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Homilía Mons. Jorge García Cuerva – XV Domingo Tiempo Ordinario

por prensa_admin

EVANGELIO

 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     6, 7-13

    Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
    Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.
    Les dijo: «Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos».
    Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

Palabra del Señor.


Homilía Mons. Jorge García Cuerva – XV Domingo Tiempo Ordinario

Jesús envía hoy a misionar a sus discípulos y dice que lo hace enviándolos de dos en dos, de algún modo Jesús organiza la misión. Me gusta recordar siempre una frase que usábamos mucho en la época de la pandemia, por lo menos allá en mi Diócesis de Rio Gallegos, que era “La mejor ayuda es la que se organiza”.  

Cuanto más organizados estamos más efectivos vamos a ser con la ayuda a las familias más necesitadas. De algún modo hoy Jesús, de la misma manera, organizando la misión sabe que vamos a poder ser más efectivos en el anuncio del Evangelio. Y para poder organizarnos Jesús arma equipo, Jesús arma equipo primero con sus propios discípulos a los que envía de dos en dos.

En un mundo tan individualista, en un mundo en donde todavía vivimos tan “Sálvese quien pueda” Jesús nos propone por un lado, a organizarnos y por otro nos invita a armar equipo. Nos invita a poder trabajar en comunidad. El otro día en el Te Deum del 9 de julio insistía con esta idea de poder tirar todos para el mismo lado, de poder realmente formar equipo como argentinos y ponernos un objetivo común: Una vida digna para todos. 

Por supuesto que hoy nos dice el evangelio que Jesús los envió de dos en dos con también el poder sobre los espíritus impuros y uno dice “¿Qué son esos espíritus impuros?” Y en realidad tenemos que pensar en aquellas cuestiones que nos dividen, en aquellas cuestiones que nos enfrentan, en aquellas cuestiones que nos van carcomiendo internamente el alma de nuestro pueblo. 

Frente a la propuesta de Jesús de formar equipo, frente a la propuesta de Jesús de tirar para el mismo lado, frente a la propuesta de Jesús de poder realmente sentirnos parte de la misma comunidad, los espíritus impuros tienen que ver con lo que nos divide, con lo que nos enfrenta, tienen que ver con este terrorismo de las redes donde ojalá tuviésemos la misma rapidez solidarios que tenemos en poner los dedos para hacer comentarios destructivos de todo el mundo. 

Esos espíritus impuros que nos hacen mirar al otro, porque piensa distinto, como mi enemigo. Esos espíritus impuros que lo único que logran es fragmentarnos como alertaba también en el Te Deum, usar algunas de las frases de manera fragmentada para alimentar la división y finalmente fue lo que pasó. 

Por eso, creo que hoy vale la pena volver a insistir como Iglesia, ese debe ser nuestro mensaje siempre. El de la unidad respetando a los que piensan distinto, el de formar equipo y trabajar en conjunto, el de tirar todos para el mismo lado, el de organizar la ayuda para ser más efectivos y en el caso como Iglesia de organizar la misión, que es a la que hoy Jesús envía a sus discípulos.

En segundo lugar, Jesús les dice a sus discípulos que no lleven bastón, que no lleven alforja, en realidad Jesús envía a los discípulos muy livianos de equipaje. Como diciendo “Confíen en la providencia” y pienso en las veces que nosotros, cada uno en la experiencia personal, y en general lo hacemos cuando nos tenemos que mudar o cuando nos tenemos que cambiar, de un lugar a otro y uno dice “Cuantas cosas que acumulo, cuantas cosas que tengo demás”, a veces somos un poco acumuladores de cosas y nos damos cuenta cuando nos tenemos que mudar pero creo que también tenemos que reconocer que como iglesia a veces somos muy acumuladores de costumbres “Siempre se hizo así”. 

Acumuladores de cargos y entonces nos andamos peleando en las comunidades por ser el coordinador, por ser el que dirige esto, por ser el que manda aquello y pretendemos hacer valer nuestros años en la comunidad para decir “Acá el que manda soy yo” o acumuladores también de estructuras y entonces dividimos todo en la estructura de la catequesis, la estructura de la liturgia, la estructura de la caridad y si decimos “¿Y si las cambiamos?” “No, no se puede”. 

Somos un poco acumuladores, acumuladores de la nostalgia, acumuladores del pasado, acumuladores de cargos, acumuladores de costumbres y entonces creo que el evangelio de hoy nos cuestiona, nos dice y nos invita a “Ser livianos de equipaje”. Ser discípulos misioneros del Señor que confía en la providencia. Que se animan a lo nuevo y lo nuevo no tiene porque ser algo malo. Que se animan a dejar de lado cargos, estructuras, costumbres porque como nos ha dicho el Papa Francisco hasta el cansancio “El veneno de la Iglesia es el `siempre se hizo así´”. 

