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Misa de Traslado de la Diócesis Primada a Santiago del Estero: «Elegimos la verdad histórica»

por Justina Kleine

El traslado de la Diócesis Primada de Argentina de Buenos Aires a Santiago del Estero se celebró con una misa en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires presidida por Monseñor Vicente Bokalic y Monseñor Jorge García Cuerva.

Hace poco más de un mes el Papa Francisco anunció el traslado del Título Primacial a la Diócesis de Santiago del Estero, en un acto de reparación histórica que reconoce que la primera Diócesis fundada en territorio argentino fue en la actual ciudad capitalina de Santiago del Estero.

Aquella que fue la ciudad madre de ciudades, a partir de donde se fue expandiendo la sociedad desde la llegada de los colonizadores, también es madre de Diócesis, desde donde la Iglesia Católica se fue difundiendo con el anuncio del Evangelio.

»Este título de Iglesia Primada es la que, históricamente, fue la primera fundada en Argentina, y fue en territorio santiagueño, en 1570«, explicó el Arzobispo García Cuerva durante la homilía, y agregó: »Hoy nosotros también elegimos, elegimos la verdad histórica: Santiago del Estero es la Diócesis más antigua, por eso es la primera«.

»Elegimos la fraternidad, porque, aunque algunos vieron aquí una intención de desvalorizar a Buenos Aires, en realidad, lo que elegimos es la fraternidad. No nos van a pelear, que se queden con las ganas«, reforzó García Cuerva, »Somos hermanos, somos Iglesia; elegimos la fraternidad, elegimos la cultura del encuentro, elegimos tender puentes«, agregó.

El Arzobispo reveló que, aunque la Iglesia de Buenos Aires deja de ser la primada por rigor histórico, no deja de tener una misión: »Queremos volver a elegir y renovarnos en ser una Iglesia misionera, en ser una Iglesia en la calle, en ser una Iglesia abierta, en ser una Iglesia alegre que anuncia el Evangelio sin asco, sin miedo y sin demora« anunció.

»Que este paso, en el que elegimos la verdad histórica, en el que elegimos la fraternidad, sea un paso también de todos a elegir una vez más la fidelidad a Jesús y su proyecto del Reino«, finalizó el Arzobispo.


 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     6, 60-69

    Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: »¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?«

    Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: «»¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?«

        »El Espíritu es el que da Vida,

        la carne de nada sirve.

        Las palabras que les dije son Espíritu y Vida.

    Pero hay entre ustedes algunos que no creen«.

    En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.

    Y agregó: »Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede«.

    Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de Él y dejaron de acompañarlo.

    Jesús preguntó entonces a los Doce: »¿También ustedes quieren irse?«

    Simón Pedro le respondió: »Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios«.

Palabra del Señor.


Homilía de Mons. Jorge García Cuerva durante la Misa por el Traslado Primacial a Santiago del Estero

La gente hoy le dice a Jesús: “Que duro es este lenguaje”, las palabras de Jesús interpelan, las palabras de Jesús cuestionan. Las palabras de Jesús muchas veces resultan duras y difíciles de llevar adelante. La gente lo venía siguiendo a Jesús porque habían quedado impresionados con la multiplicación de los panes y de los pescados y entonces, querían más pan y querían más pescados. Pero Jesús no es un demagogo y entonces Jesús aprovechando el milagro ya viene los domingos pasados diciendo: ”Yo soy el pan de vida, el que come mi carne y bebe mi sangre”. Y claro todas estas palabras les resultaba extraño, ¿Cómo comer la carne de Jesús, cómo beber su sangre, de qué nos está hablando este Señor que hace un rato nos dio panes y pescados gratis y ahora nos dice que el que no come su carne y bebe su sangre no tiene vida eterna? ¿De qué está hablando este señor? 

Por eso el lenguaje les resulta tan duro. De algún modo se desilusionan, no terminan de comprender el mensaje de Jesús y creo que eso también nos pasa a nosotros. ¿Cuántas veces hay palabras de Jesús que nos resultan difíciles, duras, complicadas de vivir? Tan sólo recordar que nos pide que nos perdonemos los unos a los otros siempre, sin límite. Cuando nos dice que amemos al enemigo, qué desafío que tenemos nosotros también, con el mensaje del Señor y cuántas veces también igual que la gente decimos “Qué duro es este lenguaje Jesús, qué difícil que es seguirte”. Por eso al comienzo del capítulo 6 del Evangelio de hoy, a Jesús lo siguen cinco mil hombres sin contar mujeres y niños, con lo cual es un montón la gente que lo seguía en el momento de la multiplicación de los panes y pescados.

 Hoy llegamos al final de ese capítulo 6 del Evangelio de Juan y ya no lo siguen más que los doce. De cinco mil el rating de Jesús pasó a doce. Claro, a Jesús no le preocupa porque Él no es un conductor de televisión, no está midiendo el minuto a minuto cómo se hace en los programas de televisión. Nosotros a veces estamos obsesionados por los números y medimos si una misa se celebró bien, ¿Cuánta gente vino?. Y si vamos a un retiro espiritual, la pregunta es ¿Cuántos fueron al retiro?. Y añoramos épocas pasadas, hablando de la época en que los encuentros de jóvenes juntaban más de ciento cincuenta mil en la década del ochenta. Esos recuerdos con olor a naftalina que nos hacen medir el éxito pastoral en función de los números. Si fuese así, lo de Jesús fue un absoluto fracaso. De cinco mil en el mismo capítulo 6 de Juan pasó a doce. 

