está en un trono, sino en un colchón quizá gastado, nos estamos encontrando con el Rey.
Cuando nos encontramos con un pibe que tiene droga en su mano y no un cetro real, nos estamos encontrando con nuestro Rey.
Cuando nos encontramos con marginados, con excluidos, cuando nos encontramos con gente que está sola, nos estamos encontrando con nuestro Rey.
Ese es el verdadero Rey.
Ese es el que queremos que reine en nuestros corazones, porque en nuestros corazones queremos darle especial lugar a Jesús.
Dos verbos. Cuando te vimos y cada vez que lo hicieron. Ver y hacer. Pedirle a Dios hoy todos juntos que nos ayude a limpiar la mirada, para de verdad descubrirlo a Jesús en los que sufren. Que el Señor nos haga llorar tanta injusticia para que las lágrimas limpien la mirada y podamos ver más claro al Rey del Universo en los que están solos, en los que están en la calle, en los que están presos, en los que están enfermos.
Que el Señor nos ayude a ver. Y no solamente a ver como si fuera un espectáculo, sino también a hacer. “Cada vez que lo hicieron por el más pequeño de mis hermanos lo hicieron conmigo”. Hacer.
Que nos comprometamos de verdad, que ayudemos, que seamos generosos, que seamos solidarios, porque entonces estaremos honrando a nuestro Rey.
Vivimos tiempos difíciles, quizá parecidos o distintos, pero difíciles al fin, como los de 1925, cuando Pío XI instauró esta fiesta. Les propongo que le pidamos al Señor que limpie la mirada para que podamos descubrirlo y verlo en los que sufren.
Les propongo que podamos hacer, concretar, accionar el compromiso para honrar a nuestro Rey en los más pobres.
Él está ahí. Él se identifica con los que sufren. Él es uno más entre nosotros.
Que tenga lugar en nuestros corazones y que sean los más importantes, que sean el centro de nuestra sociedad.
Porque para la Iglesia, la opción preferencial por los pobres no es una cuestión ideológica. La opción preferencial por los pobres es el Evangelio mismo, porque Jesús reina en cada uno de los que sufren. Jesús allí está y nosotros queremos verlo, queremos hacer, queremos honrarlo.
Salgamos a buscarlo entonces. Está mucho más cerca de lo que nosotros creemos.
Amén.