Portada » Misa de Jueves Santo en el complejo penitenciario de Devoto

Misa de Jueves Santo en el complejo penitenciario de Devoto

por prensa_admin
Santa Misa de Jueves Santo en complejo penitenciario de Devoto.

En la tarde del Jueves Santo en el Complejo Penitenciario N°2 de Devoto se celebró la Eucaristía. Allí presidió la Santa Misa Mons. García Cuerva, Arzobispo de Buenos Aires, quien delante de 22 reclusos de distintos pabellones de la penitenciaria y a la luz del Evangelio, replicó el gesto del lavado de pies como lo hizo Jesús con sus discípulos.

Jesús no eligió a los mejores 

Contemplando la lectura del Santo Evangelio en su homilía mencionó: “Jesús había elegido, no a los mejores, había elegido a los que Él quería. Y entonces, así como se había transformado la vida de estos discípulos, Jesús quería seguir enseñando cosas. Y para hacerla más especial todavía, de repente Jesús se saca la túnica, se ata una toalla a la cintura y le dice a los discípulos que quiere lavarles los pies. Por lo cual todos dicen: -Jesús estás loco- Porque el trabajo de lavar los pies era un trabajo de esclavos”.

Luego añadió: “Jesús se pone como Hijo de Dios a hacer ese trabajo de lavar los pies. Por eso los discípulos están como extrañados. A todos los sentimientos que ustedes dijeron: miedo, duda, intranquilidad, alegría. Ahora, le suman, el interrogante, ¿Qué está haciendo Jesús?, ¿Se volvió loco? ¿Tomó de más? Pero Jesús, cada cosa que hace, tiene una enseñanza. Cada cosa que hace Jesús tiene una enseñanza siempre. Fíjense. Cuando Jesús empieza a lavar los pies, se encuentra con la mugre de los discípulos”.

Jesús que ama y abraza 

Luego prosiguió: “Le lava los pies y les dice que los ama. Jesús no les anda preguntando a los discípulos, ¡Che! ¿Qué mugre tienes en tu pie? ¿Dónde estuviste? ¡Che! ¿Por qué te besé? ¿A dónde andas? ¿Por qué caminas? ¿De dónde llegaste? Jesús solamente lava los pies. ¿Y sabe qué? Eso es lo que hoy quiere hacer con nosotros. Nosotros también tenemos nuestra mugre. Quizás no en los pies, pero tenemos nuestra mugre en la vida, nuestra mugre en el corazón. Nosotros también tenemos nuestras cosas. Y Jesús, hoy, lavandote los pies, lo que quiere decir es que te ama, que te abraza como sos, y que no te juzga y que no te condena”.

También agregó: “Por eso, cuando Jesús lava los pies, es como que abraza tu vida. Jesús, cuando lava tus pies, es que lavas con tu corazón. Jesús, cuando abraza tus pies, quiere decir que no le pasa nada a Él con el olor que hay, sino que Él te ama. Eso es lo que nunca vamos a entender. ¿Cómo puede ser que siendo como nosotros, nos ama igual? Es una locura. Pero es una locura de amor. Su amor es gratuito y es absoluto”.

Un Dios que acompaña

Para concluir su homilía sentenció: “Pensa que es Jesús el que viene a tu vida, Jesús el que abraza tu vida cómo está, Jesús que no le da vergüenza tus pecados ni tu mugre. Jesús que te quiere, que entrega su vida por vos. Jesús que te lava de todas tus culpas, rencores, odios. Jesús que no te pregunta ¿De dónde venís? Sino que te dice que te acompaña y quiere estar con vos. Y después que nos invita en la vida cotidiana a tratarnos entre nosotros, como Él nos trató”.


Misa de Jueves Santo en el complejo penitenciario de Devoto.

Misa de Jueves Santo en el complejo penitenciario de Devoto.

 

Santa Misa de Jueves Santo en el complejo penitenciario de Devoto.

Santa Misa de Jueves Santo en el complejo penitenciario de Devoto.


Homilía Mons. García Cuerva en Jueves Santo en el Complejo Penitenciario de Devoto 

Jesús está reunido hoy con sus discípulos, que son los amigos, que son aquellos que Él eligió y lo acompañaron durante tres años. Seguramente en esos años habrán aprendido muchas cosas de Jesús. Lo escucharon cuando preguntaban, lo vieron hacer milagros y la vida de ellos habría cambiado un montón. 

