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Homilía Mons. García Cuerva – Peregrinación a Luján

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EVANGELIO

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan  (19, 25-27)

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

Palabra del Señor


Homilía Mons. Jorge García Cuerva – Peregrinación a Luján. 01 de octubre de 2023 – Basílica de Luján

El lema de la peregrinación de este año es Madre, estamos en tus manos, danos fuerza para unirnos. Madre, estamos en tus manos, tus manos son pequeñas, pero sostienen a todo un pueblo. Tus manos están bien cerquita del pecho, por eso laten al ritmo de tu corazón de madre que nos ama mucho. Tus manos están juntas, están unidas, entrelazadas y nos hablan de fraternidad. Tus manos, María, son de barro, porque están bien metidas en la realidad de nuestra gente. Hoy llegamos a tu casa a decirte con fuerza y todos juntos: María de Luján, estamos en tus manos, porque estamos desesperanzados y tristes y necesitamos recuperar la alegría y la esperanza. Estamos en tus manos, porque en ellas confiamos. En estos tiempos se nos acercan manos llenas de promesas con sabor preelectoral. Las tuyas parecen estar vacías, pero sin embargo las sentimos llenas de ternura. Esa ternura que nos cura el corazón, que aún duele por los abrazos no dados. Por los seres queridos que no despedimos dignamente y por todas las heridas que nos dejó la pandemia. Estamos en tus manos que no piden nada a cambio. Son manos de madre y el amor de mamá es gratuito, es generoso, es incondicional. Tus manos nos sostienen en este tiempo de crisis económica frente a quienes nos meten las manos en el bolsillo por la inflación, que es el impuesto de los pobres. Como dice la canción de Peteco Carabajal: Tus manos, María, se brindan cálidas, nobles, sinceras, limpias de todo. ¿Cómo serán las manos del que las mueve gracias al odio? Por eso hoy, miles y miles de peregrinos, cansados de tanto andar queremos como los niños buscar tus manos y dejarnos cobijar y acariciar por ellas. Y ponemos en tus manos a nuestros hermanos que más sufren. Los rostros concretos de más de 18 millones de hermanos que representan el 40% de pobreza. Ponemos en tus manos a los 9 millones de argentinos que viven en la indigencia. Ponemos en tus manos a nuestros enfermos. Ponemos en tus manos a los ancianos que están solos. Ponemos en tus manos a los adolescentes y jóvenes quebrados por la droga con su futuro hipotecado. En definitiva, María, ponemos en tus manos a la Argentina toda que nos duele mucho. Y también, como dice el lema de este año, hoy te pedimos fuerza para unirnos. Durante las muchas horas de peregrinación, te hemos pedido fuerza en varios momentos. Fuerzas para seguir caminando, fuerzas para levantarnos después de parar un rato en algún puesto. Fuerzas para soportar los dolores y las ampollas, fuerza para cruzar el primero y luego el segundo puente. Fuerzas para sostener a otros y fuerzas para llegar. Y ahora, todos juntos, desde esta plaza, te pedimos fuerza para unirnos. Lo necesitamos más que nunca. Las heridas de la descalificación, de la intolerancia, de la violencia física y verbal ya supuran. Y nos están infectando el corazón de pueblo. Es hora de fraternidad, es tiempo de unirnos. Como lo hiciste vos, María, junto al discípulo amado y las otras mujeres al pie de la Cruz. La peregrinación a Luján es la demostración de un pueblo que no baja los brazos. Que sabe unirse, que puede caminar con un mismo objetivo. Un pueblo que sigue levantando las banderas de la paz y la justicia. Pero también la peregrinación es demostración de un pueblo crucificado que trae a María todos sus dolores para que una vez más nos consuele y nos anime a seguir. Las ampollas y el cansancio pasarán, pero el amor de la Madre no pasará jamás. Por eso, querido peregrino, dejate abrazar por ella. Llorá en su regazo, entregále tus sufrimientos y pecados. Poné en sus manos toda tu vida y la vida de nuestro país. Confiále las intenciones de tu gente. Querido peregrino, estás en Luján, estás con María en esta plaza. Estás en la Basílica, sos su hijo, sos su hija. Sentite en casa. Amén

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