Las Peregrinaciones Marianas infantiles llenaron de cantos, oraciones, colores y sonrisas las calles de los barrios porteños. Bajo el lema «Con María compartimos nuestros tesoros«, los niños y niñas de la Arquidiócesis se reunieron por vicarías para caminar hacia María con una propuesta de la Vicaría de Niños.
El clima quiso dar una cálida caricia a la Virgen, el sol brilló tibio sobre la ciudad y recibió a los más chiquitos de las comunidades en la Parroquia San Benito para la Vicaría Belgrano, en la Parroquia Santa María para la Vicaría Centro, en la Parroquia Purisimo Corazón de María para la Vicaría Devoto y en la Parroquia Santa Clara en Vicaría Flores.
Durante la bienvenida, los niños se prepararon con canciones a la Virgen, y dinámicas para conocerse entre Parroquias. Cada uno de ellos asistió con sus tesoros para llevarlos a María: amistad, alegría, escucha, compañerismo… para compartirlos en comunidad y con María, que es mamá de todos.
«Los tesoros no tienen que quedar guardados. ¡Hay que compartirlos!», dijo el Arzobispo a los niños en la Misa Arquidiocesana de Niños. Una forma de hacerlo es ayudándose unos a otros, por eso, las Peregrinaciones Mariana infantiles también coordinaron una gran campaña de donación de pañales para colaborar con hospitales de las cuatro vicarías.
La caminata en comunidad, fue presidida por la imagen de la Virgen que, rodeada de los niños de la Ciudad, fue recibiendo los tesoros, las miradas, las sonrisas y las intenciones de los vecinos que salían a los balcones o frenaban su recorrido para observar el paso de los pequeños peregrinos.
Al llegar a la Parroquia destino de cada Vicaría, los niños y niñas compartieron junto a los sacerdotes, catequistas, docentes y padres, la celebración de la Eucaristía. La homilía del Evangelio de las bodas de Caná, fue una pequeña interpretación de dos amigas que reflexionaban sobre sus tesoros y la importancia de compartirlos.
Al finalizar la misa, los niños volvieron a sus casas con el compromiso de seguir compartiendo sus tesoros, acompañados por la Virgen María que está en cada momento del camino y conduce a Jesús. Junto a ellos, toda la Iglesia porteña peregrina hacia María para entregar sus intenciones y ofrecer sus tesoros.