Acuérdense, algunos de los discípulos, Pedro por ejemplo, era pescador. Ahora ya no eran pescadores, ahora eran discípulos de Jesús. Se dedicaba a ser pescador de hombres, decía Jesús. Otros eran cobradores de impuestos. Y los había transformado también en sus discípulos, como el caso de Mateo. Jesús había elegido, no a los mejores, había elegido a los que Él quería. Y entonces, así como se había transformado la vida de estos discípulos, Jesús quería seguir enseñando cosas.Y ya estamos a horas de que lo tomen preso y que después lo condenen a muerte. 

Y entonces Jesús se reúne en una comida, que se la llama la última cena, ¿Por qué? Porque justamente es la última comida antes de que lo tomen preso y lo condenen a muerte. En esa comida, vamos a tratar de imaginarnos, estaban los discípulos, ¿Qué eran cuántos? Doce. Y estaba Jesús. 

¿Cómo sería el clima de la comida? A ver, ¿Cómo se lo imaginan? ¿Qué sentimiento habría en el aire? Ellos algo se daban cuenta, que estaba por pasar. Algo se daban cuenta. ¿Cómo estaría Jesús? ¿Cómo estarían ellos? Alegres, ¿Sólo alegres? Tranquilos. Con incertidumbre también. Preocupados. Fíjense qué bolsa de sentimientos que había en el corazón de cada uno. Porque había alegría porque estábamos juntos. Había tranquilidad porque estábamos con Jesús. Sabía que Jesús que iba a perdonar. Pero al mismo tiempo había incertidumbre. Había dudas. Había miedos. Era una comida especial. 

Y para hacerla más especial todavía, de repente Jesús se saca la túnica, se ata una toalla a la cintura y le dice a los discípulos que quiere lavarles los pies. Por lo cual todos dicen: “Jesús estás loco”. Porque el trabajo de lavar los pies era un trabajo de esclavos. En aquella época la gente no andaba con zapatillas como nosotros. Era más de andar descalza o en sandalias. Y los caminos no eran de asfalto, eran de tierra. Por lo cual había mucha mugre en los pies. Mucho olor a pata. Y ese trabajo, cuando vos llegabas a una casa, te lavaban los pies. ¿Para qué? Para que cuando se sentaran en la mesa, no había bancos y sillas. Todos se sentaban en el piso, el pie del que estaba al lado tuyo estuviera más o menos limpio. Por eso había una persona encarnada de eso. Y esa persona era un esclavo. Era un servidor. Y de repente Jesús se pone a hacer el trabajo de los esclavos. 

Jesús se pone como Hijo de Dios a hacer ese trabajo de lavar los pies. Por eso los discípulos están como extrañados. A todos los sentimientos que ustedes dijeron: miedo, duda, intranquilidad, alegría. Ahora, le suman, el interrogante, “¿Qué está haciendo Jesús?” “¿Se volvió loco?” “¿Tomó de más?” Pero Jesús, cada cosa que hace, tiene una enseñanza. Cada cosa que hace Jesús tiene una enseñanza siempre. Fíjense. 

Cuando Jesús empieza a lavar los pies, se encuentra con la mugre de los discípulos. Se encontrará con la tierra. Se encontrará con los callos. Se encontrará con olor a pata. Y no les dice nada. Al contrario, le lava los pies y les dice que los ama. Jesús no les anda preguntando a los discípulos, ¡Che! ¿Qué mugre tienes en tu pie? ¿Dónde estuviste? ¡Che! ¿Por qué te besé? ¿A dónde andas? ¿Por qué caminas? ¿De dónde llegaste? Jesús solamente lava los pies. 

¿Y sabe qué? Eso es lo que hoy quiere hacer con nosotros. Nosotros también tenemos nuestra mugre. Quizás no en los pies, pero tenemos nuestra mugre en la vida, nuestra mugre en el corazón. Nosotros también tenemos nuestras cosas. Y Jesús, hoy, lavandote los pies, lo que quiere decir es que te ama, que te abraza como sos, y que no te juzga y que no te condena. 

