Conversamos con David Solari, el es director en el Instituto San Isidro Labrador y nos comparte los desafíos de acompañar a las familias desde la escuela católica en la actualidad.
En su ideario, el Colegio San Isidro Labrador cuenta que «La educación es un proceso permanente que personaliza y socializa al hombre, entendido éste, como criatura hecha a imagen y semejanza de Dios, a la que el bautismo lo constituye en miembro del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Enseñamos conforme a la aceptación del mensaje evangélico y a los principios y enseñanzas de la iglesia, vividos en un ambiente de fe y caridad fraterna. Nuestra educación está centrada en la promoción de los valores humanos y trascendentes. Educamos para que la libertad esté unida a la responsabilidad, procurando afirmar los valores de bien y la verdad, como así también para lograr la dimensión ética-religiosa para una educación integral. Específicamente, pretendemos que los alumnos comiencen a saber cómo guiarse a sí mismos, con la ayuda de sus padres y docentes, como personas libres, interpretando el buen uso de su libertad abiertos a la verdad y al bien. Promovemos la participación activa de niños y jóvenes en todas las actividades educativas, en forma individual o comunitaria. Asumimos que la dimensión religiosa conforma todos los actos de la vida escolar y se constituye en la animación de la labor cotidiana. Por lo tanto, no sólo se evidencia en la enseñanza sistemática de la religión, sino fundamentalmente en la vivencia permanente de los valores evangélicos y la adhesión al magisterio de la Iglesia, de todos los miembros de la comunidad educativa. Estamos llamados a la participación co-responsable, al intercambio, al diálogo y a la integración en los esfuerzos cotidianos. La presencia de sacerdotes y laicos, enriquece la acción educativa y evangelizadora de la escuela. Fundamentamos la convivencia en las virtudes y los valores, teniendo a Jesucristo como modelo. Las relaciones educativas se caracterizan por el respeto mutuo, la solidaridad, la orientación personal, la sinceridad y la participación entre los miembros de la comunidad, promoviendo un clima de trabajo fraterno, alegre y abierto, que revalorice el ejercicio de la libertad responsable en un ambiente de auténtica caridad. Estamos insertos en la pastoral diocesana a través de la Parroquia como un agente muy importante, atentos a lograr una síntesis entre la cultura y la fe, entre la fe y la vida, abiertos a la comunidad circundante con una decidida opción por los más necesitados».