Con todo el presbiterio porteño, Mons. Jorge García Cuerva celebró la Misa Crismal.
En la Catedral Metropolitana, colmada de sacerdotes y feligreses, el Arzobispo de Buenos Aires celebró la Misa Crismal donde se renovaron las promesas sacerdotales, se consagró el Santo Crisma y bendijeron los óleos que se utilizan durante el año para los diferentes ritos sacramentales.
En su primera Semana Santa como Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva presidió la celebración acompañado por su Vicario General, Mons. Gustavo Carrara, el obispo auxiliar, Alejandro Giorgi, y los sacerdotes arquidiocesanos para comenzar a rememorar los días fundantes de la fe católica.
Durante su homilía, García Cuerva invitó a los presentes a «preguntarnos donde tenemos puesta nuestra mirada. ¿Tenemos los ojos fijos en Jesús, tenemos puesta nuestra vista y atención en Él?».
El Arzobispo marcó especialmente dónde deberíamos fijar la mirada para hacer facunda nuestra vida como cristianos. Refiriéndose especialmente a los sacerdotes, pero pensando en toda la comunidad, Mons. Jorge especificó que debemos tener los ojos fijos en Jesús eucaristía, en Jesús pobre, en los hermanos sacerdotes y en la vida arquidiocesana.
De manera clara y precisa, el Arzobispo dijo: «Que nuestra mirada sea despierta, vivaz, profundamente alegre, que exprese que llevamos un tesoro que nos desborda y que es para compartir: la Buena Noticia de Jesús». Una alegría que tiene que ser fervorosa, popular, inquieta y buscadora para llegar a todos.
Por último, Mons. Jorge García Cuerva agradeció a los sacerdotes por su entrega generosa y su entusiasmo misionero. Y a los sacerdotes mayores, por su testimonio de fidelidad y sabiduría evangélica. De manera personal, dijo: «gracias, sinceramente y de corazón, por su cercanía y acompañamiento. Por aceptarme, por enseñarme a caminar como obispo en la compleja realidad de la Ciudad, gracias por su sinceridad y por su cariño. Gracias porque experimento con ustedes la alegría de ser hermanos».