La misa de envío misionero reunió ayer por la noche a los grupos misioneros de jóvenes de toda la Arquidiócesis en la Catedral Metropolitana para pedir y agradecer por las misiones que se realizarán durante el verano.
La Eucaristía, presidida por el Cardenal Mario Poli y concelebrada por los obispos auxiliares Alejandro Giorgi, Juan Carlos Ares y Enrique Eguía Seguí, y los sacerdotes de las comunidades misioneras, contó con la presencia de jóvenes de toda la ciudad.
Con espíritu alegre y la motivación de quienes llevan la Buena Noticia, la misa fue una fiesta sencilla que se caracterizó por la familiaridad, la comodidad de quien se sabe en casa a pesar de que pronto parte al viaje de la misión.
En la homilía, el Cardenal recordó las palabras de San Pablo «Ay de nosotros si no predicamos el Evangelio» y reflexionó «la misión es una sincera y sencilla visita» como la de la Virgen María a su prima Isabel relatada en el Evangelio.
La visitación, es un encuentro atravesado por la alegría de la Buena Noticia, que lleva bendición y que anuncia al Señor, el Mesías, «Queridos misioneros: ese recorrido se transformó en modelo de estilo misionero que la iglesia desplegó durante estos dos milenios, ahí está el secreto de la misión» exclamó Poli.
No es la repetición de una visita, sino la actualización del «siempre creativo diseño mariano de evangelizar, pero con el mismo mensaje: la persona, el Evangelio, los milagros, la misericordia, la pasión, muerte y resurrección de Jesús».
El Arzobispo recordó las palabras del Papa Francisco en Evangeli Gaudium «en todos los bautizados actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar» y se dirigió a los misioneros: «eso les ocurre a ustedes en su corazón».
«No nos cansemos de predicar a Jesús, de ser testigos de su amor, de decirle al mundo: Dios te ama infinitamente» exhortó el Cardenal a los jóvenes presentes, «nuestro Señor es el único bueno, benigno, tardo en enojarse, veráz; a Él tenemos que predicar».
«La misión es una cuestión de amor en primer lugar, pero Dios permite que disfrutemos la alegría del Evangelio, la que se da y se recibe» destacó el Cardenal.
La homilía concluyó con una invitación «no se cansen de evangelizar, pero sobre todo de ser testigos; sean capaces de mostrar la fe que creen y que los mantiene en pie con sus obras, su presencia y, sobre todo, con la alegría que ustedes saben desbordar«.
Antes de compartir la Eucaristía, los jóvenes elevaron las cruces que los acompañarán durante su misión para recibir y llevar en ella la bendición de Jesús Resucitado.
La misa, en comunión con los misioneros adgentes que fueron enviados desde Argentina hacia diferentes lugares del mundo, recordó a cada uno de ellos y unió en oración a los que están aquí y allá.
La Iglesia porteña une su voz y su oración a las palabras del Cardenal Poli para desear a cada testigo misionero «que el Señor los bendiga y para todos, buena misión«.