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Cuatro nuevos diáconos de Buenos Aires

por Justina Kleine

Ernesto Fabián Coria, Ariel Adrián Duarte, Franco Darío Lombisano y Pedro Agustín Ravarotto, son los cuatro nuevos diáconos de la Arquidiócesis de Buenos Aires ordenados esta mañana por el Arzobispo García Cuerva en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, frente a la comunidad de la Iglesia porteña.

La emoción y la alegría de cientos de familiares y amigos que acompañaban a los cuatro jóvenes, colmó la Catedral en una mañana tranquila y agradable, mientras algunos rayos de sol se hacían presentes sobre el altar a través de las ventanas.

La ceremonia fue una celebración sencilla y emotiva; durante la homilía, sentado frente a los cuatros futuros diáconos, el Arzobispo Jorge reflexionó sobre el servicio y la entrega del apóstol Mateo, dirigiendo preguntas al Santo evangelistas y humildes consejos a los ordenandos.

«Mateo, decinos entonces, ¿cómo fue esa mirada de Jesús?» planteó el padre Jorge, y luego se dirigió a los cuatro jóvenes «Déjense mirar por Jesús; déjense «misericordear» encontrándose con sus ojos de ternura. Y siempre tengan la mirada del Señor para con los demás«.

Con Mateo como ejemplo del diaconado, Mons. García Cuerva destacó también la importancia del ministerio de la Palabra: «Mateo, hablanos también de su voz: ¿cómo es la voz del Señor cuando te dijo:»sígueme«?» y agregó: «Queridos hermanos, préstenle sus voces para anunciar al mundo que Dios nos ama y que nos quiere hermanos. Que sus voces sean proféticas, anunciando la Buena Noticia del Evangelio y denunciando las injusticias y atropellos con nuestros hermanos más pobres».

El Obispo Jorge insistió en la entrega y el servicio que implica el ser diácono: «Hermanos, no se guarden nada. Compartan sus vidas con el pueblo de Dios. No sean diáconos de título privado. Entreguen su vida por Jesús; siempre cerquita de la gente, escuchando, alentando, acompañando».

García Cuerva se dirigió a Mateo destacando la mesa «de hermanos, fraternidad, alegría y misericordia» que Jesús le había ofrecido y pidiendo con humildad «Dejanos también a nosotros sentarnos a esa mesa de vulnerables«, y exhortó a los cuatro jóvenes: «Que San Mateo los interpele siempre, que experimenten la misericordia divina en sus vidas, que escuchen diariamente el «sígueme» de Jesús y se levanten para ir detrás del Maestro. Siéntense en las mesas del dolor de la ciudad de Buenos Aires«.

Al finalizar la homilía, les dio un consejo: «Anuncien con su vida y sin vergüenza que somos pecadores perdonados y salvados por Cristo y que en su mesa hay lugar para todos. Sean verdaderos testigos del Resucitado con alegría y pasión, y recuerden siempre, que no es grande el que manda sino el que sirve», fueron las palabras del Arzobispo.

La emoción fue manifestándose cada vez más en los rostros de los cuatro nuevos diáconos que, luego de pronunciar sus promesas diaconales y recibir las vestimentas y ornamentos de su ministerio, enseguida se pusieron al servicio para preparar la mesa del altar.

Al finalizar la misa, y con una nueva misión como diáconos de Buenos Aires, los cuatro jóvenes salieron a la calle a saludar y celebrar con sus familiares y amigos, festejos que son testimonio de la alegría de la Iglesia porteña.

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