El domingo 23 de noviembre la parroquia Cristo Rey celebró su fiesta patronal con la Santa Misa en un clima de alegría y comunión. Allí celebró la Eucaristía Mons. García Cuerva que, a la luz del Evangelio, destacó: “Hoy creo que igual que ese pueblo podemos detenernos y mirar a Jesús crucificado y no mirarlo para decir `pobrecito lo que le pasó´, sino para volver a descubrir cuánto nos amaba, para descubrir que es capaz el Señor de entregar su vida por nosotros, porque verdaderamente nos ama y nos ama mucho y no solamente lo dice, sino que lo hace”.

En la Cruz nos expresa amor 

“No puede dejar de maravillarnos, el ver a Jesús que entrega su vida por amor a cada uno de nosotros. Los invitaría a que hoy, pero también lo podemos hacer a lo largo de la semana, podamos detener nuestra mirada, detener nuestra mirada en el crucificado, sino para volver a sentir en el corazón cuánto nos ama” explicó después en su homilía el arzobispo de Buenos Aires. 

“En un mundo que nos propone el éxito, la apariencia, el dinero, la fama como caminos de salvación. Jesús nos propone la entrega, el sacrificio, nos propone como camino de salvación el amor a los demás” dijo y agregó: “ Sabemos en la vida que la salvación, que la felicidad no pasa por hacer lo que se me ocurre, lo que tengo ganas, no pasa por el éxito. No siempre la salvación es algo rápido, una receta, algo que inmediatamente consigo en un abrir y cerrar de ojos. El esfuerzo, el sacrificio, la entrega por los demás, el compromiso. Ahí está la verdadera felicidad”. 

Su infinita misericordia 

Refiriéndose al “Buen ladrón” del Evangelio dijo: “Este ladrón se anima a mostrarse delante de Jesús con toda su realidad, con toda su vida, con todas sus heridas, con todos sus pecados. Por eso, el Señor podrá curarlo con su infinita misericordia, porque primero él se muestra como es. Delante de Dios no la caretea, se muestra en toda su realidad. Jesús desde la cruz lo ama, lo perdona y le promete un lugar en el paraíso”. 

“Si sabemos contemplando a Jesús que me ama mucho, si descubro que el camino de la salvación es la entrega por los demás, y si experimenté en mi propia vida el perdón y la misericordia de Dios, no me queda otra cosa que ser bueno con los demás.  Por eso los invito una vez más a mirar la cruz, a detener nuestra mirada en este Rey que desde la cruz nos dice que nos ama y nos perdona. Y si así lo experimentamos, seguramente entre nosotros viviremos también el amor y el perdón. Amén” dijo al concluir.