En el corazón de Buenos Aires, el Archivo del Arzobispado es mucho más que un repositorio de documentos; es un espacio donde la historia, la fe y la memoria se encuentran. Fundado oficialmente tras la destrucción de su predecesor en 1955, este archivo resguarda desde 1956 un vasto legado de la actividad eclesial, documentos que narran las vidas, las decisiones y los eventos que marcaron la trayectoria de la arquidiócesis.
En Poliedro, en la sección «En la calle», Matías Bocca habló con Soledad, archivista y consagrada misionera, quien lleva más de 15 años custodiando este invaluable acervo. “Aquí hay pastoral, vidas e historia. No son solo papeles”, afirma mientras destaca que cada documento refleja el paso de Dios por la vida de los hombres.
Entre los tesoros preservados se encuentran legajos de sacerdotes, registros históricos de parroquias y fondos excepcionales, como el de la Isla Martín García o las composiciones musicales de Juan Pedro Esnaola.
Uno de los desafíos del archivo es garantizar la conservación de sus documentos. La humedad, la luz y el paso del tiempo son enemigos constantes. Por ello, se utilizan papeles libres de ácido, y el espacio se mantiene bajo estrictas condiciones de temperatura y luz.
El archivo también tiene un profundo valor cultural. Aunque actualmente su uso es mayormente administrativo, promete convertirse en un recurso inestimable para investigadores, consolidando su función pastoral y cultural como puente entre el pasado y el presente.
Así, el Archivo del Arzobispado de Buenos Aires no solo resguarda documentos; guarda testimonios de fe, amor y humanidad, preservando para las futuras generaciones las huellas de una historia que sigue escribiéndose.