Con motivo de la Conmemoración de los caídos en la Guerra de Malvinas, se celebró una misa en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, presidida por el Arzobispo Jorge García Cuerva, con la presencia de la Canciller, Diana Mondino, excombatientes y familiares de los héroes.
Miradas de esperanza, lágrimas de emoción, uniformes, medallas, escarapelas, saludos de respeto y admiración llenaron la Catedral Metropolitana que reunió a un gran número de personas para recordar a aquellos soldados que entregaron su vida por la Patria.
Este año, esta fecha tan especial para Argentina, coincide con la celebración de la Pascua, Jesús que venció a la muerte entregando su vida por los hombres, no abandona a los héroes que lucharon por su país. «Cada 2 de abril es también motivo para llorar. Porque a pesar de que vivimos en una cultura que quiere esconder la muerte, el dolor y el sufrimiento, al mundo de hoy le falta llorar«, el Arzobispo invitó a vivir este día permitiendo las lágrimas que amerita.
Monseñor Jorge García Cuerva destacó lo necesario y sano que es llorar, sobre todo ante situaciones de injusticia, dolor, tristeza, que requieren «limpiar la mirada»: «Argentina, ¿por qué lloras? Lloramos porque nos duelen los 649 combatientes fallecidos y más de mil heridos; lloramos porque nos duele la guerra, nos duele el olvido, nos duele la utilización ideologista de la causa Malvinas; lloramos tantas promesas incumplidas; lloramos fracasos y frustraciones; lloramos también los muertos de la pandemia; lloramos de dolor, lloramos de tristeza, y también lloramos de bronca; lloramos porque nos duele la Patria«, dijo.
En el contexto de la Pascua, a partir de la escena de la visita de María Magdalena al sepulcro, el Arzobispo rescató las lágrimas que dan esperanza y paz: «Que nuestras lágrimas y la sangre de nuestros héroes fecunden nuestra amada Argentina para que, de una vez y para siempre, germinen frutos de solidaridad, justicia, y paz para todos sus habitantes«, expresó.
Al finalizar la celebración, el padre Jorge invitó a pedir y agradecer antes la imagen de la Virgen de Luján que estuvo en Malvinas y que, después de varios años en Inglaterra «regresó a la Patria»; y recordó el sentimiento de tantos soldados al verla: «De vuelta a casa, mamá«.
Al finalizar la misa, hubo un breve recital organizado por los familiares fallecidos en las Islas Malvinas en homenaje a todos ellos.
Cómo dijo el Arzobispo, ¡Viva la Virgen de Luján! ¡Viva Argentina! ¡Vivan las Islas Malvinas!, la Iglesia porteña eleva su oración por un país unido que pueda soñar con recuperar la soberanía de las Islas Malvinas.