El salesiano Artémides Zatti, el enfermero de la Patagonia, fue canonizado como Santo de la Iglesia este 9 de octubre y se convirtió en el tercer Santo argentino de la historia y el segundo Santo salesiano.

La Patagonia recuerda a Artémides como el alegre enfermero que entregó su vida en el acompañamiento y atención de los enfermos de toda la zona.

Aunque nació en Boretto, un pueblo de Italia, con tan solo 9 años Zatti emigró con toda su familia a Argentina, donde desarrollo su vida y su vocación.

Poco tiempo después de haber ingresado al aspirantado para ser sacerdote salesiano, enfermó de tuberculosis. Le hizo una promesa a la virgen María Auxiliadora: si se curaba dedicaría su vida a la atención de los enfermos.

Al curarse, el joven Artémides estudió farmacia además de avocarse a la enfermería en el hospital y en cada hogar que necesitara atención médica, fuera donde fuera.

En 1950 Zatii se cayó de una escalera, el inicio de los síntomas de un cáncer que él mismo diagnosticó y que provocó su muerte un año después.

La fama de santidad del «buen samaritano» de la Patagonia existe desde su muerte y algunas décadas después se inició el proceso de canonización por el cual fue proclamado Beato por el Papa Juan Pablo II en 2002.

Artémides, que experimentó en su propia vida la enfermedad con todo lo que conlleva: la fragilidad, el sentirse necesitado de los demás, los proyectos que se desvanecen; dedicó su vida al servicio de los enfermos con el optimismo y la alegría de vivir el Evangelio al estilo salesiano por el cual fue educado.

La figura de Artémides Zatti es un ejemplo de cómo se puede ver a Jesús en las heridas y el sufrimiento de los hermanos, de cómo la alegría y la esperanza pueden transformar cada día y cada adversidad en gozo.

Un testimonio cercano a la realidad argentina de migrante, de trabajador, de la cultura del país, a quien a partir de hoy se podrá invocar como Santo Artémides Zatti para pedir su intercesión ante Dios.