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Oración Ecuménica al celebrarse 1700 años del Concilio de Nicea

por prensa_admin

El lunes 17 de noviembre se realizó en la Catedral Metropolitana un encuentro ecuménico en el marco de los 1700 años que se cumplen del Concilio de Nicea. Allí estuvieron presentes representantes de las Iglesia Ortodoxas, representantes de la Iglesia Evangélica, Mons. Iosif Bosch obispo ortodoxo griego, y Mons. García Cuerva quien, en su reflexión, destacó: “Es una alegría profunda encontrarnos así, cara a cara, hombro con hombro, celebrando juntos estos mil setecientos años del Concilio de Nicea”.

Nicea es una casa común de la Fe. El papa Francisco decía que este aniversario representa un año de gracia, porque Nicea no es solo un capítulo de la historia, sino la casa donde descubrimos nuestras raíces comunes” explicó y subrayó: “Nicea también es una brújula para el tercer milenio. El Papa León XIV lo expresó con toda claridad cuando dijo que `Nicea es una brújula para la plena unidad visible de los cristianos. No es un monumento del pasado, sino una orientación del Espíritu para el presente´. León XIV nos recordó algo decisivo, lo que tenemos en común es mucho más fuerte que lo que nos divide”. 

Qué significó

Al preguntarse ¿Qué significó Nicea? dijo: “ En el siglo IV en un mundo herido por persecuciones y tensiones políticas, la Iglesia quiso lucharse y pacificar su corazón. El concilio respondió a la pregunta más honda: ¿Quién es Jesús? Y la respuesta fue clara, el Hijo comparte la misma naturaleza del Padre. Y esto no es una definición fría, es la declaración de que Dios está radicalmente cercano a la humanidad. En Jesús, Dios se hizo compañero de camino, solidario con nuestra historia. Y lo más hermoso; surgió allí el credo como signo y expresión de una comunión, juzgada, madurada y custodiada”.

Hoy Nicea nos dice que la unidad no es un lujo espiritual ni un sueño ingenuo. Es una condición de credibilidad del Evangelio. El mundo necesita vernos unidos para creer” siguió diciendo y rescató: “Creo que abre el camino de la sinodalidad, porque, como señala también el Papa León XIV, Nicea inauguró un estilo, caminar juntos, discernir juntos, tratar juntos las cuestiones de Fe. Hoy estamos también llamados a una sin modalidad ecuménica que nos permita consultarnos, dialogar, debatir con respeto y con gestos de humanidad”. 

La unidad de los cristianos

Luego mencionó: “Nicea abre el camino de la amistad espiritual. ¿Cuántas veces hemos escuchado al querido Papa Francisco insistir en ser artesanos de comunión? Cultivar vínculos reales, compartir la vida, trabajar codo a codo. Las grandes decisiones ecuménicas, estoy convencido que nacen de pequeñas amistades evangélicas. El camino de la Pascua común. Este año todos los cristianos celebramos la Pascua el mismo día, justo en el aniversario del 1700 de Nicea. No puede ser casualidad, es un signo que creo viene del cielo, un regalo del Espíritu. Francisco también soñaba con que diéramos ese paso decisivo hace una fecha como hoy. Y León XIV reafirma la apertura de la Iglesia católica para buscar una solución ecuménica que favorezca una celebración común de la resurrección del Señor. No es solo una reforma del calendario, es un signo claro de unidad, la unidad como Don”. 

Nicea nos enseña, sobre todo, que la unidad no se construye solo con estrategias o con documentos, la unidad es un Don del Espíritu. Por eso necesitamos dejarnos transformar por la oración, convertir el corazón y reconocer con humildad que no somos dueños de la verdad, sino servidores del misterio” reflexionó después.

Caminar como hermanos

Al concluir enfatizó: “Nicea nos recuerda que la Fe es una historia compartida, que nuestras tradiciones no compiten, se enriquecen, y que la unidad no es un sueño para mañana, sino es un llamado para hoy. El mundo de hoy, herido, fragmentado, cansado, necesita ver a los cristianos como hermanos, no como enemigos ni rivales, como hermanos que sabemos caminar juntos, escucharnos, perdonarnos y anunciarnos adecuadamente la esperanza. Que este aniversario, entonces, nos regale la audacia de soñar la unidad y también nos regale las manos para construirla. Que el Señor nos conceda caminar siempre como hermanos. Así sea. Amén”.


