El martes 16 de diciembre por la tarde se realizó la bendición del Pesebre en el obelisco. En la ceremonia estuvo presente el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, Pilar Bosca, Directora General de Culto de la ciudad y ministros de confesiones cristianas que acompañaron la bendición del Arzobispo Mons. Jorge Ignacio García Cuerva.
El corazón de la ciudad
El arzobispo expresó: “Creo que el obelisco un poco es el corazón de la ciudad, nos representa un poco a todos, y aunque no sea el centro de la ciudad de Buenos Aires, sabemos que aquí, en el, junto al obelisco, late nuestro pueblo, late con los festejos, late con las protestas, late con la alegría del turismo que se acerca, late con el trabajo de los que van y vienen todos los días a sus oficinas o a sus distintas actividades”.
La paz de Jesús
“Me gustaría que en cada corazón, así como en el corazón de la ciudad está el obelisco, que en cada corazón nazca la paz de Jesús. Que en el corazón de cada uno de nosotros, en el corazón de cada familia, en el corazón el corazón de cada argentino realmente podamos encontrar la paz de Jesús en esta navidad” dijo luego.
Un Dios enamorado de la humanidad
Además subrayó: “Mirando al niño Jesús, quería que su llanto nos despierte de la indiferencia, que el llanto del niño nos despierte a veces del egoísmo, del `Sálvese quien pueda´, que nos haga reaccionar frente a veces tanta necesidad, y entonces despertemos a la solidaridad y al compromiso”. Y agregó: “Y que la mirada del niño, esa mirada de ternura, también toque nuestros corazones para ser más buenos unos con otros, para tratarnos mejor, para respetarnos, para hacer de nuestra sociedad una sociedad de hermanos, una sociedad con cordialidad, una sociedad en la que podamos descubrir que el otro no es mi enemigo”.
Al concluir enfatizó: “Que el Señor bendiga este pesebre, pero que bendiga especialmente nuestros corazones, que nuestros corazones se transformen en un pesebre en el que nazca Jesús, en el que verdaderamente le demos lugar a Dios, que está tan enamorado de la humanidad, que vuelve a hacerse uno de nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, amén. muy feliz navidad para todos”.
Bendición de Mons. García Cuerva al pesebre en el obelisco
Buenas tardes a todos. Recién se resaltaba la presencia del pesebre junto al obelisco. Yo creo que el obelisco un poco es el corazón de la ciudad, nos representa un poco a todos, y aunque no sea el centro de la ciudad de Buenos Aires, sabemos que aquí, en el, junto al obelisco, late nuestro pueblo. Late con los festejos, late con las protestas, late con la alegría del turismo que se acerca, late con el trabajo de los que van y vienen todos los días a sus oficinas o a sus distintas actividades.
Y me gustaría que en cada corazón, así como en el corazón de la ciudad está el obelisco, que en cada corazón nazca la paz de Jesús. Que en el corazón de cada uno de nosotros, en el corazón de cada familia, en el corazón el corazón de cada argentino realmente podamos encontrar la paz de Jesús en esta navidad. Y para eso, mirando al niño Jesús, quería que su llanto nos despierte de la indiferencia, que el llanto del niño nos despierte a veces del egoísmo, del `Sálvese quien pueda´, que nos haga reaccionar frente a veces tanta necesidad, y entonces despertemos a la solidaridad y al compromiso.
Y que la mirada del niño, esa mirada de ternura, también toque nuestros corazones para ser más buenos unos con otros, para tratarnos mejor, para respetarnos, para hacer de nuestra sociedad una sociedad de hermanos, una sociedad con cordialidad, una sociedad en la que podamos descubrir que el otro no es mi enemigo.
Por eso, así como junto al obelisco, en el corazón de la ciudad está el pesebre, que en el corazón de cada uno de nosotros nazca la paz de Jesús, igual que en el corazón de cada familia, y que el llanto del niño, como dije, nos despierte de la indiferencia y del egoísmo, y nos haga reaccionar y despertar a la solidaridad, y que la mirada del niño despierte la ternura y nos dé ganas de ser buenos unos con los otros.
Por eso, que el Señor bendiga este pesebre, pero que bendiga especialmente nuestros corazones, que nuestros corazones se transformen en un pesebre en el que nazca Jesús, en el que verdaderamente le demos lugar a Dios, que está tan enamorado de la humanidad, que vuelve a hacerse uno de nosotros. En el nombre del padre y del hijo y del espíritu santo, amén. Y muy feliz navidad para todos.