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Homilía Mons. García Cuerva – Domingo III Tiempo Ordinario

por prensa_admin

EVANGELIO

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (1, 14-20)

Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia».
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.

Palabra del Señor.


Homilía Mons. García Cuerva – Domingo III Tiempo Ordinario. 21 de enero de 2024 – Catedral Metropolitana

 

Comienza el Evangelio de hoy, diciendo que luego de que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea y allí proclamaba la buena noticia de Dios.

La buena noticia de Dios.

Y más adelante dirá: “crean en la buena noticia”.

Crean en la buena noticia.

El Evangelio es buena noticia. Que el reino de Dios esté cerca es buena noticia. La buena noticia es que Dios nos ama.

La buena noticia es que Dios nos llama a la conversión porque el rostro de la misericordia de Dios es Jesucristo. Nos llama a la conversión porque está dispuesto a darnos su abrazo de ternura. Nos llama a la conversión porque una y mil veces nos va a dar otra oportunidad.

Por eso, en la primera lectura, cuando el profeta Jonás llama a la conversión a la gente de la ciudad de Nínive, la buena noticia es que la gente se convierte porque confía en la misericordia de Dios.

Es buena noticia el Evangelio. Es buena noticia que el reino de Dios está cerca. Es buena noticia que Dios nos ama y que nos ofrece su mano porque está dispuesto a reconciliarse con nosotros.

Y si Jesús es buena noticia, acá viene la primera pregunta que me hago es ¿creemos realmente que Jesús es buena noticia?

Porque en realidad estamos habituados y mucho más en nuestra Argentina a las malas noticias. Estamos acostumbrados a recibir malas noticias y estamos acostumbrados a dar malas noticias. Es raro incluso que seamos chusmas de buenas noticias.

En general, cuando hacemos correr alguna noticia, es mala noticia. Nos enteramos algo de alguien e inmediatamente lo queremos compartir con otros. Somos un poco testigos de malas noticias.

Y me pregunto si para los cristianos, para quienes somos discípulos de Jesús, nuestra vida habla de la buena noticia de Jesús. Poder pensar y evaluar si mis palabras cuando hablo de Jesús son palabras de buenas noticias.

Podríamos pensar si mi cara cuando quiero transmitir la buena noticia de Jesús es una cara de buenas noticias.

Podríamos pensar si nuestras actitudes son actitudes de buenas noticias.

O, por el contrario, los cristianos también nos parecemos a aquellos que dan malas noticias todo el tiempo y entonces nunca sonreímos, no miramos a los ojos, no contagiamos esperanza y no somos capaces de dar un abrazo de ternura a quien se acerca.

Sino que a veces nuestras parroquias se parecen a una aduana donde pedimos un montón de requisitos y en realidad la gente que viene lo que espera es que le facilitemos la vida. La gente que viene lo que espera es recibir justamente una buena noticia. La buena noticia de que Dios lo ama. La buena noticia de que Jesús está vivo. La buena noticia de que para Dios todos somos importantes y no discrimina a nadie.

El Evangelio continúa diciendo que Jesús iba por orillas del mar de Galilea y que vio a dos pescadores, a Simón y a su hermano Andrés, y les dice: “síganme, yo los haré pescadores de hombres”.

Evidentemente, ese síganme, los haré pescadores de hombres, debe haber sido una hermosa y buena noticia que recibieron estos pescadores y por eso dice que dejaron las redes y los siguieron.

La buena noticia de Jesús se contagia. Se contagia y entonces cuando hoy escuchan este síganme, los haré pescadores de hombres, evidentemente esa buena noticia llegó al corazón de aquellos hombres. Descubrieron de repente el sentido de sus vidas. Descubrieron que para Dios eran importantes, de que Dios no los condenaba, no los juzgaba, y entonces inmediatamente dejaron todo y los siguieron.

Algo parecido sucede después cuando ve a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan. Allí también dice que enseguida los llamó.

¿Cómo los habrá llamado? Seguramente habrá sido con una mirada esperanzadora. Seguramente Jesús los habrá llamado con una sonrisa. Los habrá llamado con un lindo tono de voz que habrá expresado de varias maneras una buena noticia, también para los hijos de Zebedeo.

Buenas noticias transforman nuestra vida.

Hoy que celebramos el Domingo de la Palabra de Dios, podríamos reflexionar sobre si realmente el Evangelio es para nosotros buena noticia o solamente lo tenemos asociado a un librito lleno de estampitas que tenemos guardado por ahí.

El Evangelio es buena noticia y creo que hoy estamos llamados a dejarnos una vez más interpelar y sorprender por el Evangelio de Jesucristo.

Dejaría también como pregunta si pudiésemos pensar qué buena noticia transformó mi vida en el último tiempo. Qué buena noticia transformó mi vida en el último tiempo.

Estoy seguro que todos tenemos en la mente alguna mala noticia que transformó nuestra vida.

Como dije, somos hijos de esta cultura y de esta Argentina donde es noticia lo malo, donde es noticia lo dramático, donde es noticia el conventillo.

Hoy, Domingo de la Palabra de Dios, nos queremos centrar en la mejor buena noticia, Jesucristo. El Dios liberador, el Dios que nos ama, el Dios que está vivo.

Transformó la vida para siempre de estos cuatro discípulos que nos dice hoy el Evangelio. Que ojalá también pueda transformar la nuestra. Para lo cual, los invito a buscar aquel librito lleno de estampitas que se llama la Biblia, que es la Palabra de Dios.

Que podamos buscar alguno de los Evangelios. Quizá el Evangelio de Lucas, un Evangelio de misericordia. Que podamos leerlo y aplicarlo a la propia vida y darnos cuenta que hacía rato teníamos ahí archivada esa buena noticia, que lo que quiere es hacernos felices y poder vivir en la vida cotidiana y transmitir en la vida cotidiana con nuestros gestos, palabras y miradas que tenemos la mejor buena noticia.

El reino de Dios está cerca. Jesucristo es el rostro de la misericordia de Dios y entrega la vida por amor a nosotros. Amén.

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