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Misa de Clausura del Curso SERPAJ

por prensa_admin
Misa de cierre del Curso de Formación en el seminario metropolitano.

El domingo 23 de marzo desde las 17:00 hs se realizó la Santa Misa de Clausura del Curso SERPAJ en el seminario metropolitano de Buenos Aires. La celebración eucarística estuvo presidida por Mons. García Cuerva, Arzobispo de Buenos Aires, ante un importante número  de jóvenes de toda la Arquidiócesis que acompañaron en este curso de formación en sus tres días de jornada. 

La vida como película 

A la luz de la Fe, contemplando el evangelio del antiguo testamento destacó: “La vida de cada uno de nosotros es una película. Es verdad que Moisés mató a una persona, pero no puede quedarse su vida congelada en ese momento de su historia. No podemos juzgar a Moisés solo por ese hecho. Del mismo modo que ninguno de nosotros puede ser juzgado por un momento de nuestra vida. Nuestra historia también es una película”. Y agregó: “ Si yo miro la película de la vida de Moisés, seguramente habrá cambiado, seguramente habrá reconocido lo que hizo. Y Dios nos mira con ese amor que es propio de ese Dios que nos ama. Ese amor, en el cual mira el corazón más allá de lo que hacemos”. 

Otra oportunidad

Siguiendo con su alocución subrayó: “Dios nos da otra oportunidad, se la dio a Moisés, se la da a la higuera, nos la da a nosotros. Por eso me parece importante, ustedes que terminan hoy su curso, que también aprendan a mirar como mira Dios. Dios no mira la vida de la gente por una foto. Dios no mira tu vida por tu pecado. Dios no mira tu vida por la macana que te mata y te congela ahí y te marca y te señala. No. Dios mira nuestra vida en un eterno presente, como si fuera una gran película.  también nos da siempre otra oportunidad. De eso se trata la convención. De eso se trata la reconciliación. De eso se trata el perdón. De reconocer lo que hice y darle una vez más la oportunidad, darme la oportunidad a mí mismo”. 

Dios ama y perdona mucho

“Miren, lo mejor que nos puede pasar en la vida es reconocernos pecadores, reconocernos frágiles, reconocernos limitados, porque entonces vamos a experimentar que Dios nos perdona y nos ama mucho. Y entonces si Dios me ama y me perdona mucho, no me voy a sentir seguro y no voy a tener ganas de levantar el dedo acusador y meterme en la vida de nadie”. 

Para concluir su homilía se refirió a los presentes diciendo: “Ustedes como dirigentes juveniles corazón grande como el que tiene Jesús capaz de acompañar a un montón de jóvenes que seguramente sus vidas no son como quieren son como pueden. Entonces les pido que sean buenos, que no juzguen a nadie por lo que haya hecho en un momento, no congelemos la vida en una foto y tratemos de amar lo mejor que nos salga”.

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