La Vicaría de Educación celebró una misa de cierre del año. El Arzobispo Jorge García Cuerva presidió la celebración junto con obispos auxiliares y sacerdotes de la diócesis. El periodista Matías Bocca rescató múltiples testimonios del encuentro para el Canal Orbe 21.
En vistas al jubileo, la Vicaría de Educación se propone ser peregrinos de esperanza porque «la esperanza nos toca como educadores para mantener siempre los sueños en alto«, dijo el Padre Arturo Bas. Por su parte, directivos de diversos colegios primarios y secundarios, recordaron la importancia del rol del educador para transmitir los valores de fe y de convivencia social.
Los docentes destacaron cómo la esperanza los motiva a poner en el centro las necesidades de los estudiantes que son el futuro, de volver a encontrarse con la vocación que los llamó al servicio en la docencia frente a cada situación que se les presenta en el día a día, y a renovar esa primera elección que tuvieron por la educación.
La esperanza, motor de la educación
Durante la homilía, el Arzobispo García Cuerva destacó la imagen de San José: «José es un soñador, un hombre de esperanza con los pies en la tierra». Aclaró que «no es lo mismo soñar que divagar. Divagar es vivir desencarnados, es vivir con proyectos imposibles o irrealizables, es vivir todo el tiempo en el mundo de las ideas».
También diferenció que soñar no es quedarse dormido, «quedarse dormido es quedarse quieto, hacer plancha, es quedarse sin ganas. Es quedarse atrapados por las sábanas del desgano, por las sábanas del quietismo, de la pachorra, del carrerismo o del cargo que nadie me puede sacar».
El padre Jorge invitó a pedir a San José a «seguir soñando y ser hombres y mujeres de esperanza que no se dan por vencidos de antemano por la incertidumbre o la catástrofe, sino que, al contrario se animan a seguir soñando, se animan a volver al primer amor, a aquel día en que habrán dicho ‘quiero comprometerme en el mundo de la educación'».
Educadores y directivos soñadores
«Quería que todos juntos le pidamos esto a San José», pidió el Arzobispo, «seguir siendo hombres y mujeres de esperanza que no se dejan ganar ni por el ilusionismo que nos desencarna absolutamente, ni tampoco por el quietismo de quedarnos haciendo la plancha».
García Cuerva invitó a los directivos y docentes a despertarse como San José, «que nos animemos a pegar el salto, despertarnos a la alegría, despertarnos a la esperanza, despertarnos al letargo del ‘siempre se hizo así’. Seguramente José no tenía todo claro, pero sueña».
Tomó las palabras de un ex presidente checo que escribía sobre la esperanza «la esperanza no es la convicción de que las cosas saldrán bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido sin importar el resultado final». Agradeció a todos los directivos y docentes por seguir con al convicción de que «educar tiene sentido, la convicción de que vale la pena entregar la vida en este mundo tan desafiante de la educación encarnada en la Argentina del 2024».
«Seguimos, casi tercamente, creyendo que vale la pena apostar, creyendo que, lo que nos saca del núcleo duro de la pobreza, es la educación de calidad», destacó el Arzobispo, y concluyó su homilía, «gracias por la misión que llevan adelante, gracias por ser hombres y mujeres de esperanza, gracias porque siguen creyendo que, aunque aunque no tengamos los resultados esperados, tenemos la convicción de que vale la pena entregar la vida en la misión educativa«.