El Fraile franciscano Marcelo Cicchinelli, visitó el programa Poliedro, que transmite Canal Orbe 21, y conversó con la periodista Gabriela Laschera acerca de la custodia de la gruta de Belén. «Es una gruta que es el corazón de Belén, es el corazón de cada uno de nosotros en esta Navidad», dijo el religioso.
La pequeña gruta tiene una capacidad de aproximadamente 40 personas, está coronada por una estrella de catorce puntas que simbolizan las catorce generaciones que relata el Evangelio de San Mateo, marca el kilómetro cero donde nació Jesús. «A unos pasos de la gruta, en la parte inferior, está el pesebre. Es el lugar donde fue puesto Jesús«, reveló el franciscano que durante un tiempo estuvo en la gruta como custodio de ese trozo de Tierra Santa.
La liturgia de Navidad en Tierra Santa
«En la noche de Navidad, el patriarca cuenta el Evangelio y el diácono va señalizando y haciendo una escenificación sagrada del hecho del nacimiento de Jesús. Mientras se lee el Evangelio, es puesto en el pesebre. Dos frailecitos se quedan contemplando al niño envuelto en pañales, puesto en el pesebre», relata Fray Marcelo.
«Tengo el privilegio de ser argentino, mendocino, de estar aquí. En este momento el mundo entero nos está mirando; el mundo entero, en cada pesebre, quiere estar aquí presente», dijo conmovido el fraile Cicchinelli. «Tiene un valor grandísimo personal, de acción de gracias por llamarte Dios a ese lugar, ser misionero allí, dar tu vida para custodiar esas piedras sagradas, esa comunidad, piedras vivientes. Pero también tiene el imperativo de llevar en el corazón a cada uno de los que están aquí y a cada hombre de buena voluntad».
Tierra humilde de tradición bíblica
Belén es la tierra donde nació David, era la última de las ciudades de Judá. «Los peregrinos me preguntan ‘¿Por qué Jesús no nació en Jerusalén?’, Porque Jerusalén pertenecía a otro territorio, y Belén era de la tierra de Judá y el Mesías tenía que nacer de Judá para cumplir todas las profecías«.
La gruta tiene una pequeña puerta llamada por los peregrinos como «la puerta de la humildad». Fray Marcelo explicó: «esa puerta tenía la función de proteger a la basílica del ingreso de caballos y de momentos difíciles de guerra y demás. La tradición del peregrino la llama ‘puerta de la humildad’, porque para ir a conocer y venerar al Rey de reyes, hay que bajar la cabeza. Hay que hacerse humildes para visitar y venerar a quien se hizo humilde, dejando su condición de Dios, tomando nuestra condición de hombres, allí, en ese lugar».
La misión franciscana en Tierra Santa
Siguiendo los pasos de San Francisco de Asís, que alcanzó una amistad con el sultán de Egipto tras la caída de Jerusalén, los frailes franciscanos van quedando y haciendo presencia en Tierra Santa a pesar de que la veneración de los lugares santos estaba prohibida. Finalmente se crea una provincia de franciscanos que se denomina Custodia de Tierra Santa, con un mandato específico de Roma para custodiar y preservar estos lugares para todos.
Con el pasar de los años, la orden franciscana logra establecer parroquias y escuelas en este territorio. «La acción social hoy en día es muy grande», revela el religioso, «los franciscanos entraban a las Iglesias que habían sido arrebatadas en Siria, y era una gran alegría ver a la gente que volvía a esos lugares. Ahí están los frailes, acompañando al pueblo a las piedras vivas. Eso es custodiar. Para eso hay que tener escuelas, colegios, donde los alumnos no todos son cristianos, también hay musulmanes. Las escuelas tienen el valor fundamental donde enseñamos a respetarnos«.
«En Tierra Santa, educar a la convivencia, con el estilo franciscano que es el respeto del hombre por ser tu hermano, imagen y semejanza de Dios, es fundamental, y hoy en día lo vemos que es fundamental», reflexionó el fraile quien también reveló que la orden tiene escuelas, colegios y universidades.
Peregrinos, corazón de Tierra Santa
Las comunidades cristianas que más están sufriendo hoy, son las que viven y vivían del turismo. Cuando vuelvan los peregrinos, eso ayudará mucho a las comunidades. «La consigna es ir a abrazar. Porque el peregrino es un portador de paz. Es uno externo y ayuda a reconstruir estos puentes necesarios de paz, es un aire fresco, una distención. Y al mismo tiempo es un generador de trabajo, que hoyes fundamental para nuestras comunidades cristianas que, si no, emigran».
«Los Santuarios de Tierra Santa son vitales y son vivos por dos elementos: por el edificio que custodia las piedras y por la comunidad cristiana que celebra la vida cristiana en esos lugares, y que son aquellos que mantienen vivo donde todo esto sucedió. Son ellos, los primeros custodios, las primeras comunidades que creyeron, se mantuvieron y se transmitieron hasta el día de hoy, porque nosotros podemos ir a venerar esos lugares. La IGlesia es madre de Tierra Santa», concluyó Fray Marcelo.