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San Cayetano: una devoción que acerca al prójimo

por Justina Kleine

La fiesta de San Cayetano convocó a miles de peregrinos que se acercaron al Santuario en Liniers y a la parroquia en Belgrano para pedir y agradecer por el pan y el trabajo.

La espectativa y el clima de festejo se respiró durante toda la novena y sobre todo ayer por la noche, cuando los fieles se reunieron a la espera de la apertura de las puertas del santuario que fue a las 00:00 hs.

Durante toda la noche y todo el día, los obispos y sacerdotes celebraron misas, bendijeron a los fieles y acompañaron los festejos del pueblo humilde que se acercó con devoción.

El arzobispo Mario Poli también estuvo presente, impartió el sacramento de la reconciliación con los demás sacerdotes y celebró la Eucaristía.

El Cardenal inició su homilía dando la bienvenida a todos los peregrinos «Si han llegado hasta aquí, es porque saben bien que, cuando se cierran las puertas que han golpeado muchas veces, se abren las puertas del santuario y se encuentran con San Cayetano, quien intercede ante el Jesús que tiene en sus brazos, para que todos reciban las gracias materiales y espirituales que necesitan para seguir caminando».

Sobre el Evangelio del Buen Samaritano, Poli destacó la importancia y la necesidad de ayudar y dedicar tiempo al prójimo necesitado y reflexionó: el Samaritano «entendió que el tiempo es la paciencia de Dios y por eso lo compartió gratuitamente con el que lo necesitaba».

El Cardenal también recordó las dificultades de todo el pueblo porteño para conseguir «el pan que alimenta nuestra vida y que diariamente se hace más inalcanzable a causa de la inflación asfixiante que padecemos y que genera miseria».

Frente a esta realidad, el arzobispo recordó las palabras de Papa Francisco en la encíclica Fratelli Tutti ««Ante tanto dolor, ante tanta herida, la única salida es ser como el buen samaritano. Toda otra opción termina o bien al lado de los salteadores o bien al lado de los que pasan de largo, sin compadecerse del dolor del hombre herido en el camino».

Finalmente invitó a todos los peregrinos y servidores a confiar todas las necesidades a San Cayetano, a pedir especialmente por la patria y a buscar la bendición de la Virgen de Luján «Ella sabe de dolores y es Madre solidaria y cercana al sufrimiento de sus hijos».

 

Al finalizar la misa, Poli recorrió la fila de peregrinos que esperaban su turno para saludar al Santo, y llevó la bendición a las espigas, estampas y rosarios que todos sostenían con Fe y confianza.

Ambas filas, la «rápida» por la que se accede al templo y a observar la imagen del Santo sin poder tocarlo, y la «lenta» que conduce a los pies de San Cayetano, mantuvieron el orden y el clima de fraternidad, respeto y alegría durante todo el día.

En la ya tradicional fiesta por el Santo de los humildes y trabajadores, estuvo presente la imagen de Mamá Antula, la «primera devota» de San Cayetano, como explicó el Cardenal, y quien encomendó a las hermanas de su congregación la creación de un colegio y una capilla al Santo, que devino en el actual Santuario en Liniers.

Cuando el anhelo del corazón es la dignidad del pan y del trabajo, una beata peregrina enseña la devoción a un pueblo, un Santo intercede frente a un Jesús niño que lleva en brazos y, como dijo el Cardenal Poli, los argentinos «todos saldremos más hermanos».

 

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