Los catequistas celebraron su día con un retiro que predicó el arzobispo Jorge García Cuerva; para reflexionar sobre la responsabilidad y los desafíos de la tarea de la evangelización.
A partir de la Palabra de Dios en el Evangelio de Marcos 3, 1-6, los catequistas, que llenaron la parroquia Nuestra Señora de Caacupé, reflexionaron sobre sus «seguridades», sus «parálisis» y su misión .
Luego de un repaso por el relato del evangelio, el arzobispo recordó que «la palabra de Dios es palabra viva, por lo tanto, tiene siempre un mensaje para darnos. Es palabra que toca el corazón, es espejo porque se ve reflejada nuestra propia vida, es luz porque ilumina nuestra vida».
«Les propongo que dejemos entrar a Jesús en toda nuestra vida, en todas nuestras seguridades «, invitó García Cuerva al recordar que Jesús entra, incluso, a los lugares más incómodos, los lugares sagrados, intocables, dónde, pareciera, que nada cambia.
La catequesis es una tarea que se hace por, para y con el hermano, «Jesús nos invita a ser hernanos, no amigos, porque sabe que los amigos son por afinidad, pero como hermanos tenemos una responsabilidad con el Evangelio», aseveró Monseñor Jorge.
En relación a esta responsabilidad, García Cuerva hizo un llamado de atención: «Somos automáticos y repetimos siempre lo mismo «, agregó: «nosotros no enseñamos doctrina, porque la doctrina no enamora, el que enamora es Cristo», y recordó: «Somos facilitadores de la gracia de Dios, no somos sus dueños «.
En eco de Evangelii Gaudium, recordó el arzobispo, que los cristianos están llamados a «anunciar la alegría del evangelio sin demora, sin asco y sin miedo «.
Antes de compartir un momento de adoración eucarística, el arzobispo invitó a poner en oración los lugares incómodos, las parálisis personales, los sueños, el amor y la fe de todos los catequistas.
Después de compartir la mesa de la merienda, el encuentro terminó con la celebración de la misa, alrededor de la mesa de la Eucaristía.