Palabras de Mons. García Cuerva en la Oración Ecuménica al cumplirse 1700 años del Concilio de Nicea

Buenas tardes a todos, queridos hermanos, hermanas, es una alegría profunda encontrarnos así, cara a cara, hombro con hombro, celebrando juntos estos mil setecientos años del Concilio de Nicea. Este simple gesto de sentarnos en la misma mesa, de escucharnos, de abrazarnos y rezar unos por otros, ya es un signo de esperanza en este año de jubilar. Es decirle al Señor que queremos caminar como hermanos. 

Nicea es una casa común de la Fe. El papa Francisco decía que este aniversario representa un año de gracia, porque Nicea no es solo un capítulo de la historia, sino la casa donde descubrimos nuestras raíces comunes. Allí se tejió la primera gran comunión de la Iglesia. Allí se recitó un credo que todavía hoy muchos de nosotros proclamamos en cada celebración dominical. Y Francisco, soñaba con poder estar en este año, era su deseo profundo. No pudo hacerlo porque partió a la casa del padre, pero su intención, su mirada, su legado y su deseo están presentes hoy. 

Nicea también es una brújula para el tercer milenio. El Papa León XIV lo expresó con toda claridad cuando dijo que “Nicea es una brújula para la plena unidad visible de los cristianos. No es un monumento del pasado, sino una orientación del Espíritu para el presente”. León XIV nos recordó algo decisivo, lo que tenemos en común es mucho más fuerte que lo que nos divide. Volver juntos a Nicea es volver juntos a este fundamento compartido, lo que nos une.

¿Qué significó Nicea, entonces? En el siglo IV en un mundo herido por persecuciones y tensiones políticas, la Iglesia quiso lucharse y pacificar su corazón. El concilio respondió a la pregunta más honda, ¿Quién es Jesús?

Y la respuesta fue clara, el Hijo comparte la misma naturaleza del Padre. Y esto no es una definición fría, es la declaración de que Dios está radicalmente cercano a la humanidad. En Jesús, Dios se hizo compañero de camino, solidario con nuestra historia. Y lo más hermoso; surgió allí el credo como signo y expresión de una comunión, juzgada, madurada y custodiada.

¿Qué significa Nicea hoy? Hoy Nicea nos dice que la unidad no es un lujo espiritual ni un sueño ingenuo. Es una condición de credibilidad del Evangelio. El mundo necesita vernos unidos para creer. Recuerda algo muy simple y a la vez muy exigente, que compartimos un mismo corazón, una misma raíz y una misma Fe, y que la memoria de nuestros dones comunes es más fuerte que las heridas de nuestras diferencias. 

¿Qué caminos abre hacia adelante? Primero; Creo que abre el camino de la sinodalidad, porque, como señala también el Papa León xiv, Nicea inauguró un estilo, caminar juntos, discernir juntos, tratar juntos las cuestiones de Fe. Hoy estamos también llamados a una sin modalidad ecuménica que nos permita consultarnos, dialogar, debatir con respeto y con gestos de humanidad. 

Segundo; Nicea abre el camino de la amistad espiritual. ¿Cuántas veces hemos escuchado al querido Papa Francisco insistir en ser artesanos de comunión? Cultivar vínculos reales, compartir la vida, trabajar codo a codo. Las grandes decisiones ecuménicas, estoy convencido que nacen de pequeñas amistades evangélicas. 

Tercero; El camino de la Pascua común. Este año todos los cristianos celebramos la Pascua el mismo día, justo en el aniversario del 1700 de Nicea. No puede ser casualidad, es un signo que creo viene del cielo, un regalo del Espíritu. Francisco también soñaba con que diéramos ese paso decisivo hace una fecha como hoy. Y León XIV reafirma la apertura de la Iglesia católica para buscar una solución ecuménica que favorezca una celebración común de la resurrección del Señor. No es solo una reforma del calendario, es un signo claro de unidad, la unidad como Don. 

Nicea nos enseña, sobre todo, que la unidad no se construye solo con estrategias o con documentos, la unidad es un Don del Espíritu. Por eso necesitamos dejarnos transformar por la oración, convertir el corazón y reconocer con humildad que no somos dueños de la verdad, sino servidores del misterio.

Queridos hermanos y hermanas, Nicea nos recuerda que la Fe es una historia compartida, que nuestras tradiciones no compiten, se enriquecen, y que la unidad no es un sueño para mañana, sino es un llamado para hoy. El mundo de hoy, herido, fragmentado, cansado, necesita ver a los cristianos como hermanos, no como enemigos ni rivales, como hermanos que sabemos caminar juntos, escucharnos, perdonarnos y anunciarnos adecuadamente la esperanza. Que este aniversario, entonces, nos regale la audacia de soñar la unidad y también nos regale las manos para construirla. Que el Señor nos conceda caminar siempre como hermanos. Así sea. Amén.

 

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