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Homilía Mons. Jorge García Cuerva – 1° Domingo de Navidad

por prensa_admin

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     2, 41-52

Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de Él.

Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas.

Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados».

Jesús les respondió: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que Yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?» Ellos no entendieron lo que les decía.

Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón.

Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.

Palabra del Señor.


Homilía Mons. García Cuerva I Domingo de Navidad 

Celebramos hoy este día especial de la Sagrada Familia de Jesús, de María y de José y nos dice el Evangelio que esta familia tuvo un gran problema, el problema es que estaban en una caravana, estaban regresando desde Jerusalén en la fiesta de la Pascua y Jesús se pierde. Con lo cual, lo primero que me parece impresionante destacar es que es la Sagrada Familia de Jesús, de María y de José pero no es una familia exenta de dificultades, no es una familia exenta de problemas, que sea una familia Sagrada no significa que no le pasen un montón de cosas como también nos pasan a nosotros. 

Como dije, el problema que resalta el Evangelio de hoy del capítulo 2 de San Lucas es que Jesús con doce años se pierde y nos tenemos que imaginar inmediatamente la angustia que habrá sentido sus padres. Imaginémonos que tal como nos dice el Evangelio dice que creyendo que estaban en la caravana caminaron todo un día y recién después lo comenzaron a buscar entre parientes y conocidos y como no lo encontraron volvieron a buscarlo a Jerusalén. 

La angustia de José la angustia de María debe haber sido grande, me imagino también que se habrán reprochado ¿Cómo no nos dimos cuenta lo que estaba sucediendo? y era que Jesús no estaba en la caravana y habrán pensado el tiempo perdido supuestamente, todo un día en el que siguieron caminando sin percatarse que Jesús no estaba con ellos. Pero me parece también que el Evangelio no solamente nos plantea el problema, Jesús que se pierde, sino que plantea algunas pistas de solución. 

En primer lugar nos dice que no se cansan de buscarlo, lo buscan, cuando se dan cuenta que Jesús no está no se dejan derrumbar por la angustia o por la tristeza. Más allá de 

todo lo que sentían sus corazones lo buscan, salen a buscarlo y no se quedan quietos. Son capaces de incluso volver a Jerusalén en búsqueda del niño Jesús que ya tenía doce años. 

En segundo lugar cuando lo encuentran se da el diálogo, se da el diálogo con Jesús, el diálogo en el cual ellos le preguntarán: “¿Hijo mío por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. No reaccionan inmediatamente, no se les ocurre agarrarlo del brazo, arrastrarlo y decirle: “Volvamos”. Sino que al contrario, abren al diálogo, abren a la palabra, a la posibilidad de generar diálogo con su hijo. 

En tercer lugar, seguramente tanto María como José y se nota en el diálogo expresan lo que sienten. Le dicen: “Tu padre y yo te buscábamos angustiados”. María le puede poner palabras al corazón y se anima a decir lo que siente, y esto es importante porque si uno no dice lo que siente después lo actúa y a veces cuando lo actúa no lo hace de la mejor manera. 

Y por otro lado, y acá retomando algo que dijo el Papa Francisco en diciembre de 2021 en un Ángelus donde refería a este Evangelio, el Santo Padre decía que: “Había que vencer la dictadura del yo”. Y ¿Por qué decía esto? Porque justamente hoy, cuando María le dice a Jesús: “¿Por qué nos hiciste esto?” dice, “Tu padre y yo te buscábamos” no se pone ella por delante, pone por delante la preocupación que tenía José. No dice: “Yo, tu madre, estoy angustiada porque te perdiste y te andaba buscando” sino al contrario. Dice: “Tu padre y yo” entonces, el Papa dice que hay que vencer la dictadura del yo que a veces la tenemos en nuestras familias que nos victimizamos y creemos que nadie sufre que a nadie le pasa las mismas cosas que a mi. Por eso, quería que nosotros también sabiendo que nuestras familias están llenas de problemas, podamos también tomar las pistas del Evangelio de hoy como posibles soluciones. 

