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Dedicación de la Iglesia del Convento de San José, de las Hermanas Carmelitas

por Justina Kleine
Dedicación de la Iglesia del Carmelo de San José

Se realizó la dedicación de la Iglesia del Convento de San José, de las Hermanas Carmelitas. Con el templo lleno, el sol brillando en lo alto del cielo, las voces armónicas del coro, y la comunidad que acompañó a las Hermanas Carmelitas que desbordaban alegría y emoción.

Al comenzar la celebración, una de las hermanas leyó un breve relato sobre la historia del templo. Una casa que es reflejo de la entrega y el trabajo de tantas personas a lo largo del tiempo, que participaron con dinero, trabajo, materiales, arte y oración para que el Monasterio contara con una Iglesia en la que poder compartir celebraciones, adorar al Santísimo y reservar la Eucaristía.

El Arzobispo Jorge García Cuerva presidió la celebración y tomó tres elementos mencionados en las lecturas para reflexionar sobre el rol de la Iglesia y su impacto en la Ciudad.

El agua

«Recuerdo cuando vivía en la villa, una señora me enseñó, ante la desesperación por la inundación, que el agua no se mueve, al agua hay que dejarla pasar», recordó García Cuerva, «que esté templo sea un lugar desde el que se desparrame la vida de Cristo, desde el altar, desde la Palabra de Dios, desde la Eucaristía, que cada uno de nosotros ayude a que esa agua llegue a todos los puntos de la ciudad » expresó el padre Jorge.

Lugar donde anidar

«Dicen que los nidos de golondrina tienen forma de casa y lo hacen apoyado en las construcciones», investigó el arzobispo, «que lo construyen entre el macho y la hembra y que lo usan varias veces, no lo abandonan «, agregó.

Expresó su deseo de que «nos sintamos todos comprometidos a que sea este un templo nido», y agregó «y que cada uno que pase por aquí encuentre el apoyo, encuentre que las palabras del salmo son reales: ‘¡Qué amable es tu casa Señor!'».

La piedra

El tercer elemento que el arzobispo tomó fue la piedra, «Las hermanas hablaron de la historia, memoria agradecida, muchos que fueron piedra, que sostuvieron el sueño de construir esta casa» reflexionó.

«Está casa tiene que ser cimiento, aquí podemos encontrar fundamento, aquí venimos a alimentar nuestra fe, aquí podemos encontrar la Eucaristía y la Palabra, aquí podemos rezar», y finalizó «Aquí podemos volver a sustentarnos en esa piedra firme para seguir adelante».

Las dedicación del templo

La celebración continuó con la ofrenda de reliquias de diversos Santos y Beatos que se depositaron en el altar mayor, entre ellos: San Juan de la Cruz, Santa Teresita del Niño Jesús, Santo Cura Brochero, Santa Teresa de Calcuta, San Artémides Zatti, Beata María Antonia de Paz Figueroa, Beatas mártires de Guadalajara, Beata María Felicia de Jesús Sacramentado y Beatos mártires riojanos.

El Arzobispo también ungió con el Santo Crisma el altar y doce cruces que se colocaron sobre las paredes del templo en representación de los apóstoles, y que fueron fabricadas con los restos de la reja del coro de las hermanas Carmelitas.

Finalmente, se esparció incienso sobre el altar y las paredes del templo, para hacer llegar el olor de Cristo a todas partes; se revistió el altar y se continuó con el rito habitual de la misa.

La emoción de las hermanas Carmelitas al ver su casa ya consagrada, se contagió a todos los presentes y se expresó en el alegre ágape que compartieron bajo la luz del sol.

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