El sábado 14 de junio desde las 16hs se realizó la Santa Misa en la Catedral Metropolitana con grupos de la renovación carismática de la región Buenos Aires. La Eucaristía estuvo presidida por el arzobispo Mons. Jorge García Cuerva quien, a la luz del evangelio, en su homilía expresó: “El amor de Dios fue derramado en nuestros corazones para ser testigos del resucitado porque nosotros queremos ser testigos de un Dios que está vivo y un Dios que venció a la muerte”.
Pedido de renovación
“Quería pedir en esta Misa a todos que podamos renovarnos delante de Dios pero que se note con nuestras palabras y con nuestras obras. El amor de Dios fue derramado para poder vivir la unidad porque el amor de Dios nos tiende a unir. Dios es amor y hoy celebramos a la Santísima Trinidad, por eso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo Dios porque se aman mucho y nosotros queremos vivir ese amor entre nosotros” dijo y luego agregó: “Respetando que somos distintos, respetando a los que crean otra cosa, respetando a los que tengan otras ideas. Descubriendo que somos verdaderamente hermanos y que si el otro es distinto no es mi enemigo”
Mons. García Cuerva en su enunciado reflexionó: “En nuestro mundo de hoy, envejecido, parece que ya perdimos las ganas, perdimos el entusiasmo. Ser viejo no es una cuestión biológica solamente, es una cuestión de espíritu” mencionó y subrayó: “ Por eso los invito hermanos queridos carismáticos, grupos de oración, ayúdennos en este mundo de hoy a renovarnos. Que podamos tender puentes, que podamos construir la comunión, que podamos construir la fraternidad”.
Testigos de esperanza
“Ser testigo de esperanza también en un mundo empobrecido, en un país donde tantos hermanos la están pasando mal. El evangelio también se vive con los pies en la tierra. Cuidado porque a veces alabamos a Dios mirando demasiado para arriba y poco para el costado, donde están los que sufren, que son el rostro concreto de Cristo crucificado”.
Luego recordó: “Adoremos a Cristo en la Eucaristía, pero adoremos también a Cristo en los más pobres, también a Cristo en las calles, que se nos cruza todos los días. No nos acostumbremos a ver a tantos que sufren. Ser testigos de esperanza también en un mundo que necesita de la tolerancia y del respeto” y mencionó: “Usemos palabras que construyen en este mundo tan intolerante, también poder ser testigos de esperanza para tantos que están solos, que viven una profunda angustia existencial».
Constructores de paz
Para concluir reflexionó: “Quisiera hoy también pedirles que recen por la paz. El Papa León XIV ha hecho de la paz como el centro de su mensaje. La paz en el mundo ahora que también se abrió otro frente bélico y la paz en nuestros corazones; porque solamente si construimos la paz en nuestro corazón podré ser testigo de la paz en mi comunidad, en mi barrio, en mi país. Que Dios los bendiga mucho y animémonos de la mano del resucitado a ser testigos de esperanza”.
