En una emotiva celebración, y con un templo completo, en la iglesia de San Benito Abad el Cardenal Mario Poli ordenó a los nuevos pastores que se suman a la Iglesia porteña para acompañar y sostener al Pueblo de Dios.
«Presidir la eucaristía es sumergirse en el horno ardiente del amor de Dios», les dijo Mario Poli a Jesús Carides, Ignacio Leggieri, Gonzalo Mordeglia y Hugo Portillo, los nuevos presbíteros de la arquidiócesis. El Arzobispo y Cardenal Primado de la Argentina, consagró a los jóvenes en la celebración que tuvo lugar en la Iglesia de San Benito, en el barrio porteño de Belgrano.
Con un templo colmado, Mons. Poli les dijo a los nuevos ministros que “San Pablo les pide a los filipenses que «tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús». Si esto es tan necesario para toda acción pastoral, cuánto más cuando presidan el culto eucarístico».
Además, les pidió que «recuerden que han sido elegidos de entre los hombres y puestos al servicio de los hombres en las cosas que se refieren a Dios, no buscando sus intereses sino los de Jesucristo, que siempre los va a acompañar».
Los nuevos sacerdotes de la iglesia católica en la ciudad estuvieron durante 8 años preparándose para este momento en el Seminario Metropolitano de la Inmaculada Concepción y venían desarrollando su camino de formación en diferentes parroquias y con distintas tareas.
Los jóvenes eligieron como lema de ordenación el pasaje evangélico de San Juan: «¿Me amas? Apacienta mis corderos». En relación con el lema, y como pastor de la arquidiócesis porteña, el Cardenal Mario Poli los instó a: «Anunciar a todos los hombres la Palabra de Dios que ustedes mismos han recibido con alegría. Mediten la ley del Señor, crean lo que leen, enseñen lo que creen y practiquen lo que enseñan».
Para finalizar su homilía, Poli les dijo que: «Tengan siempre presente el ejemplo del Buen Pastor que no vino a ser servido sino a servir y a buscar y salvar lo que estaba perdido. «Convertidos en instrumentos para que arda en la tierra el fuego de su amor», confíen en quien los llamó y los envía; gasten todas sus energías juveniles «para que toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor»».
Los nuevos sacerdotes fueron muy aplaudidos por la feligresía que acompañaba alegre el momento de su consagración. Luego de la ceremonia, hubo saludos y abrazos de mucha emoción y felicidad con familiares, amigos y miembros de las diferentes comunidades.