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Santa Misa por la elección del Papa en la Catedral Metropolitana

por prensa_admin

Este mediodía del 7 de mayo se realizó la Santa Misa por la elección del Papa en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires en el marco del inicio del cónclave donde los cardenales eligen al sucesor de San Pedro. La Eucaristía fue presidida por el nuncio apostólico en Argentina, Mons. Miroslaw Adamczyk, donde se hizo presente el pueblo fiel de Dios que peregrina en la ciudad. 

A la luz del Evangelio, en su homilía Mons. destacó: “ El último domingo, hace tres días, en el Vaticano se cerraron los novendiales. Los nueve días de duelo después del funeral del querido Papa Francisco. Este tiempo, ha servido a toda la Iglesia para agradecer a Dios por todo el bien que ha hecho a la Iglesia a través del servicio de la persona y de la obra de Papa Francisco. Estamos celebrando esta Eucaristía en la antigua Catedral del Cardenal Bergoglio. Estoy profundamente convencido que la Iglesia en Argentina está llamada a conservar el patrimonio y la enseñanza del Papa argentino. Deben estar orgullosos de su compatriota que, por doce años, dirigió el rebaño del Señor en la Tierra”.

Luego agregó: “Recemos con insistencia al Señor para que nos done un nuevo pastor según su corazón. Para que nos guíe al conocimiento de Cristo, a su amor y a la verdadera alegría. La Iglesia católica es consciente de haber conservado en fidelidad a la tradición apostólica y a la Fe de los padres el ministerio de sucesor de Pedro”. 

Luego prosiguió: “La primera misión de Pedro y sus sucesores es justamente la de cuidar y proteger la Iglesia. El obispo de Roma, por su carácter episcopal, se explicita en primer lugar en la transmisión de la Palabra de Dios y por eso esta tarea incluye una responsabilidad específica y particular en la misión evangelizadora en el mundo entero. La tarea episcopal que el romano pontífice tiene con respecto a la transmisión de la Palabra de Dios se extiende también dentro de toda la Iglesia. Como tal, es un oficio magistral, supremo y universal. Es una función que implica un carisma, una asistencia especial del Espíritu Santo al sucesor de Pedro que involucra también, en ciertos casos, la prerrogativa de la infalibilidad”.

También añadió: “Pedimos que la luz del Espíritu Santo ilumine a los Cardenales, pero también pedimos la fuerza, para que el elegido acepte. `Apacienta mis ovejas´, decía Jesús a Pedro. `Te lo aseguro, cuando eres joven, tú mismo te vestías e ibas adonde querías. Cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te atará y te llevará adonde no quieras´. Estas palabras que Jesús dirige a Pedro a la orilla del lago de Tiberíades son válidas para todos los sucesores de Pedro porque ser Papa No es sólo un honor, sino que una gran responsabilidad y sacrificio. Sacrificio de su vida, un Papa no mantiene la vida privada. Es totalmente dedicado, consagrado a la Iglesia”. 

Para concluir subrayó: “Señor, danos un Pastor que nos lleva a volver la mirada a lo alto y nos haga entender que nuestro destino no es esta tierra, sino en la gloria del cielo, donde reinaremos contigo. Señor, ilumina a los cardenales que huyan de la tentación de la mundanidad y del poder, que busquen sólo Tu gloria y el bien de la Iglesia, y que se abren a la inspiración de Tu Santo Espíritu. Que así sea”.


Homilía Miroslaw Adamczyk en la Misa por la elección del Papa 

Su excelencia Monseñor Eduardo Taussig, obispo emérito de San Rafael, reverendo padre Alejandro Russo, rector de la basílica Catedral, reverendos padres, reverendos hermanos también saludo a distancia todos los obispos argentinos que están reunidos en la Asamblea General de la Conferencia Episcopal, queridos hermanos y hermanas en Cristo. 

El último domingo, hace tres días, en el Vaticano se cerraron los novendiales. Los nueve días de duelo después del funeral del querido Papa Francisco. Este tiempo, después de su piadosa muerte, acontecida el 21 de abril, ha servido a toda la Iglesia para agradecer a Dios por todo el bien que ha hecho a la Iglesia a través del servicio de la persona y de la obra de Papa Francisco. 

Estamos celebrando esta Eucaristía en la antigua Catedral del Cardenal Bergoglio. Estoy profundamente convencido que la Iglesia en Argentina está llamada a conservar el patrimonio y la enseñanza del Papa argentino. Deben estar orgullosos de su compatriota que, por doce años, dirigió el rebaño del Señor en la Tierra. 

Recordando con tristeza la muerte del Santo Padre Papa Francisco, no podemos dejar de reconocer la importancia en la vida eclesial de un liderazgo que mantenga la unidad de los cristianos. Santa Catalina de Siena nos recuerda que no existe el catolicismo sin la guía moral, humana y espiritual del Papa. La Iglesia lo necesita para mantenerse fiel y al mismo tiempo unida. 

A Pedro Jesús le dijo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos”. Por esta razón, estamos aquí reunidos en la Catedral de Buenos Aires en unión con los cardenales que en este momento entran en la Capilla Sixtina para pedir la luz del Espíritu Santo. 

