El pasado sábado 28 de septiembre se realizó un encuentro entre los integrantes del DEMEC y el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. García Cuerva. Bajo el lema “Llevemos la reconfortante alegría del evangelio a todos” se convocó a este encuentro realizado en uno de los salones del Arzobispado de Buenos Aires (Rivadavia 415).
Quienes forman parte del Departamento de Movimientos Eclesiales, Asociaciones y Nuevas comunidades (DEMEC) escucharon las intervención de Mons. García Cuerva donde habló acerca de los desafíos como Iglesia Arquidiocesana, el anuncio de la misericordia de Dios en cada movimiento y la eclesialidad dentro de la Iglesia entre algunos otros temas.
Los integrantes del DEMEC también tomaron la palabra y compartieron parte de sus experiencias en relación a las obras de misericordia, caridad y realidades de cada uno de los movimientos que los encontraban allí. Para finalizar se congregaron todos los participantes para dejar un registro fotográfico del encuentro.
En la intervención Mons. García Cuerva mencionó la figura del Poliedro como concepto y mencionó:
El primer lado para que efectivamente entre nosotros haya verdadera comunicación como movimientos de la iglesia arquidiocesana es aceptar y decir, `no sé estoy tan desconcentrado como vos´. Trabajamos con los matrimonios pero hoy la realidad de los matrimonios es tan distinta. Trabajamos con los jóvenes pero los pibes de hoy son otros. Digo, me parece que está bueno sacarnos el escudo de yo tengo la verdad. La verdad es uno solo y se llama Jesucristo.
Luego agregó:
El segundo paso comunicante entre los movimientos tiene que ser profundamente el anuncio de la misericordia y el amor de Dios y el testimonio de la caridad. Y ahí muchos de ustedes incluso han contado recién de sus experiencias o de su compromiso con obras concretas de caridad, obras concretas de misericordia con los que más sufren. Me parece que ese es el segundo lado que nos comunica. Porque eso lo podemos hacer juntos.
Para finalizar explicó:
Me parece que es la eclesialidad. Acordarnos que todos tenemos el mismo DNI. El mismo DNI que nos hace familia. ¿Y cuál es ese DNI? Somos pecadores, perdonados, amados y salvados por Jesús. Pecadores, perdonados, salvados y amados por Jesús. Por lo tanto, corre de nosotros la misma sangre, que es la sangre de Dios.