El Arzobispo García Cuerva invitó a los jóvenes de la Arquidiócesis: «Animate a ser feliz, animate a entregar la vida. Porque esta vida está para ser vivida con todo. Hay mucho por hacer.» Lo hizo en la Vigilia del Buen Pastor en la que los jóvenes reflexionaron sobre el llamado a la alegría que les hace Dios. Frente a Jesús Sacramentado, cada uno pudo escuchar de manera personal la invitación que Jesús hace al joven rico del Evangelio.
Al anochecer, los grupos de las diferentes parroquias y movimientos de la ciudad se fueron congregando en el patio del Colegio Marianista, en la Avenida Rivadavia. Bajo el lema «Tendrán una alegría que nadie les podrá quitar«, la Vigilia invitó a un encuentro personal con Jesús para escuchar el llamado que Él tiene para hacer a cada uno como lo hizo con el joven rico: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme» (Mc. 10, 21).
Un llamado personal a la felicidad
En un clima de oración y reflexión, 5 jóvenes se animaron a dar testimonio de la invitación que les había hecho Jesús. Cada uno con su historia, cada uno con sus luces y sus sombras, pero todas con un punto en común: ese «más» al que los invitaba Jesús no era otra cosa que el jugárselas por la felicidad, la que Dios sueña para cada uno de sus hijos.
Un seminarista, una postulante a la vida religiosa, un misionero y un matrimonio. Todos experimentaron diversas emociones. Por momentos el miedo a arriesgarse y salir de su plan, a veces la incertidumbre del futuro desconocido, también la alegría de compartir y darse a los demás, la bronca frente a las injusticias y el dolor de los más pobres, las preguntas frente a situaciones inexplicables.
Entre tantas preguntas y emociones, cada uno fue descubriendo que había un modo de ser más auténticos, y que había alguien que los invitaba a animarse a esa autenticidad, a pesar de las dificultades, a pesar de los miedos. Al responder al llamado a «ese más», descubrieron la alegría. La alegría en la espera «de poder llegar a ser instrumento de Dios para impartir los sacramentos»; la alegría de consagrarse «por la gente, por los pobres, por los más sencillos, porque vale la vida»; la alegría de «Presentar a un Dios que nos ama sin importar las costumbres ni tradiciones de cada cultura»; la alegría de reconocer «ese ´más´ en el amor de Dios derramado en la familia».
Un final distinto para el joven rico
Antes de finalizar la Vigilia del Buen Pastor, el Arzobispo dio un mensaje a los jóvenes. Al recordar la frase «Si querés hacer reír a Dios, contale tus planes», reflexionó: «Dios se va a reír y va a decir, no, yo tengo pensado otra cosa para vos. Yo quiero que seas plenamente feliz, ¿cómo te vas a conformar con tan poco?«.
Además, advirtió que «Un problema que a veces tienen muchos de los pibes de hoy, es que, cuando les preguntas cuáles son sus proyectos te dicen «no sé«… Pibes que parecen jubilados antes de tiempo que no se animan a soñar en grande y pensarse de acá a diez o veinte años. Por eso me gusta agregar que, cuando quieras que Dios se quede preocupado o medio entristecido, contale tus planes y proyectos. Porque Dios sí quiere que sueñes en grande, porque, por sobre todas las cosas, fuimos creados para ser felices«.
El Arzobispo los exhortó a reescribir el final del Evangelio del joven rico: «Vos sos hoy el joven rico. Si alguna vez escuchaste la voz y no te animaste, hoy te lo vuelve a decir. Dale, démosle otro final a esta lectura. Dejá que tu corazón se llene de alegría. Decile que sí a Jesús, Él te invita«.