El Papa Francisco invita a un encuentro entre generaciones, especialmente este domingo 23 de julio, en el marco de la III Jornada Mundial de los abuelos y de los mayores.
Hace más de dos mil años, una joven María que transitaba los primeros meses de embarazo, llena de sueños y proyectos, llegó a casa de su prima Isabel, una anciana que también estaba a punto de dar a luz.
Sus miradas se cruzaron, los ojos de María ávidos de aprender de su prima, de conocer sus vivencias y experiencias y hacerlos parte de su propia vida. Los de Isabel brillantes de esperanza al ver en aquella joven que sus sueños podían seguir vivos, y que su vida continuaría en ella.
Este es el encuentro intergeneracional que menciona el Papa en su mensaje para la III Jornada Mundial de los abuelos y de los mayores. «El Espíritu Santo bendice y acompaña cada encuentro fecundo entre generaciones distintas, entre abuelos y nietos, entre jóvenes y ancianos», dice Francisco.
Este año, la Jornada de los abuelos es muy cercana a la Jornada Mundial de la Juventud que se realizará en Lisboa. «Ambas tienen como tema la ´prisa´ de María para ir a visitar a Isabel, y de ese modo nos llevan a reflexionar sobre el vínculo entre los jóvenes y los ancianos», explica.
Francisco insiste en la importancia del encuentro entre jóvenes y adultos para recordar que el proyecto de amor de Dios «atraviesa pasado, presente y futuro, abraza y pone en comunicación las generaciones». Un proyecto que excede a cada individuo, pero que al mismo tiempo realza su importancia y su llamado a ´ir más allá´.
El arzobispo Monseñor Jorge García Cuerva se suma a las palabras de Francisco y expresa un sueño: «Creo que estamos convocados verdaderamente a que se pueda dar el encuentro entre los jóvenes que tanto tienen para aprender de la sabiduría de los adultos, con aquellos adultos que tanto necesitan de la alegría y la esperanza de los jóvenes».
«No dejemos a nuestros abuelos al margen de la vida» dice el Arzobispo, «porque en cada uno de nuestros abuelos están nuestra historia y nuestras raíces, y no podemos salir adelante como sociedad argentina si dejamos al margen nuestra historia, nuestras raíces nuestros abuelos».
La imagen de un abuelo en su sillón favorito y sus nietos a sus pies, escuchando las aventuras de su juventud, ver la alegría del anciano al ser, por un momento, el centro de atención, y el brillo de los ojos de los niños que comienzan a soñar con ser, algún día protagonistas de hazañas similares.
Un encuentro que no sólo genera ternura y calidez, sino que también es la estampa que recuerda que «no podemos avanzar, y mucho menos salvarnos, solos», dice el Papa.
«En el encuentro entre María e Isabel, entre jóvenes y ancianos, Dios nos da su futuro», dice el Papa,«a través de su abrazo, la misericordia de Dios irrumpe con una gozosa mansedumbre en la historia humana».
Francisco hace una invitación muy concreta «a pasar de la imaginación a la realización de un gesto concreto para abrazar a los abuelos y a los ancianos» y agrega: «Sí, son los ancianos quienes nos transmiten la pertenencia al Pueblo santo de Dios. Ellos entregan al presente un pasado necesario para construir un futuro. Honrémoslos, no nos privemos de su compañía y no los privemos de la nuestra; no permitamos que sean descartados».
A pocos días de la III Jornada Mundial de los abuelos y de los mayores, la Iglesia porteña se suma a las oraciones del Papa Francisco «poniendo en el centro la alegría desbordante de un renovado encuentro entre jóvenes y ancianos».
Leé el mensaje del Papa aquí
En Semanario Orbe 21 hablaron con Vittorio Scelzo, integrante del dicasterio para los Laicos, la familia y la vida.