En primer lugar no cansarnos de buscar, no nos cansemos de buscar soluciones. A veces el problema es un hijo adicto, a veces el problema es la división que se da en casa, la agresividad y la violencia con la que nos tratamos. No resignarnos a que tenemos que vivir mal, no resignarnos a que el problema de nuestra familia va a acompañarnos siempre. De algun modo María y José son testigos de la esperanza, de seguir buscando. Su hijo se había perdido pero no se resignan, no bajan los brazos, la pelean. Nosotros, ¿Somos capaces de seguir buscando soluciones aunque los problemas familiares sean grandes? 

La segunda pista de solución frente a los problemas, el diálogo. María y José dialogan con Jesús, a veces lo que nos falta es diálogo. Lo que nos falta es la capacidad de decir lo que nos pasa y recibir a alguien que no escucha y que nos escucha con atención y que espera que terminemos de hablar para él, entonces decirnos lo que piensa. ¿Cuántas veces los medios de comunicación, el celular y el acelere de la vida han atentado contra la posibilidad del diálogo? Y cuando no hay diálogo no hay encuentro y cuando no hay encuentro entonces no hay posibilidad de solución de los problemas. 

En tercer lugar, ser capaces de expresar lo que sentimos, hoy María expresa lo que siente. Está angustiada, su hijo se había perdido y como digo, cuando no expresamos lo que siente el corazón, lo actuamos y cuando lo actuamos no siempre lo hacemos de la mejor manera. Y en cuarto lugar, una pista de solución es no vivir la dictadura del yo. No ponernos siempre por delante creyendo que nadie sufre como yo y, a veces, en la familia tenemos este rol de víctima y cuando tenemos este rol de víctima es imposible solucionar nada porque no estamos más que en el centro y si yo soy el centro es imposible que podamos generar encuentro y podamos buscar juntos soluciones. 

Hoy María y, remotomo palabras del Papa Francisco, no está viviendo un ensimismamiento, no está diciendo: “Esto me lo hiciste a mí, pobre de mí como madre lo que estoy sufriendo” piensa primero en su marido y dice: “Piensa que tu padre y yo” y en segundo lugar lo que quiere es que Jesús pueda también habilitar Él su palabra y expresar y decirles que es lo que está pasando. Por eso, quisiera invitar a todos y que pongamos nuestras familias en el pesebre.

Que mirando el pesebre de Belén podamos allí poner nuestras familias, poner los problemas que tienen nuestras familias y pedirle con fuerza a la Sagrada Familia que nos ayude y que nos ilumine con estas pistas de solución. Que no nos cansemos de buscar soluciones como María y José que no se cansaron de buscar a Jesús, que busquemos siempre el dialogo como camino de resolución de los conflictos, que desterremos la dictadura del yo de creernos que nadie sufre como yo y victimizarnos siempre y que seamos capaces de expresar lo que sentimos porque si no lo decimos después lo actuamos y como dije, no siempre lo hacemos bien. 

Que pongamos también en el pesebre a los jubilados que cobran muy poquito y que no llegan a fin de mes para comprar sus remedios, a nuestros abuelos, pongamos en el pesebre a los chicos. Aquellos que no tienen una buena educación, aquellos chicos que están en la calle. Pongamos en el pesebre a tantos adolescentes y jóvenes que no encuentran futuro y que viven el drama y el flagelo de la droga. Pongamos en el pesebre aquellas familias que tienen mayores conflictos, a las mujeres golpeadas, pongamos en el pesebre a todo nuestro pueblo porque también somos una familia grande, la familia grande de Argentina. 

Que la Sagrada Familia de Jesús nos ayuden a no bajar los brazos, a seguir buscando soluciones, a fomentar el diálogo entre nosotros y a vivir lo que nos dice la segunda lectura, el amor al prójimo que como dicen los abuelos: “comienza por casa”. Amén. 

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