Por eso, cuando Jesús lava los pies, es como que abraza tu vida. Jesús, cuando lava tus pies, es que lavas con tu corazón. Jesús, cuando abraza tus pies, quiere decir que no le pasa nada a Él con el olor que hay, sino que Él te ama. En general, delante de los demás, a veces, la careteamos. Nos da vergüenza mostrarnos delante de los demás con nuestra fragilidad, con nuestros pecados. Por eso, a veces, mentimos y la careteamos y nos mostramos como sí somos unos genios. Pero delante de Jesús, no hay que tener ni vergüenza, ni miedo, ni culpa. Porque Jesús te ama. Y te ama como sos. 

Eso es lo que nunca vamos a entender. ¿Cómo puede ser que siendo como nosotros, nos ama igual? Es una locura. Pero es una locura de amor. Por eso, mírenlo ahí en la Cruz. Miralo a Jesús en la cruz, es volver a decir que: “¡Guau!” “¿Cuánto me ama este tipo?” “¿Cuánto me ama Dios que me entrega la vida por mí?” “¿Y me ama por mis pecados?” ¡Sí! “¿Y me ama a pesar de mis defectos?” ¡Sí! “¿Y me ama con toda la mugre que hay en mi vida?” ¡Sí! “¿Y la ama aunque yo elegí caminos equivocados en la vida?” ¡Sí! Te ama igual. Su amor es gratuito y es absoluto.

Uno no va a entregar la vida por cualquier cosa. Entrega la vida por Dios. Por eso, ahora vamos a hacer el texto del lavatorio de los pies. Y vuelvo a decir, no es que se lavan los pies, ¡Se lava tu vida! No es que se abraza tu pie, ¡Se abraza tu corazón! Y que no te dé vergüenza, porque la mugre de tu pie que representa la mugre de tu corazón, para Jesús es un detalle. 

Jesús, te vuelvo a decir, no te condena, Jesús no te esconda, no te anda preguntando: “¿Cuáles son los caminos que elegiste en la vida?” “¿Por qué anduviste por allá o por acá?” Él simplemente se pone al servicio de los demás. 

Y al final del Evangelio de hoy, dice: “Así como yo les he lavado los pies, ustedes tienen que hacer lo mismo, los unos a los otros. Ustedes también tienen que lavarse los pies”. ¿Qué quiere decir con eso, Jesús? ¿Que tengo que andar con la palangana lavando los pies a todo el mundo? ¡No! Lo que quiere decir es que tenemos que estar al servicio del hermano. El hermano que tiene mugres como yo, el hermano que tiene problemas como yo, el hermano que tiene pecados como yo. Porque en definitiva todos somos iguales. 

A mi me gusta algo que dice siempre el Papa Francisco, dice que todos tenemos el mismo carnet de identidad, tenemos todos como, el mismo documento. ¿Cuál es el documento? El documento dice: “Que somos pecadores, perdonados y salvados por Jesús”. Todos somos iguales, todos somos pecadores, todos somos perdonados por Él, todos somos salvados por Él. Por lo tanto, cuando Jesús nos invita a lavarnos los pies los unos a los otros, en realidad lo que Jesús nos está diciendo es: “Che, ámense un poco más entre ustedes”. “Si yo los amo tanto, que entrego la vida, si yo los amo tanto, que te abrazo, que te quiero con tu mugre y tus pecados, entre ustedes traten de tratarse bien, como yo lo hago con ustedes”. ¿Se entendió?.

Ahora vamos a estar lavando los pies, vamos a lavar un pie de cada uno de los que está adelante y vamos a pensar eso. Pensa que es Jesús el que viene a tu vida, Jesús el que abraza tu vida cómo está, Jesús que no le da vergüenza tus pecados ni tu mugre. Jesús que te quiere, que entrega su vida por vos. Jesús que te lava de todas tus culpas, rencores, odios. Jesús que no te pregunta ¿De dónde venís? Sino que te dice que te acompaña y quiere estar con vos. Y después que nos invita en la vida cotidiana a tratarnos entre nosotros, como Él nos trató. Amén. 

 

Banner antes del título

También te interesará

Dejar comentario

Holaaaaa