El arzobispo de Buenos Aires celebró la Santa Misa en el Santuario dedicado a San Expedito, en la Parroquia Nuestra Señora de Balvanera.
Continuando con su recorrido en esta primera semana de inicio pastoral, Mons. Jorge García Cuerva llegó caminando al Santuario del barrio porteño de Balvanera, donde celebró la Santa Misa a los peregrinos que, como todos los 19, se acercan a venerar al santo de las causas justas y urgentes.
En un templo lleno de fieles, el nuevo arzobispo de la Ciudad se refirió en su homilía a la necesidad de mantenernos jóvenes de corazón, como Ana y Simeón según relata el evangelio del día.. «Esperanza y alegría creo que son dos dones que tenemos que tener en el corazón. Por más que pasen muchísimos años, seguiremos siendo eternamente jóvenes si seguimos con alegría, si seguimos con esperanza», sostuvo.
Tanto Ana como Simeón tenían la esperanza de ver a Jesús, y «tener es esperanza es propio de los jóvenes», sostuvo monseñor, quien destacó que: » Ana, después que se encontró con el niño Jesús, se lo contaba a todo el mundo porque tenía una gran alegría para compartir».
«Pensar en San Expedito, es pensar en estas causas urgentes, en estas causas que parecen imposibles, y para Dios nada es imposible. Hoy, Ana y Simeón, dos personas muy mayores, quizá creían que ya estaba todo dicho, que nunca iban a conocer al niño Jesús. Sin embargo, las sorpresas de Dios hicieron que lo mejor estaba por venir y se encontraron con el niño. Entonces, no bajen los brazos, sigan adelante. La vida vale la pena ser vivida, ponerle mucho entusiasmo y pedirle al San Espíritu que los contenga y sostenga cada uno de ustedes», cerró Mons. Jorge.
Homilía Mons. Jorge García Cuerva – miércoles 19 de julio de 2023 – San Expedito
El Evangelio que acabamos de escuchar nos dice que María y José, llevaron al bebé, a Jesús chiquitito, al templo. Lo llevaron para bautizar, según el rito de los judíos. Y cuando llegan al templo, se encuentran con estas dos personas que el evangelio dice que son dos ancianos, Simeón y Ana.
De Ana dice encima que tenía 84 años, dice que había sido compañera de la primaria de Mirta. ¿Sí? Y el Evangelio dice que son ancianos, pero yo me animo a decir que solamente son ancianos en el documento, solamente son ancianos por la partida de nacimiento, porque tenían muchos años biológicos.
Pero para mí son dos jóvenes, son dos pibes y alguno dirá, el obispo está loco, cómo va a decir que eran jóvenes si en realidad eran personas muy mayores. Fíjense, dice que Simeón esperaba encontrarse con el Salvador. Simeón esperaba, Es propio de la gente que tiene un espíritu joven tener esperanza. No importa si tenés 60, 70 o 104 años como el Magiclick. No importa. Lo importante es si tenés esperanza. Si seguís creyendo que las cosas pueden ser mejores, si seguís soñando con un mundo y un país mejor.
Cuidado porque podés tener 16 años y ser un jubilado prematuro, cuando decís nada va a cambiar, para qué sirve la vida, todo es una porquería, qué dolor y qué tristeza encontrarse con jóvenes, con pibes que ya bajaron los brazos antes de tiempo. Por eso yo digo hoy que Simeón es un pibe, porque tiene esperanza, no importa cuántos años biológicos tenga.
Y después aparece esta señora Ana. Y yo creo que Ana también es una piba, aunque tenga 84 años. El Evangelio de hoy nos dice que había quedado viuda de muy chiquita. Y no se la pasa quejándose todo el tiempo, diciendo “qué desgracia la mía”, “por qué me pasó esto”, “se murió mi marido”, “me dejó a mi suegra”. No. Ana no se queja.
Seguramente habrá sufrido mucho la pérdida de su marido, pero le puso pilas a la vida y siguió adelante. Y tiene tantas ganas que dice que iba al templo y que después que se encontró con el niño Jesús, se lo contaba a todo el mundo porque tenía una gran alegría para compartir.
A veces nos encontramos con gente que quizá no es muy vieja, anciana en años, pero que se queja todo el tiempo. Viste esas personas que todo el tiempo te hablan de radiografías, de turnos del médico, de que tiene alto el colesterol, del PAMI, del remedio. Decís, “por favor, ¡hablemos de otra cosa!”. “Mirá qué lindo día hoy. No, pero hace frío”. ¿Viste esa gente que le decís “nos juntamos a comer un asadito?” “No, no puedo, tengo divertículos”. ¿Viste esa gente que no le pone un poquito de onda, de alegría, de entusiasmo? Y no importa la edad física, importa la edad del corazón, hermano.
La vida tiene cosas hermosas más allá de las dificultades y hoy Ana nos enseña eso. Ella perdió su marido de muy piba, pero no se la pasó quejándose. No hizo de su vida una queja eterna. Le puso onda y comparte la alegría de haber encontrado a Jesús.
Yo siempre digo que el Papa Francisco es un pibe en un envase viejo. El envase es viejo, el Papa tiene 86 años, tiene problemas, renguea, lo operaron. Pero adentro del papa hay un joven. Porque el papa nos habla de sueños, nos habla de esperanza, nos habla de ideales. Nos habla del futuro. Nos habla de cambios, de reforma. Eso es propio de los jóvenes.
Por eso los invito hoy a todos, no importa la edad que tengas, a que podamos ser un joven de corazón, como Simeón y como Ana. Capaz que te duele un poco la cintura, capaz que rengueas un poco o que ya tenés muchas canas y arrugas, pero si adentro tuyo hay un corazón que espera; si adentro tuyo hay un corazón alegre; si adentro tuyo hay un corazón que lucha; sos un joven. Si tenés 16 años, pero no esperás nada. Si tenés 18 años, pero te la pasás quejando. Si tenés 20 años y no compartís ni una alegría, hermano, te jubilaste ante de tiempo.
Que Dios nos regale a todos un espíritu joven. Y demos gracias por nuestros mayores que todavía nos contagian ganas y nos ponen pilas a la vida.
Me acuerdo siempre de mi abuela. Falleció a los 93 años. Hasta el último día usaba sus tacos altos. Me acuerdo un día la invité a la confitería Las Violetas. Le gustaba, era paqueta la vieja, le gustaba ir. Y nos fuimos a Las Violetas y cuando salimos, me acuerdo que en la esquina se me soltó del brazo y se cayó. Y yo desesperado dije, “uy, se rompió la cadera”. Y ella con un resorte se levantó y me decía, “¿se me rompieron las medias?”. Tenía 93 años en el documento, pero el corazón era de una piba.
Que ojalá cada uno de nosotros, con lo que hoy le venimos a pedir a San Expedito, nos vayamos de acá con pilas. Pídanle a San Expedito, “San Expedito vine a renovarme”, vine a hacerme como un lifting del alma. Vine a salir con ganas de seguir en la vida. ¿Que es difícil? Sí. ¿Qué es una lucha? Sí. Pero tiene un montón de cosas hermosas.
Que ojalá toda la vejez, toda la queja, toda la mala onda, la dejemos acá. Dejásela a los pies a San Expedito y ándate renovado. Eso es propio de los jóvenes, tengan la edad que tengan, porque Jesús es el eternamente joven.