Más de 70 jóvenes agentes pastorales participaron de los cursos del Servicio Pastoral Juvenil (SERPAJ) durante el fin de semana en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires. El Arzobispo Jorge García Cuerva presidió la misa de clausura el domingo por la tarde.

Los cursos del SERPAJ

Una de las capillas del Seminario Metropolitano se llenó del sonido alegre de la juventud. Entre risas y conversaciones, el coro repasó las canciones, se eligieron los lectores, y el Arzobispo conversó con algunos de ellos sobre cómo había sido el fin de semana. Ya estaba todo listo para dar inicio a la misa.

Desde el viernes por la noche los jóvenes estaban participando en uno de los cuatro cursos del SERPAJ, animación de niños, animación de pre-adolescentes, animación de jóvenes y recreación; y compartiendo algunos momentos de oración y reflexión entre todos. Al llegar al domingo, se notaba en sus miradas el entusiasmo por descubrir una Iglesia joven viva, y por poder aplicar lo aprendido en sus comunidades.

Tres sentimientos del corazón de un agente pastoral

Misa de clausura del SERPAJ

El Arzobispo recordó la antífona del salmo: «Crea en mí, Dios mío, un corazón puro», y destacó tres sentimientos que no pueden faltar en el corazón de un joven agente de pastoral. «Le quería pedir a Dios que para ustedes ese corazón puro, especialmente, tenga tres sentimientos», dijo Jorge García Cuerva antes de desarrollar cada uno

«El primero, la alegría Por favor no pierdan la alegría jamás, porque si uno no es alegre es imposible que contagie la Buena Noticia de Jesús a los demás» fue el primer sentimiento que destacó el Arzobispo; y agregó: «Que la vida, que tiene un montón de cosas lindas y un montón de cosas difíciles, no les quite la alegría, porque nuestra alegría es que creemos en un Dios que está vivo, un Dios que nos ama, un Dios que entregó su vida en la cruz porque te ama, resucitó y venció a la muerte para siempre«.

En segundo lugar, García Cuerva destacó la importancia de un corazón generoso y solidario, «nadie se salva solo, nos necesitamos, y los cristianos creemos de verdad que en cada hermano que sufre está el mismo Jesús», recordó los dolores y heridas que atraviesan a la ciudad, la droga el alcohol, la pobreza, la enfermedad, e insistió: «no nos podemos hacer los giles».

El tercer sentimiento que destacó el arzobispo fue: «Que el corazón de ustedes esté lleno de esperanza y de sueños. Por favor no crean que el mundo es una porquería y que así va a ser siempre, no crean que la Argentina es un desastre y que nunca va a salir adelante, ¡sueñen de verdad que se puede construir un mundo mejor, y depende de ustedes, no bajen los brazos nunca!«.

Romperse como la semilla que da fruto

El Padre Jorge recordó lo valioso que es entregarse en un mundo que invita al egoísmo y la individualidad, «Todo lo que no das se pierde, lo que no das de alegría se va con vos al cajón, lo que no das de amor a los demás, se pierde, lo que no das de esperanza, se pierde», dijo, y agregó «Rómpanse la vida, como la semilla, por dar fruto, Jesús está con ustedes, no tengan miedo«.

Al finalizar la celebración, el Arzobispo hizo un último pedido a los jóvenes que son agentes pastorales en sus comunidades: «Peleen por su lugar, y sean agradecidos, porque si lo son, entonces serán también jóvenes alegres».