El domingo 18 de mayo se realizaron las Fiestas Patronales en la parroquia San Isidro Labrador. En un clima de profunda alegría y comunión se celebró la Eucaristía ante una importante cantidad de niños y niñas que se hicieron presentes. Mons. García Cuerva, presidió la Misa y en su homilía mencionó: “Hoy creo que le podemos pedir a Dios que nos ayude a tener ese corazón de niño y ¿Saben por qué? Porque en el Evangelio hoy Jesús nos dice que nos van a reconocer por el amor que nos tengamos los unos a los otros”.
Reconocer por el amor
A la luz del Evangelio agregó: “Yo recordaba que había algunos gobernadores en los primeros siglos de la Iglesia que odiaban a los cristianos, no los querían nada y los perseguían a muerte, pero escribían que les daba mucha bronca ver cómo se amaban, que les daba bronca ver cómo se trataban entre ellos como hermanas y hermanos.” Y agregó: “Quizá es eso lo que nos falta, volver a lo esencial, volver a ese mandamiento que nos regala hoy Jesús y amarnos como nos ama Él. Su amor perdona siempre, siempre da otra oportunidad”.
Siguiendo en su alocución subrayó: “Cuando creamos que es imposible, que no se puede, que Jesús pide locuras, miremos a los pibes, nosotros también tuvimos corazón de niño y cuando tuvimos ese corazón, amábamos, perdonábamos, nos hacíamos amigos, disfrutábamos, quizás, un poco más”. Sobre San Isidro mencionó: “San Isidro y su esposa Santa María vivieron el evangelio de hoy, se amaron y amaron a los demás, hicieron bien las pequeñas cosas sencillas de todos los días. Seguramente como familia les pasó un montón de cosas, pero las pudieron superar desde el amor, eran un hombre y una mujer de laburo”
Vivir el amor en el día a día
“Digo siempre que alguien que trabaja en el campo indudablemente es alguien de esperanza, porque si seguís poniendo semillas es porque crees que puede dar fruto. Eran un hombre y una mujer de esperanza, de laburo, en una vida sencilla, pero también seguramente una vida dura, vivieron el Evangelio, vivieron el amor”.
“El Papa León XIV le decía el otro día a los medios de comunicación que las guerras comienzan en el propio corazón. Pero, en realidad la guerra está mucho más cerca, está acá. Y está acá y ¿Cómo se demuestra? En cómo nos tratamos, en las cosas que decimos de los demás, en el modo de vincularnos. ¿Será que por eso a los argentinos nos va como nos va? Porque en definitiva todavía no hemos podido vivir la fraternidad más allá de las diferencias legítimas que tiene que haber entre nosotros”.
Un corazón de niño
Para concluir enfatizó: “Pidámosle entonces hoy a San Isidro y a Santa María que intercedan por nosotros, para que podamos vivir el Evangelio de hoy como lo vivieron ellos. No es fácil, pero tampoco es imposible. Y que le pidamos a los chicos que nos regalen su corazón, ese corazón que perdona siempre, ese corazón que hace amigos rápido, ese corazón puro, que aunque ellos no lo sepan, son nuestros maestros, son los que nos enseñan”.
