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Recuperar la esperanza en diálogo con la alegría

por Justina Kleine
Encuentro de agentes pastorales en Vicaría Belgrano

Más de 200 agentes pastorales de la Vicaría Belgrano se reunieron para reflexionar, junto con el Arzobispo Jorge García Cuerva, algunos cursos de acción para recuperar la esperanza en diálogo con la alegría. Un comienzo del camino al Jubileo 2025 que propuso el Papa Francisco, con la revolución de la alegría a la que invita García Cuerva en su Carta pastoral.

Con los saludos propios del reencuentro, los agentes pastorales de las diferentes comunidades de la Vicaría Belgrano, se acomodaron en el auditorio del Colegio del Pilar. Comenzaron cantando algunas canciones de alabanza y preparando el mate para escuchar las palabras del Arzobispo.

Jorge García Cuerva, comenzó aclarando que no se trata de empezar de cero con el diálogo y el discernimiento: «No es que cortamos con el Sínodo, ahora la carta de la alegría, cortamos con la alegría, vamos con la esperanza… Tenemos que ir encontrando como una continuidad de reflexión y de acción«. Y agregó: «Ahora entonces entramos en diálogo con lo que nos propone la Santa Sede sobre el tema de la esperanza».

Dos virtudes que van de la mano

El Arzobispo comenzó su discurso citando al beato Cardenal Pironio: «Un hombre de esperanza es necesariamente alegre y un hombre alegre siempre tiene el corazón dispuesto a la esperanza. La alegría y la esperanza están inseparablemente unidas«. García Cuerva insistió en que estas dos virtudes no pueden vivirse separadas e invitó a los agentes pastorales a ponerlas en práctica en el día a día.

«Me parecía, entonces, que nuestra reflexión tiene que ser en torno a poder, una vez más, saber que tanto la alegría como la esperanza radica en nuestro encuentro personal con el Señor«, reflexionó el Arzobispo. Un encuentro personal que será sostén y pilar, que necesita de la alegría y de la esperanza: «La alegría de saber que seguimos sosteniéndonos, justamente, en la esperanza del Señor resucitado«.

Un encuentro que no es de una vez y para siempre. «Yo quisiera animar, en este tiempo en el que vamos a entrar en este Jubileo de la Esperanza, a que recomencemos todos desde Cristo. Que podamos dejarnos evangelizar. Que podamos volver a pedirle al Señor la gracia del encuentro personal con Él», reflexionó el Arzobispo. Y agregó: «Solo el encuentro personal con el Señor nos podrá renovar en la alegría y la esperanza. Volvamos a pedirle al Señor la gracia de ser discípulos».

Las tentaciones contra la alegría y la esperanza

Consciente de las dificultades y problemáticas que enfrentan muchas de las familias de la Ciudad de Buenos Aires, el Arzobispo advirtió que no hay que permitir que nos arrastren a perder la alegría y la esperanza: «Hay tentaciones que nos hacen perder la alegría y la esperanza«, aseguró.

«La primera, es la desesperación ante el fracaso«, enumeró el padre Jorge. «Si yo sigo creyendo y vuelvo al encuentro con el Señor, por más dificultades y fracasos que tenga en la vida, hay una esperanza de volver a encontrarme con Él y que, aún del peor fracaso, puede surgir la vida»dijo, y advirtió: «Tenemos que estar alertas. Porque esa desesperación nos mató la esperanza, y, seguramente, nos mató la alegría«.

La segunda tentación que mencionó el Arzobispo es «la sospecha de Dios«. García Cuerva  invitó a perder el miedo a las preguntas «. ¿Será que Dios me escucha? ¿Será que Dios me ama? ¿Será que Dios existe?», para renovarse en la fe de cada uno.

En tercer lugar, el Arzobispo planteó la tentación de «vivir con desilusión y con aire entristecido«. Aseguró que no es posible crecer en la alegría y la esperanza si se está atado a melancolía de un tiempo pasado. «La vida sigue, ahora hay que seguir laburando. Tiene que quedar en tu memoria ese momento en el que, de alguna manera, experimentaste un pedacito de cielo. Pero no podés vivir en la nostalgia y en la tristeza de decir: ‘Ya pasó'», dijo.

García Cuerva mencionó la última tentación como «la más peligrosa», la de «conformarse con poco«. Sobre esto reflexionó: «Me gusta cuando Francisco nos insiste con ser soñadores. Y entonces, cuidado, porque quizás el problema que tenemos como tentación de la esperanza es que nos hemos conformado con muy poco. Y entonces la alegría y la esperanza se escriben con minúscula en mi vida».

Salir de lo inmediato para ir hacia adelante

El Arzobispo recordó las palabras del Papa Francisco en la Bula de Convocación del Jubileo de 2025 «Estamos acostumbrados a quererlo todo y de inmediato […] La paciencia ha sido relegada por la prisa«. En contraposición, recuperó la imagen de los primeros cristianos sobre la esperanza: «Estaba representada como un ancla. ¿Por qué con un ancla? Porque el ancla se tira para adelante. La esperanza tiene que ver con lo que va a venir«. Y reflexionó: «Tiramos el ancla. El ancla cae y se clava. Y entonces podremos tener un montón de tormentas, podremos tener un montón de dificultades, pero estamos sostenidos en algo que está clavado. Nosotros estamos sostenidos en un Dios que venció a la muerte, en un Dios que no se quedó en el sepulcro» «Tenemos que volver a aprender qué significa esperar».

El Arzobispo planteó algunas recomendaciones para crecer en la alegría y en la esperanza: «La vida no es un carnaval, yo no digo eso. Pero sí creo que mi alegría y mi esperanza se sostiene, como dijimos, en un Cristo vivo, un Cristo resucitado. Una alegría y una esperanza que vencen todas las dificultades».

Su segunda recomendación fue tener una actitud agradecida para poder reconocer las cosas buenas que suceden en la vida. También recordó que se puede encontrar la alegría en la conciencia comunitaria: «En la solidaridad, en el compromiso, en el seguir creyendo que le podemos transformar la vida, aunque sea, a una persona, puede haber esperanza», destacó. Por último, invitó a «elegir la alegría y la esperanza todos los días«.

Un camino comunitario

Luego de las palabras del Arzobispo, los agentes pastorales compartieron un momento de oración y se reunieron en pequeños grupos para reflexionar y dialogar nuevas propuestas para crecer en la alegría y en la esperanza, tanto personal como comunitariamente.

Las puertas del Jubileo se abren, la Iglesia en todo el mundo comienza un camino de renovación de la esperanza, de reflexión y discernimiento sobre las realidades de este tiempo. Y en la Arquidiócesis de Buenos Aires, las diferentes Vicarías ya comenzaron este peregrinar hacia la Gran Puerta Santa.

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