Miedo a los cambios que en general tenemos justamente por ser tan acumuladores. Hoy el sacerdote, Amasías en la primera lectura le dice al profeta “Ándate de acá. Volve a tu lugar, acá no te queremos”. Y ¿Por qué hace eso Amasías? Porque justamente el profeta venía a cuestionar, el profeta venía con una propuesta de cambio, el profeta venía a decir en nombre de Dios “Las cosas no pueden seguir así”. Entonces Amasías le pide por favor que se vaya. 

Cuántas veces nosotros, a veces en las comunidades a veces frente a las propuestas de los jóvenes o frente a las propuestas de los que llegan recién que vienen bien liviano de equipaje y livianos de prejuicios, y dicen “¿Y si hacemos las cosas de otra manera?” les bajamos la cortina diciendo “Acá siempre se hizo así, vos y tus ideas nuevas. No van a funcionar”. 

Acumuladores de costumbres, acumuladores de cargos, acumuladores de estructuras con miedo al cambio. Pidámosle al Señor que el Espíritu Santo nos de un sacudón fuerte y nos animemos a andar livianos de equipaje como aquellos primeros discípulos que mandó el Señor. 

En tercer lugar, entrando ya en las vacaciones de invierno, hay muchos grupos misioneros de nuestras comunidades que justamente dedican estas vacaciones a la misión. Hoy Jesús envía a la misión y por eso quería que rezaremos especialmente por los grupos misioneros que en estas vacaciones salen al anuncio del evangelio en distintos lugares del país. Pero también pedirle que cada uno de nosotros tome conciencia de que somos misioneros del Señor. 

Tomemos conciencia que nuestra misión como cristianos no puede ser guardarnos el hermoso tesoro que tenemos que es haber conocido al Señor. Por eso, tomando el documento de Aparecida un documento que escribieron los obispos latinoamericanos en 2007 y que sigue teniendo mucho vigencia (aquí muestro la tapa) en general es un documento conocido y si no es conocido, vale la pena ser conocido. 

Insiste tantas veces en el documento de Aparecida con la necesidad de que seamos cristianos misioneros y ¿Por qué? Porque dice que “La alegría del discípulo no es un sentimiento de bienestar egoísta sino una certeza que brota de la fe, que serena al corazón y capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios”.

Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona. Haberlo encontrado en nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida y darlo a conocer con nuestras palabras y obras es nuestro gozo. Por eso la Iglesia es misionera, porque tenemos para compartir lo más lindo que nos pasó, que es haber conocido a Jesús. Más adelante el documento de Aparecida tiene otro texto muy lindo que dice: “Jesús invita a todos a participar de su misión. Que nadie se quede de brazos cruzados. Ser misionero es ser anunciador de Jesucristo con creatividad y audacia en todos los lugares donde el evangelio no ha sido suficientemente anunciado o acogido, en especial, en los ambientes difíciles y olvidados y más allá de nuestras fronteras”. 

Seamos misioneros del evangelio nos dice Aparecida, no sólo de palabras sino también con toda nuestra vida entregando la en el servicio, incluso, hasta el martirio. Pedimos a Dios entonces en esta misa por todos los grupos misioneros que en estas vacaciones de invierno salen a anunciar el evangelio. Pedimos especialmente para que seamos todos nosotros cristianos misioneros, no nos quedemos dentro de nuestros templos. Seamos iglesia en salida, seamos cristianos de lunes a lunes no solamente los domingos en la misa. 

Como nos dice Aparecida, tenemos lo más lindo para compartir. Conocimos a Jesús, transmitamos al mundo que Dios nos ama, transmitamos al mundo que Dios nos quiere felices, que Dios nos quiere dignos. Y ¿Cómo lo hacemos? En equipo. En comunidad, no nos cortamos sólos, combatiendo el espíritu impuro del egoísmo del enfrentamiento de la confrontación de vernos como enemigos y lo hacemos livianos de equipaje. Animándonos a lo nuevo, livianos de costumbres y estructuras que, a veces, hacen que el anuncio del Evangelio sea demasiado pesado. 

Al modo de Jesús le pedimos a Dios ser una Iglesia misionera, ser Iglesia en salida como tanto nos ha insistido en estos años nuestro querido Papa Francisco.

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