«La Virgen del Carmen mira a sus hijos con los ojos del amor». La primera misa del camino pastoral del Arzobispo Jorge Ignacio García Cuerva, en las fiestas patronales en Ciudad Oculta.
Con sencillez, Jorge Ignacio llegó al barrio de Ciudad Oculta, en Mataderos, por la mañana, a compartir unos mates y conversar con los vecinos y la familia del Hogar de Cristo.
Pasaba desapercibido, mezclado entre la gente que preparaba el locro para el mediodía y servía mate cocido para combatir el frío.
Al momento de la misa, que fue al aire libre en las calles del barrio, la gente recibió con alegría al Arzobispo que celebró la Eucaristía junto a los sacerdotes del barrio y los visitantes misioneros.
En su homilía, García Cuerva afirmó que «la Virgen del Carmen mira a sus hijos con los ojos del amor».
Todos los hijos se mandan macanas, pero «mamá siempre está dispuesta al perdón» recordó el Arzobispo.
Jorge hizo memoria de su paso como capellán en la pastoral carcelaria y la fuerte imagen de los visitantes de los internos, entre los que «nunca faltaba la vieja».
Mirando con ternura a los rostros marcados por la vida de Ciudad Oculta, el Arzobispo invito: «sentite abrazado y mirado por la Virgen», y agregó: «volvamos a sentirnos como niños».
Refiriéndose al evangelio afirmó: «el sembrador es generoso, el sembrador apuesta, el sembrador cree en nosotros, y la Virgen del Carmen también».
García Cuerva administró el sacramento del bautismo y de la confirmación a niños y adultos de la comunidad de Ciudad Oculta.
Durante la misa, los Exploradores de la Virgen del Carmen pasaron al frente a hacer su saludo y juramento a la Madre.
José Ignacio concluyó la celebración con una petición: «dejemos de lado las diferencias, regalémosle eso a la Virgen».
Luego de la misa, la comunidad, junto al Arzobispo, celebró las fiestas patronales e hizo honor a su lema: «Desde el principio y para toda la vida, la Oculta tiene una madre, la Virgen del Carmen «.
Homilía Monseñor Jorge García Cuerva
Evangelio según San Mateo 13,1-9
Mi mamá siempre dijo que yo era el más lindo de todos. No, no se rían. Y yo se lo creí siempre hasta que un día vi una foto mía de cuando yo era bebé, era una lagartija. Y ahí me quedé pensando y me di cuenta de que mi mamá también le decía lo mismo a mi otro hermano, a mi hermana, y a mi otro hermano, nosotros somos cinco. Y mamá seguía diciendo que todos éramos “el más lindo del mundo”.
Es verdad que algunos de mis hermanos salieron un poco más lindos que yo, pero no sé si era para tanto, para decir que éramos “el más lindo del mundo”. Y ahí me di cuenta de que en realidad mamá no mentía, lo que pasa es que mamá mira a sus hijos con los ojos del amor. Y una mamá cuando mira a los hijos con los ojos del amor, los hijos son los más lindos del mundo.
Y acá les pregunto a las que son mamás, levanten la mano las mamás… la mayoría: ¿tu hijo es el más lindo del mundo?
Responden las madres: ¡Siii!
Alguno dijo que no (risas). No me vengas a complicar la homilía, no me compliques. En realidad, vuelvo a insistir, mamá mira con ojos de amor, por eso mamá también, aunque sabe que el hijo no es el más lindo lo va a decir siempre.
Mamá, aunque sepa que el hijo a veces hace macanas, y aunque se enoje, mamá siempre va a estar dispuesta al perdón. Quizás haya momentos en que cueste más perdonar, pero lo va a hacer.
Yo trabajé muchos años en la pastoral carcelaria, más de 20, siendo capellán en una cárcel en la provincia de Buenos Aires. Y una cosa que me impresionaba siempre era, en las filas del penal, la vieja nunca faltaba, la vieja siempre estaba acompañando a su hijo, a la mamá no le daba vergüenza que la miraran desde afuera y le dijeran: “mirá, tiene un hijo chorro”.