Doce que en medio están dudando en seguirlo o no seguirlo. Y pensemos tan sólo en el momento de mayor demostración de amor cuando entrega su vida en la cruz, solamente había cuatro. María, María Magdalena, la otra María y el discípulo amado. En términos de rating, el programa de Jesús había que sacarlo prontamente de la televisión. Era un fracaso. Pero a Jesús no le importan los números. Le importa cumplir la misión del Padre. Le importa ser fiel al proyecto del Reino. Por eso, aunque la gente hoy lo abandona, Jesús sigue insistiendo con que Él es el Pan de vida, que viene a saciar el hambre más profundo del corazón humano. La Eucaristía es la respuesta de Dios al hambre profundo que tiene nuestro corazón. Y por eso, el Señor no vuelve a ser una multiplicación de panes y pescados, aunque la gente era lo que pedía.

Pensaba también que hoy el Evangelio es un Evangelio que nos llama a elegir. El Señor le dice a los discípulos: “¿Ustedes también quieren irse?”. Y Pedro toma la voz cantante y dirá: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Pedro elige a Jesús. Pedro le dice que “Sí” a Jesús. Claro, ese sí después hay que aprender a sostenerlo. Qué difícil habrá sido para Pedro sostener el sí en el momento de la Pasión. De hecho, sabemos que lo negó tres veces. Qué difícil habrá sido para Pedro sostener el “Sí” cuando la iglesia primitiva fue perseguida. Qué difícil habrá sido para Pedro sostener el “Sí” cuando fue encarcelado y después crucificado. Qué difícil también es para nosotros sostener las elecciones de la vida. 

Pienso en aquellos que se habrán casado, el día del matrimonio, igual nos pasa a los curas el día de la ordenación está todo el mundo y nos sacan fotos y nos aplauden. Ese “Sí” es importante. Pero estoy convencido que hay otros “Sí” que son mucho más importantes, que son los que se dan en la oscuridad, en el dolor, en la fidelidad cuando pasan los años y uno vuelve a decir que “Sí”, sin fotos ya y sin aplausos. 

Hoy somos invitados a elegir a Jesús una vez más. En la primera lectura, Josué le dice al pueblo: “Elijan hoy a quién quieren servir”. Hoy también se nos dice a nosotros, elijamos a quién queremos servir. ¿Queremos servir al Señor a pesar de que a veces su lenguaje es duro y que nos desafía a amarnos, más allá de todo y sin límites?. ¿Estamos dispuestos a elegir a Jesús aunque nos dice que tenemos que amar al enemigo y que tenemos que perdonarnos siempre? ¿Estamos dispuestos a elegir a Jesús aunque seamos unos pocos y no midamos nuestro éxito pastoral por los números? ¿Estamos dispuestos a elegir a Jesús en un mundo en el cual a veces a Dios no se le da lugar y parecería que el Evangelio es un proyecto contracultural? Hoy también queremos elegir a Jesús y lo hacemos en el contexto de esta misa en la cual se celebra el traslado del Título Primacial de Buenos Aires a Santiago del Estero. Este título de Iglesia Primada que repetimos una y mil veces que es la que primera fue históricamente fundada en la Argentina y fue en territorio santiagueño en 1570. Por eso, entonces, hoy nosotros también elegimos. 

Elegimos la verdad histórica. Santiago del Estero es la Diócesis más antigua, por eso es la primera. Elegimos dar información con datos frente a la especulación berreta que trató de interpretar al Santo Padre y de buscar la quinta pata al gato, tratando de buscar elucubraciones de por qué el Santo Padre decidía esto. Elegimos la información, los datos históricos y no la pseudo interpretación de algunos. Y elegimos también la fraternidad porque algunos vieron aquí una intención de desvalorizar a Buenos Aires. En realidad lo que elegimos es la fraternidad. No nos van a pelear a Buenos Aires con el interior. No nos van a pelear a Santiago del Estero con Buenos Aires. Que se queden con las ganas. Somos hermanos. Somos Iglesia. Elegimos la fraternidad. Elegimos la cultura del encuentro. Elegimos tender puentes. En definitiva elegimos a Jesús. Elegimos entre todos construir su proyecto de vida. 

Como Iglesia de Buenos Aires, que hoy damos este paso de dejar de ser la Iglesia Primada de Argentina, vuelvo a insistir por rigor histórico, queremos volver a elegir y renovarnos en ser una Iglesia misionera. En ser una Iglesia en la calle. Es ser una Iglesia abierta. En ser una Iglesia alegre. Que anuncie el Evangelio sin asco, sin miedo y sin demora, como nos dice nuestro querido Papa Francisco en Evangelii Gaudium. Que este paso en el que elegimos la verdad histórica, que este paso en el que elegimos la fraternidad, sea un paso también de todos, elegir una vez más la fidelidad a Jesús y su proyecto del reino. Amén.

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