Recemos con insistencia al Señor para que nos done un nuevo pastor según su corazón. Para que nos guíe al conocimiento de Cristo, a su amor y a la verdadera alegría. La Iglesia católica es consciente de haber conservado en fidelidad a la tradición apostólica y a la Fe de los padres el ministerio de sucesor de Pedro. Pedimos a Dios que nos de el ducentésimo sexagésimo séptimo sucesor de San Pedro.

En la lectura del Evangelio que hemos escuchado hace un momento, hemos visto que para los discípulos de Cristo, Jesús les recomendó permanecer en su amor. “Como el Padre me amó, así yo los he amado. Permanezcan en mi amor”.

Recordemos también la aparición de Jesús resucitado en el lago de Tiberíades en el capítulo 21 del Evangelio de San Juan. Cuando Jesús le preguntó tres veces a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿Me quieres más que estos?” La respuesta de Pedro fue siempre: “Sí, Señor, te quiero”. Y Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. 

La primera misión de Pedro y sus sucesores es justamente la de cuidar y proteger la Iglesia. El obispo de Roma, por su carácter episcopal, se explicita en primer lugar en la transmisión de la Palabra de Dios y por eso esta tarea incluye una responsabilidad específica y particular en la misión evangelizadora en el mundo entero. La tarea episcopal que el romano pontífice tiene con respecto a la transmisión de la Palabra de Dios se extiende también dentro de toda la Iglesia. Como tal, es un oficio magistral, supremo y universal. Es una función que implica un carisma, una asistencia especial del Espíritu Santo al sucesor de Pedro que involucra también, en ciertos casos, la prerrogativa de la infalibilidad.

Como todas las iglesias están en comunión plena y visible, porque todos los pastores están en comunión con Pedro y así en la unidad de Cristo. Del mismo modo, los obispos son testigos de la verdad divina y católica cuando enseñan en comunión con el romano pontífice. 

Junto a la función magistral del primado, la misión del sucesor de Pedro, sobre todo la Iglesia, comporta la facultad de realizar los actos de gobierno eclesiástico necesarios o convenientes para promover y defender la unidad de la fe y de comunión. 

La unidad de la Iglesia, al servicio de la cual se sitúa de modo singular el ministerio del sucesor de Pedro, alcanza su más elevada expresión en el sacrificio eucarístico, que es centro y raíz de la comunión eclesial, comunión que se funda también necesariamente en la unidad del Episcopado. Por eso, toda celebración de la Eucaristía se realiza en unión no sólo con el propio obispo, sino también con el Papa. Por esta razón, durante cada Misa mencionamos el nombre del Papa y del Obispo. Nos sentimos un poco huérfanos en estos días cuando escuchamos solamente el nombre del Obispo. 

Cada sucesor de Pedro tiene una enorme responsabilidad por la Santa Iglesia y nadie puede pretender de cubrir sólo esta gran responsabilidad y honor. “No me eligieron ustedes a mí, yo los elegí a ustedes y los destiné para que vayan y den fruto”. Son justamente los Cardenales que elegirán al próximo Papa. 

Pedimos que la luz del Espíritu Santo ilumine a los Cardenales, pero también pedimos la fuerza, para que el elegido acepte. “Apacienta mis ovejas”, decía Jesús a Pedro. “Te lo aseguro, cuando eres joven, tú mismo te vestías e ibas adonde querías. Cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te atará y te llevará adonde no quieras”. Estas palabras que Jesús dirige a Pedro a la orilla del lago de Tiberíades son válidas para todos los sucesores de Pedro. Porque ser Papa No es sólo un honor, sino que una gran responsabilidad y sacrificio. Sacrificio de su vida, un Papa no mantiene la vida privada. Es totalmente dedicado, consagrado a la Iglesia.

Señor Jesús, Hijo del Dios vivo, Tú eres el Señor, el único Salvador. Mira a Tu pueblo en esta hora de orfandad y manda a Tu Espíritu Santo a renovar la faz de la Iglesia. Concédenos un Papa Santo que santifique al rebaño, que lo gobierne con la verdad y la caridad, que le enseñe con la claridad de Tu perenne Evangelio y doctrina.

Danos un Papa que predique con pasión y ardor Tu Evangelio, que proclame que Tú eres el único Señor y Salvador, que atraiga suavemente a las naciones a Tu reino, que dé testimonio valiente de la única verdad que eres Tú. Danos un Papa lleno de amor y misericordia con los pobres y los pecadores. Un Pastor que cure las heridas, que sea incansable en llamar a la conversión, pues sin arrepentimiento tampoco hay perdón. 

Señor, danos un Pastor que nos lleva a volver la mirada a lo alto y nos haga entender que nuestro destino no es esta tierra, sino en la gloria del cielo, donde reinaremos contigo. Señor, ilumina a los cardenales que huyan de la tentación de la mundanidad y del poder, que busquen sólo Tu gloria y el bien de la Iglesia, y que se abren a la inspiración de Tu Santo Espíritu. Que así sea.

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