Los seminaristas abrieron las puertas de su casa para recibir a todas las comunidades de la Arquidiócesis en el Día de las Parroquias, como cierre de la Semana del Seminario que se llevó a cabo bajo el lema «Vengan y lo verán«.
Con esta frase de Jesús en el Evangelio, los seminaristas invitaron a toda la Iglesia porteña a conocer cómo viven, cómo es su casa y de qué se trata el camino de discernimiento y formación para la vocación sacerdotal.
Al llegar al seminario, los jóvenes y las comunidades que visitaron el Seminario fueron recibidos con juegos y dinámicas que invitaban a preguntarse «¿qué es la vocación?», y a interactuar con otras comunidades y seguidores de Jesús que también experimentan esa búsqueda.
Por grupos pequeños, los seminaristas hicieron visitas guiadas por las diferentes comunidades en las que viven, rezan, estudian y comparten, durante la semana: salas de estudio, bibliotecas, capillas domésticas, cómodos livings, comedores comunitarios y modestas habitaciones.
Luego de la visita guiada, condujeron a los visitantes al parque del Seminario, en el que varias actividades se estaban llevando a cabo: charlas y testimonios sobre la vocación, una sala de cine con testimonios de sacerdotes y misioneros, juegos y rincones de oración.
Entre mates, y comida del buffet, los jóvenes se adentraron en la reflexión sobre el llamado personal que hace Dios a cada uno, conocer la sencillez de la vida de los seminaristas y las riquezas de la vocación sacerdotal.
Promediando el día, todos los presentes se reunieron frente a un escenario pequeño, allí se representó una obra de teatro de sombras sobre San Juan Bautista y el Apóstol Andrés en el pasaje en que conocen a Jesús junto al río Jordán y este les dice «Vengan y lo verán».
Los seminaristas prepararon esta representación para invitar a reflexionar sobre quién fue el San Juan Bautista que señaló a Jesús en la vida de cada uno, y la alegría de animarse a preguntarle a Jesús «¿Dónde vives?» para seguirlo a donde sea.
La jornada terminó con una adoración al aire libre, el parque, repleto de jóvenes, se llenó de silencio mientras Jesús Eucaristía se alzó en una enorme custodia. Con meditaciones y música en vivo, todas las comunidades adoraron a Jesús que irradiaba una invitación: Vengan y lo verán.
Un día llena de alegría y reflexión, que dejó latente la invitación a animarse a ir y ver cuál es el llamado particular y personal que tiene Jesús para cada uno, como lo sienten los seminaristas del Seminario Metropolitano de Buenos Aires.