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Construir el bien común desde las PyMES

por Justina Kleine
Aldo Franco

El Papa destinó el mes de agosto a rezar por los Pequeños y Medianos Empresarios, los grandes perjudicados por la crisis socioeconómico resultado de la pandemia. Aquellos que crean puestos de trabajo y mantienen su responsabilidad social, invierten en el bien común a pesar de las dificultades.

El Papa destacó la labor de los PyME «Todos ellos dedican una enorme capacidad creativa a cambiar las cosas desde abajo, desde donde siempre sale la mejor creatividad; con valor, con esfuerzo, con sacrificio, invierten la vida generando bienestar, oportunidades y trabajo».

Argentina no es la excepción para este grupo de la sociedad que enfrenta las dificultades en el contexto socioeconómico inestable y cambiante del país. En entrevista con En Camino, Aldo Franco representa a este grupo de personas que prioriza el bien común en las actividades económicas.

En la simpleza de su oficina cercana las Barrancas de Belgrano, Aldo Franco, argentino, veterano de Malvinas, esposo y padre, cuenta su testimonio como empresario, entre mates y anécdotas de su vida.

– Quién es Aldo Franco?
Un argentino bien nacido, hijo de inmigrantes italianos que vinieron a «hacer la América» en los ’50. Mis padres, con un profundo amor por su patria y su gente, pero enamorados de la Argentina que los cobijó después de la guerra y preocupados por el estudio y progreso de sus hijos. Esa es mi génesis, con fundamentos religiosos católicos pero también muy abiertos a las creencias que pudieran tener otros, sin prejuicios.
Más tarde entré al Colegio Militar, vocación que nació por mis abuelos que pelearon en la Segunda Guerra Mundial, en el 82 estuve en la Guerra de Malvinas  y más tarde en el Combate de La Tablada donde fui herido en una pierna con peligro de perderla. Después de la recuperación no pude continuar el progreso dentro del ejército por «incapacidad», entonces comencé un sistema de entrega de cartas para dar de comer a mi familia.

– Cómo nació la empresa y cómo llegó a ser lo que es hoy?
El sistema de entrega de cartas empezó siendo un correo privado que entregaba cartas de cumpleaños, participaciones de casamiento, revistas; el correo devino en una empresa de logística, luego en una empresa de archivos de documentación, armamos un Parque Logístico en Mercedes, Buenos Aires. Empezamos a tener muchos clientes y así cambió mi vida de militar a una vida empresarial.
Hoy el Grupo Detall cuenta con 1400 empleados, un parque logístico propio, una empresa de transporte, una empresa de archivos de documentación, un depósito fiscal y, desde hace dos años, empezamos con un proyecto de producción de alimentos para una región.
Creo que las empresas deben cumplir un fin social; si cada uno dejara un poco de lo de uno para lo social, las cosas andarían mejor. Por suerte hay muchas empresas que lo hacen y lo que más me gusta es la actividad social de la empresa.

– Cómo vivís la Fe Católica en tu vida cotidiana?
Creo que sin fe no se puede vivir. La vida es una cuestión de fe, levantarse a la mañana es una cuestión de fe. Se puede imitar cualquier cosa, pero no se puede imitar el cuerpo humano, porque el ser humano es una cuestión de fe.
Creo que no hay que confundir la fe con la religión, cada uno profesa, dentro de su religión o creencia, la fe que quiere expresar. En mi caso, la fe católica la vivo intensamente porque creo que es la que más se aproxima a mi forma de vida. Por mi experiencia de vida, siempre tuve presente la Cruz de Cristo, el dar la vida por el otro, porque me tocó vivirlo y verlo de cómo una persona da la vida por otro. Y nosotros tenemos que imitar a nuestro Cristo.
En la vida cotidiana, creo que se inicia por el ladrillo básico de la sociedad, la familia. Primero, tener una buena familia y creer en ella es, en lo personal, el modo de vivir mi fe.
En lo profesional, creo que el empresario puede hacer muchísima política social; las tres claves de una empresa son: perdurar en el tiempo, ser rentable y cumplir un fin social, las tres en igual medida. Hoy, dando trabajo, pagando sueldos, cumpliendo con la gente y permitiendo que las personas progresen, me parece que se cumple un fin social, sobre todo si se desarrolla una actividad que tenga también un fin social.

– Cuáles son los principales desafíos de una empresa que sigue los valores católicos en la actualidad?
Hoy, en la realidad de la Argentina, perdurar en el tiempo ya es un logro, y crear fuentes de trabajo es otro gran desafío; creo que en vez de dar pescados hay que enseñar a pescar.
Si un empresario crea fuentes de trabajo, quiere decir que está apostando a que haya familias que estén bien.
Si uno da buen trabajo en la comunidad, eso hace que la gente tenga un buen poder adquisitivo, y puede también hacer crecer la economía de su comunidad.
Esa es la mejor enseñanza, el trabajo. Pero también es el desafío, tanto económico como cultural y social, sobre todo en una sociedad de consumo que te pide mostrar lo que hacés y lo que tenés. Entender que la verdadera libertad es obtener dinero para comprarme algo, pero si no me hace falta, no me lo compro; y no estoy preso para cumplir con mis objetivos.

– Qué consejo dejarías a los empresarios y trabajadores para llevar adelante sus responsabilidades económicas y sociales sin descuidar el camino hacia Jesús?
Creo mucho en los cinco minutos: si cada uno, de las 24 hs que tiene el día, dedicara cinco minutos a otro, las cosas cambiarían muchísimo. Cinco minutos a un amigo para llamarlo por teléfono, a un empleado para ver cómo está, a pensar que la empresa cumpla un fin social. Ser cinco minutos menos egoísta. Si sumamos los minutos de 40 millones de argentinos, sería un montón de menos egoísmo.
Por otro lado, saber que las cosas tienen que ser de Dios, ponerlo en sus manos y como decía mi madre cuando algo no salía como uno planeaba «No es de Dios, y si Él no lo quiso, por algo debe ser». A fin de cuentas, todas las religiones, en mayor o menor medida, tienen como fin el bien común.

La Iglesia porteña se suma a los empresarios argentinos en la construcción del bien y común y eleva sus oraciones junto al Papa Francisco «para que los pequeños y medianos empresarios, duramente afectados por la crisis económica y social, encuentren los medios necesarios para continuar su actividad al servicio de las comunidades en las que viven».

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