La celebración de la Misa Crismal reunió esta mañana de Jueves Santo, a los sacerdotes, obispos y diáconos de la Arquidiócesis de Buenos Aires junto al Pueblo de Dios en la Catedral Metropolitana de la ciudad, para la renovación de las promesas sacerdotales y la bendición de los óleos que se utilizan en la celebración de los sacramentos.
La celebración, presidida por el Arzobispo Mario Poli, contó con la presencia del Nuncio Apostólico, Monseñor Miroslaw Adamczyk, y recordó la institución del ministerio sacerdotal en cada lectura y en cada signo.
Durante la homilía, el Arzobispo recordó que el Evangelio es una Palabra Viva que ilumina todas las realidades humanas y reflexionó sobre la palabra HOY en el Evangelio de San Lucas, «En labios de Jesús ese HOY está cargado de buenas noticas y de compasión».
Poli destacó el papel mediador del sacerdocio entre Dios y los hombres, «amor fraterno y oración constante por lo que el Señor nos encomienda, son las dos notas que hacen de nuestro pastoreo un puente entre los fieles y el Dios del consuelo».
Al repasar los sacramentos que el orden sagrado permite administrar, el arzobispo se detuvo a reflexionar que «todos debemos reconocer que somos una legión de perdonados, y haber experimentado la misericordia en nuestras vidas nos hace tomar conciencia del oficio de amor con el fuimos investidos, no para gloriarnos, sino para gastarlo generosamente en el confesionario«.
También destacó la celebración de la Eucaristía de entre los sagrados misterios y resaltó que es «un modo de ser que pasa de Jesús al cristiano y, por su testimonio, tiende a irradiarse en la sociedad y en la cultura».Al hacer referencia al camino sinodal que reunió fraternalmente a todos los sacerdotes, Poli se dirigió a todo el clero al recordar la invitación de Jesús «permanezcan en mi amor», y vincularla con la Encíclica del Papa Francisco sobre la fraternidad y la amistad social, «Por su propia dinámica, el amor reclama una creciente apertura, mayor capacidad de acoger a otros», y reflexionó «Si la fraternidad sacerdotal crece entre nosotros, será el mejor modo de predicarla, y su proyección sobre la sociedad civil será nuestro mejor aporte al ideal de paz y de justicia para construir una Patria de hermanos«.
Al finalizar la homilía, todos los sacerdotes presentes, desde el más antiguo hasta el más recientemente ordenado, renovaron sus promesas sacerdotales respondiendo a coro fuertes ¨Sí, queremos¨ a las invitaciones del arzobispo de renuncia, entrega y servicio por amor a las almas.
En un cálido y sencillo signo, se bendijeron los tres óleos que durante este año aliviarán a los enfermos, ungirán a los catecúmenos que nazcan a una vida nueva en la Iglesia como Hijos de Dios, y consagrarán al Padre a quienes reciban los diferentes sacramentos.
Tras la consagración del pan y el vino y la comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo de todos los sacerdotes y laicos presentes, antes de impartir la bendición final, Mario Poli agradeció las reflexiones del Padre Horacio Della Barca durante la adoración por las vocaciones previa a la Misa Crismal.
En la entrada a las celebraciones del Triduo Pascual, el arzobispo se despidió deseando una Feliz Pascua de Resurrección a todo el Pueblo de Dios de la Arquidiócesis de Buenos Aires.