En un clima de profunda alegría y emoción se realizó la Santa Misa de lectorado y acolitado donde ocho seminaristas recibieron el ministerio. La celebración eucarística se realizó en la parroquia Inmaculada Concepción (José Cubas 3543) y estuvo presidida por Mons. García Cuerva quien, en su homilía, expresó: “En el Evangelio de hoy en todas las preguntas aparece el verbo ver. El sentido de este verbo se refiere a un “ver” desde el corazón, contemplar la realidad de manera profunda, más sensible, más evangélica”. 

Ver como mira Dios 

Luego siguió: “Porque puede haber distintos modos de ver: Un ver sesgado y parcial; Un ver desde arriba o desde lejos; no distingo bien lo que pasa, tampoco me interesa; al tomar distancia, no me afecta. Un ver duro, un mirar condenatorio; ver para criticar, para juzgar. O un ver empático y comprometido; un ver como mira Dios; porque de su mirada nace la compasión y la misericordia; a la vez, por su mirada atenta, ve más profundo, ve la presencia y la fuerza transformadora del Reino, donde otros sólo ven excluidos, pobres, y descartables”.

También subrayó: “Para ver bien lo primero es limpiar la mirada con las lágrimas, porque si el dolor de los que sufren nos duele en lo más profundo, lloraremos con ellos. La mirada contemplativa descubre a Dios en la hondura de lo real. No se trata de una contemplación aséptica o distante, sino con nuestra sensibilidad abierta al dolor, de corazón a corazón. Necesitamos una nueva sensibilidad para percibir a Dios y su acción en este mundo”.

Hacer desde el corazón 

Además mencionó: “El segundo verbo es HACER…Cuando vemos con la mirada limpia y transparente de Jesús la realidad, no nos podemos quedar de brazos cruzados; no podemos quedarnos estáticos; hay mucho por hacer. El Señor los confirma en la misión, los destina a ser la luz de las naciones, para que llegue su salvación hasta los confines de la tierra, con audacia y creatividad. Como dice el profeta Isaías, sean espadas afiladas que corten con tanta indiferencia y egoísmo; sean flechas punzantes que con la Palabra de Dios penetre profundamente en la vida de tantos hermanos sedientos de esperanza y alegría”. 

Para concluir su alocución mencionó: “Queridos hermanos, los animo a dejarse interpelar por las lecturas que eligieron para esta celebración; que puedan vivir los ministerios de lectores y acólitos desde estos dos ejes: VER y HACER, a fin de que cada día puedan renovarse en su vocación diciendo al Señor con el salmista: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad ”. 

Su camino 

De esta manera, los seminaristas Pablo Nieto, Agustín Cisnero, Claudio Cuellar, Agustín Lanzetta y Mauro Gavilán, recibieron el ministerio del lectorado. Esteban Costanzo, Manuel De Los Heros y Bautista Salgado, por su parte, recibieron el ministerio del acolitado en el marco de su formación en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires. Como Pueblo Fiel de Dios que peregrina en Buenos Aires, invitamos a todos a elevar una oración de agradecimiento por su camino a la Orden Sagrada.

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Homilía Mons. García Cuerva 

En el evangelio de hoy, los justos, que fueron colocados a la derecha, le preguntan al Rey, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer; ¿sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?1 

En todas las preguntas aparece el verbo VER. 

Podríamos pensar que se refiere sólo al sentido de la vista, a la posibilidad de que, con anteojos, lentes de contacto, o sin ellos, podamos percibir la realidad, con su diversidad de formas y colores. Pero el sentido de este verbo “ver” es mucho más profundo; se refiere a un “ver” desde el corazón, a contemplar la realidad de una manera más profunda, más sensible, más evangélica. Porque puede haber distintos modos de ver: 

Un ver sesgado y parcial; sólo mirar lo que me gusta o lo que me conviene; y entonces, ante la realidad más dura, doy vuelta la cara; elijo no ver lo que duele o molesta.

Un ver desde arriba o desde lejos; no distingo bien lo que pasa, tampoco me interesa; al tomar distancia, no me afecta. 