A mamá no le daba vergüenza cargar bolsos y bolsos semana tras semana. Mamá sabía que el hijo había hecho macanas, pero era el hijo, lo amaba con locura.
¿Y saben por qué les cuento esto? Ustedes deben de tener miles de ejemplos, que a veces como mamá perdonás y das otra oportunidad, y como mamá querés que tu hijo sea feliz, y como mamá lo acompañas, los sostenés lo escuchás, y cuántas lágrimas habrás derramado por tu hijo.
Así es el amor de María. El amor de María, el amor de Nuestra Señora del Carmen es también así con nosotros. María nos mira con amor. María sabe que todos nosotros a veces nos mandamos macanas y que todos somos pecadores.
A ver, vamos a ver: levanten la mano los pecadores. Los que no la levantan la mano, ¿son sordos o son la Virgen María? (risas). Vamos, levanten la mano los pecadores. Todos.
Y sin embargo María nos ama. Sin embargo, María, como madre acompaña nuestro caminar. Por eso me gusta el lema: Desde el principio y para toda la vida La Oculta tiene una madre.
María sabe de la vida del barrio, María sabe de sus luchas, María de sus pobrezas, pero también sabe de sus riquezas y sus talentos. María conoce a cada hijo con nombre y apellido.
Quizás alguna vez fueron la Ciudad Oculta y los quisieron esconder y por eso será el nombre, pero para alguien no estuvieron nunca ocultos y es para María, porque como madre, todos sus hijos son importantes.
Por eso hoy me gustaría que cada uno se sienta abrazado y amado por la Virgen. Y quizás alguno dice “pero yo soy medio atorrante”, pero te mira con ojos de amor, sentite abrazado y mirado por ella, sentite querido, dejemos que María nos abrace.
Yo me acuerdo cuando era chiquito también, vieron que los nenes dejan que mamá y papá los abracen, y a medida que vamos creciendo ya nos da vergüenza hasta que nos acompañen a la escuela, y cuando tenemos dieciséis, diecisiete, dieciocho años, que ni se me acerque la vieja, que no me abrace porque me da una vergüenza terrible.
Yo les pido que hoy volvamos a sentirnos como niños, que hoy volvamos a sentir ese amor de María, ese amor incondicional, ese amor de madre.
Termino, en el Evangelio hay un sembrador. ¿Qué hace el sembrador, sale a qué? A sembrar, claro no va a salir a planchar, muy bien. Y dice que siembra en todos los terrenos: siembra entre piedras, siembra al borde del camino, siembra entre espinas, y también en tierra buena. Y uno podría decir: pero ¿qué le pasa al sembrador? ¿No sabe que las semillas que pone entre las espinas no van a crecer? ¿No sabe que las semillas que están al borde del camino no van a crecer? ¿Por qué será que siembra en todos lados?
Porque el sembrador es generoso, el sembrador apuesta, el sembrador cree en nosotros, igual que María. Aunque a veces nuestro corazón está con espinas o con piedras, ella sigue sembrando su amor en cada uno de nosotros. Porque como les dije al comienzo, nos mira como verdaderos hijos y nos ama con ternura.
Les propongo ahora que nos pongamos la mano en el corazón, cerremos los ojos. María sabe que quizás nuestro corazón está con piedras o rencores, María sabe que quizás tenemos espinas, dolores profundos. María sabe que quizás fuimos tierra buena y ahora me está costando mucho. Igual ella siembra con amor en tu corazón.
María te mira con ojos de amor, te abraza con su amor incondicional. Nuestra Señora del Carmen, que desde siempre y para siempre, es madre de la Ciudad Oculta, porque para ella somos los primeros, somos los más lindos, somos los mejores, porque somos sus hijos. Amén.