En el Día de las Parroquias, el Seminario abrió sus puertas para recibir a los jóvenes de todas las comunidades de Buenos Aires y dar a conocer el espacio donde los seminaristas viven su día a día. Bajo el lema «En todo amar y servir», la jornada contó con talleres, teatro ciego, recorridos guiados, testimonios, música en vivo y, el broche de oro, una adoración eucarística.
Para dar cierre a la Semana del Seminario, los seminaristas compartieron una jornada de puertas abiertas en su casa, para visibilizar cómo es su vida cotidiana y las riquezas de la vocación sacerdotal para la que se están formando. Con el sol cayendo entre los edificios del barrio de Devoto, los jóvenes de las parroquias porteñas comenzaron a llenar el patio del Seminario Metropolitano bailando al ritmo de batucadas y compartiendo mates.
Talleres, teatro ciego y actividades
A medida que iban llegando al Día de las Parroquias, los jóvenes podían elegir entre participar de talleres y juegos, asistir a una función de teatro ciego o recorrer los espacios más íntimos del Seminario. Mientras, el buffet iba sacando las primeras rondas de hamburguesas, choripanes y panchos.
Los talleres invitaban a conocer un poco más en profundidad a San Ignacio de Loyola y su «pausa ignaciana», y a adquirir nuevas herramientas para el Sacramento de la Reconciliación. Con charlas preparadas por dos sacerdotes jóvenes, varios de los asistentes se sumaron a escuchar y aprender.
Mientras algunos juegos sucedían en el patio, la fila para el teatro ciego crecía. La función invitaba a reflexionar sobre la última cena y la invitación personal que Jesús hace a cada uno a «en todo, amar y servir». Con música, suave y una ternura inigualable, los actores fueron guiando a los espectadores vendados hasta sus sillas y recrearon el gesto del lavado de los pies.
Show, música en vivo y testimonios
Cuando el sol se escondió totalmente, el escenario se iluminó y convocó a todos los presentes a su alrededor. Los seminaristas habían preparado un cómico sketch en el que representaban cómo sería una obra de teatro sobre la vida de San Ignacio de Loyola escrita por el chat GPT. El Santo español fue guía e inspiración para todo el encuentro, desde el mismísimo lema central: «En todo, amar y servir», frase de su autoría.
Mientras varios aprovechaban para cenar en el buffet, frente al escenario se armó peña. Chacareras, escondidos y zambas fueron protagonistas de este momento, con música folclórica en vivo y varios bailarines valientes. Una gran previa al testimonio que compartió el recientemente ordenado obispo Alejandro Pardo, sobre su vocación. La resumió en 3 acciones: acompañar, dar lugar y escuchar.
Monseñor Pardo, conocido por todos como «Jano», aseguró que vive su vocación como una acción de gracias y que siente la plenitud que la da la vocación sacerdotal. «Como frase de mi ordenación como obispo elegí `Este es mi cuerpo que se entrega por ustedes‘, porque es el cuerpo de uno el que se entrega en lo que hacemos, pero también el cuerpo de la Iglesia, el cuerpo de Cristo. Y eso es una acción de gracias».
Además, invitó «si hay alguien que está pensando en la vocación, el llamado no es de uno, es siempre Dios el que invita y Él también se la juega. No hay que tener miedo, anímense, y en todo, amar y servir».
A los pies de Jesús Eucaristía
El Día de las Parroquias finalizó con una adoración eucarística. El silencio colmó todo el patio del Seminario y todos los jóvenes meditaron junto a los seminaristas sobre la invitación personal de Jesús. Los seminaristas guiaron una reflexión: Jesús, que se presenta como un amigo fiel e incondicional, recuerda: «no son ustedes los que me eligieron» y «yo los llamo amigos». La fe da la certeza de que lo que permanece es el amor de Jesús, por eso, es necesario permanecer en su amor para dar fruto y poder, en todo, amar y servir.