Un ver duro, un mirar condenatorio; ver para criticar, para juzgar. 

O un ver empático y comprometido; un ver como mira Dios; porque de su mirada nace la compasión y la misericordia; a la vez, por su mirada atenta, ve más profundo, ve la presencia y la fuerza transformadora del Reino, donde otros sólo ven excluidos, pobres, y descartables. 

Y para ver bien, lo primero es limpiar la mirada con las lágrimas, porque si el dolor de los que sufren nos duele en lo más profundo, lloraremos con ellos. 

La mirada contemplativa descubre a Dios en la hondura de lo real. No se trata de una contemplación aséptica o distante, sino con nuestra sensibilidad abierta al dolor, de corazón a corazón. Necesitamos una nueva sensibilidad para percibir a Dios y su acción en este mundo.

San Ignacio de Loyola planteaba en los Ejercicios Espirituales que la ceguera está en el origen de los procesos destructores de la vida 2, por eso el Papa Benedicto XVI decía que cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios. 3

Queridos hermanos, miren a los demás como nos mira Dios; miren a los pecadores con la dulzura con la que Jesús vio a Zaqueo arriba del árbol o a Pedro que lo negó tres veces; miren a los más pobres con la ternura y atención con la que Jesús mira nuestras pobrezas. Y que, como lectores y acólitos, la lectura orante de la Palabra de Dios y el servicio del altar sean el colirio que cure las conjuntivitis del alma, que no dejan ver a Dios en los descartables y desechables de nuestra sociedad por la indiferencia y el egoísmo. 

Luego de la pregunta de cuándo te vimos hambriento, sediento, enfermo o preso, viene la respuesta del Rey: Les aseguro que cada vez que lo hicieron por el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.4 

El segundo verbo es HACER…. Cuando vemos con la mirada limpia y transparente de Jesús la realidad, no nos podemos quedar de brazos cruzados; no podemos quedarnos estáticos; hay mucho por hacer. 

Francisco decía: ¡Cuántas personas viven en gran sufrimiento y piden a la Iglesia ser signo de la cercanía, de la bondad, de la solidaridad y de la misericordia del Señor! Esta es una tarea que de manera particular compete a cuantos tienen la responsabilidad de la pastoral: al obispo en su diócesis, al párroco en su parroquia, a los diáconos en el servicio de la caridad, a los catequistas y a las catequistas en su ministerio de transmitir la fe;5 y a ustedes, como seminaristas, y desde hoy, lectores y acólitos de la arquidiócesis, sumándose a la invitación que el Papa León XIV nos hizo desde el balcón de la basílica a ser una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que busca siempre estar cerca especialmente de aquellos que sufren.6 

Por eso el Señor los confirma en la misión, los destina a ser la luz de las naciones, para que llegue su salvación hasta los confines de la tierra, con audacia y creatividad. Como dice el profeta Isaías, sean espadas afiladas que corten con tanta indiferencia y egoísmo; sean flechas punzantes que con la Palabra de Dios penetre profundamente en la vida de tantos hermanos sedientos de esperanza y alegría. 

Queridos hermanos, los animo a dejarse interpelar por las lecturas que eligieron para esta celebración; que puedan vivir los ministerios de lectores y acólitos desde estos dos ejes: VER y HACER, a fin de que cada día puedan renovarse en su vocación diciendo al Señor con el salmista: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. 7

Monseñor Jorge Ignacio García Cuerva

Arzobispo de Buenos Aires 

17 de mayo 2025

 

1 Mateo 25, 37-39 

2 Cfr SAN IGNACIO DE LOYOLA, Ejercicios Espirituales 106, Madrid 1997

3 BENEDICTO XVI, Encíclica Deus caritas est 16, Ciudad del Vaticano 2005

4 Mateo 25, 40 

5 FRANCISCO, Discurso a los participantes del Encuentro internacional «El proyecto pastoral de Evangelii Gaudium, Ciudad del Vaticano 2014 

6 LEÓN XIV, Primer saludo, Logia central de la Basílica de San Pedro, 8 de mayo 2025

7 Salmo 39