Buenos Aires, la ciudad de la variedad: de colores, de culturas, de estilos arquitectónicos, de costumbres, de ofertas, de gustos, de propuestas culturales, de expresiones artísticas, de sueños, de entretenimientos, de vínculos, de estilos de vida, de espiritualidades. La ciudad de la variedad en la armonía de una convivencia cotidiana.

Una ciudad en la que la Iglesia dice «Presente», caminando, siendo parte inmersa y contribuyendo a esa variedad y diversidad que deja en evidencia que, en Buenos Aires, Dios está en cada esquina, en cada calle, en cada institución, plaza, comercio o transporte.

El Señor es un Dios que se comunica, y así como diversa es la ciudad, así también lo son las formas de comunicarse que Él tiene con cada uno de los que transitan por las calles de la capital porteña.

Un Padre, un Hijo y un Espíritu Santo que se acercan a cada uno en experiencias únicas, pero que todos pueden comprender y anhelar, porque la experiencia de Dios es contagiosa.

La Iglesia es testigo y testimonio de un Dios cercano, que acompaña, que abraza, que escucha, que sale al encuentro, que ríe y que llora de forma particular con cada persona, en un lenguaje personalizado.

Del mismo modo, cada persona que camina la ciudad se acerca y experimenta la fe con una espiritualidad propia; es en la convivencia de esas espiritualidades donde existe la riqueza de la variedad.

Cada espiritualidad particular nutre y alimenta la espiritualidad de la Iglesia y de la ciudad; cada experiencia personal de Dios es ejemplo y testimonio del «desborde» del Espíritu Santo en la sociedad porteña y en la vida de Buenos Aires.

La Iglesia, como esposa de Cristo, no es solo testimonio de la experiencia particular y comunitaria de un Dios presente y misericordioso; es también madre que enseña y acompaña a descubrir y encontrar la voz de Dios, el abrazo del Padre, la sonrisa del Hijo y el calor del Espíritu Santo; es una Iglesia que comprende y acompaña a descubrir el modo personal de comunicarse con Dios de cada uno de sus hijos en la ciudad de Buenos Aires.

La Espiritualidad de cada uno es esa forma particular de encontrarse con Dios, para algunos a través del arte, para otros a través de la música, el silencio, la contemplación, el servicio, el compartir con otros, la enseñanza o la formación.

Como María, que siempre está atenta y pendiente de las necesidades de los hijos de Dios, así también la Iglesia, también la Iglesia porteña, busca comprender y encontrar los diferentes rasgos de la espiritualidad del pueblo que peregrina en la ciudad, para promoverlos y desarrollarlos.

El desafío, además de ser una prioridad del Sínodo Arquidiocesano, es alimentar la vida de fe de tantos en Buenos Aires y descubrir cómo el Espíritu Santo anima a cada uno a caminar juntos desde su propia espiritualidad para nutrir y fortalecer la espiritualidad de todos.